En el proceso de crecimiento personal con el tiempo vienen las revelaciones… no son nada del otro mundo sino bien simples verdades, eso si como templos; una de estas revelaciones es cuando uno ya intuye que se debe ir hacia adentro al interior del ser en lugar de buscar fuera lo que se haya dentro.
El proceso de la presencia. Michael Brown
Desde el hacer al ser.
Desde el mirar al ver.
Desde el oír al escuchar.
Desde la aparencia a la presencia.
Desde el desequilibrio al equilibrio.
Desde la separación a la unidad.
Desde la reacción a la respuesta.
Desde lo no auténtico a la autenticidad.
Desde la fragmentación a la integración.
Desde la venganza y la culpabilidad al perdón.
Desde la queja y la competividad a la compasión.
Desde el proceder inconsciente al proceder consciente.
Desde buscar la felicidad a dejar que llegue la alegría.
Desde la percepción incorrecta a la percepción correcta.
Desde el “vivir en el tiempo” a vivenciar la conciencia del instante presente.
Los siguientes extractos son de la web, los colocaré aqui con sus enlaces originales donde hay mas material en ingles.
http://www.thepresenceportal.com/spanish_home_page.htm?
SENTIRSE EN PAZ ES UNA ELECCIÓN
ACERCÁNDONOS CONSCIENTEMENTE A LA CONCIENCIA VIBRATORIA
Carta de Año Nuevo para el 2009
TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL DE EL PROCESO DE LA PRESENCIA
LA CONCIENCIA DEL MOMENTO PRESENTE ES UN PORTAL
¿Qué es la Conciencia del Momento Presente?
LAS DÁDIVAS AL INTERIOR DE LA RESPONSABILIDAD EMOCIONAL
SENTIRSE EN PAZ ES UNA ELECCIÓN
Es obvio en estos momentos para cualquiera que no está viviendo con su cabeza en la arena, que estamos actualmente experimentando una intensificación en todos los niveles de la experiencia humana. Cada día, en algún lugar del mundo, hay otro terremoto, inundación, desastre de una mina, desenmascaramiento político, crisis financiera, revelación pública de alguna forma de comportamiento no ético y disturbios civiles masivos. Países enteros se están dividiendo hasta los cimientos y están recurriendo a la retribución violenta.
Si examinamos nuestro ambiente inmediato de cerca, tenemos que ser testigos de la evidencia de esta sacudida justo en medio de nosotros. Lo que está sucediendo en el macrocosmos del escenario del mundo, también se está manifestando como el contenido de la conversación en lengua de todos. El conflicto y el caos de una forma u otra se están incrementando. Un gran cambio está en marcha.
Es vital ahora por lo tanto, dar homenaje a una experiencia que parece estar pasando a segundo plano mientras todo esto se desenvuelve: La Paz. En este momento no hay nada más importante que recordar diariamente que la experiencia de paz es una responsabilidad que se logra personalmente – no es un derecho que nos otorga ninguna organización política, económica, social o religiosa. La experiencia de la paz siempre se encuentra como un estado personalmente sentido y solo cuando es sentido a nivel personal, es entonces irradiado como una experiencia colectiva. La paz auténticamente sentida emana solo desde adentro.
Uno de los grandes engaños que nos jugamos, individual y colectivamente, es la noción de que ‘necesitamos hacer la paz’. ¿Han notado que nada que hayamos hecho a lo largo de toda nuestra historia humana documentada, en el intento por ‘crear paz’ jamás ha funcionado? Esto se debe a que la misma idea de que ‘la paz es algo que puede hacerse’, ya sea a través de la guerra, la discusión, el debate, los acuerdos, o firmando un tratado, es engañoso y por lo tanto desorientador.
Cualquier país u organización que clame haber logrado la paz a través de tales medios, ha demostrado con el tiempo que todo lo que se logró fue un ‘control forzado temporalmente, resultando únicamente en personas que viven durante un tiempo en una desesperación silenciosa y estados apagados de agresión pasiva, antes de que emerja nuevamente el descontento.
Esto se debe a que la paz no puede ‘hacerse’- ni en el Medio Oriente, ni en Sudáfrica, Indonesia o ningún lado. La paz ya existe dentro de la estructura vivencial de la Creación. La vibración que nosotros como humanos experimentamos como paz, fue creada mucho antes de que nos manifestáramos y existirá mucho después de que hayamos sido remplazados por otra especie animal dominante. La vibración de la paz está en todas partes. La paz está disponible incluso en medio de países arrasados por la guerra como Irak, Afganistán y cualquier otra región actualmente involucrada en el conflicto humano.
La ausencia de humanos en conflicto en cualquier ambiente, revela inmediatamente una radiación obvia de paz. Solo porque el comportamiento humano conflictivo oscurece su resonancia, esto no significa que ya no existe.
Nosotros simplemente entramos constantemente en comportamientos y conversaciones, con la intención de ‘tratar de hacer la paz’, porque no nos damos cuenta de lo que es la paz auténtica. Debido a nuestros actuales estados de confusión física, mental y emocional, no nos damos cuenta de que la paz auténtica es una experiencia que solo podemos sentir personalmente. En su lugar asumimos que es un arreglo que logramos colectivamente, a través de un acuerdo. Esto no es verdad. La paz es para que la sintamos en cualquier momento que elijamos, porque es una resonancia que nos envuelve a donde quiera que vayamos. Sin embargo, depende de nosotros elegir sentirla.
Justo ahora, en este momento, quienquiera que esté leyendo esta pieza de escritura puede sentir paz – si lo elige. No es una experiencia que alguien tenga que organizar para nosotros a través del debate, la discusión o el acuerdo. Ningún otro grupo tiene que ser dominado o reubicado para que seamos capaces de sentir paz. Dichas nociones son detracciones constantes de la realización auténtica de la paz. No tenemos que hacer las paces con nadie – tenemos que hacernos conscientes de ella como un sentimiento dentro de nuestro propio corazón, y entonces elegir ocupar esta conciencia, sin importar qué pase.
Incluso expresamos lo obvio de esta verdad en nuestro lenguaje. No decimos, “Yo pienso paz”, o “Yo hago paz”. Decimos, “Yo siento paz”. Y debido a que nadie, ningún paritario, político, sacerdote, comerciante, padre o pareja tiene la capacidad de sentir nada por nosotros – nadie es responsable por lo tanto de nuestro sentimiento, o falta de sentimiento de paz. La paz es una experiencia sensible que ya se otorgó libremente a cada humano. Sin embargo, es nuestra responsabilidad elegir entrar y contener esta conciencia.
Esto es por supuesto lo que lo hace difícil. La paz es inflexible. Elegimos sentirla – o elegimos sentir algo más. No podemos sentirnos en paz Y simultáneamente abrigar el sentimiento de estar en lo correcto y hacer las cosas a nuestra manera. No podemos sentirnos en paz Y simultáneamente sentir venganza. No podemos sentir paz Y simultáneamente sentirnos justificados por tener ‘la última palabra’. No podemos sentirnos en paz Y comportarnos dañinamente en alguna forma hacia otro ser humano, ser o creatura viviente. No podemos sentir paz Y simultáneamente forzar nuestra voluntad sobre otros. No podemos sentirnos en paz Y simultáneamente imponer que nuestra religión es la única forma correcta para comulgar con lo que sea que Dios signifique para nosotros. No podemos sentir paz Y simultáneamente tomar partido en cualquier conflicto.
La paz también requiere voluntad para liberar. El precio de sentirse en paz AHORA – en este momento – siempre está determinado por nuestra voluntad para integrar heridas perpetradas en el pasado. Esto se debe a que cualquier cosa que esté pasando dentro de nuestra experiencia de vida en este momento, que nos inhibe para entrar a la conciencia sensible de la paz, siempre tiene que ver con algo que sucedió en el pasado.
Justo ahora, en este momento, si lo elegimos, somos bienvenidos para sentir paz.
La verdadera pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Realmente buscamos paz? Esto podría parecer una pregunta obvia con una respuesta igualmente obvia – pero no lo es. La mayoría de nosotros podría responder inmediatamente que elegimos la paz, pero en un extremo, también nos sentimos justificados para elegir sentir que tenemos la razón, sentirnos vengados o sentirnos en control – en lugar de sentirnos en paz.
La realidad es que nadie se interpone entre nosotros y el sentimiento de paz. Podemos experimentar este sentimiento justo ahora. La paz es una resonancia sensible que ya ha sido creada por lo que sea que Dios signifique para nosotros, no es algo que algún día haremos los seres humanos. Sin embargo, ¿nos levantamos cada día y elegimos sentir la paz que ya ha sido creada para nosotros, o estamos todavía erróneamente esperando porque alguien ‘haga que la paz nos suceda’?
La paz solo existe en el mundo cuando elegimos sentirla ahora dentro de nuestra propia experiencia, mientras nos movemos a través del mundo. No existe otra forma de encontrarla auténticamente.
Si no nos estamos sintiendo en paz en este momento, se debe a que no estamos eligiendo sentirla. Es así de simple. Si nos unimos al flujo actual de las masas y nuestra experiencia personal se deteriora en un conflicto creciente, es probable que estemos eligiendo indignantemente tener la razón o tomar partido en algún drama humano, en lugar de sentir paz. Recuerden la expresión es, “Que la paz sea contigo”, no “Que la paz sea con ellos”.
Recuerden también que estar en paz no es ni puede ser una experiencia vivida como una actividad de grupo organizado. Siempre es una elección hecha a través de abrazar un nivel maduro de responsabilidad personal. No podemos vivir la paz votando por ella, forzándola, ganando más dinero para comprarla, o tomando lados para imponer nuestra versión de la verdad. Solo podemos recibir una conciencia sensible de ella como una experiencia directa, al elegir conscientemente sentir y vivir desde adentro esta resonancia lo mejor que podamos a lo largo de cada día. Si no elegimos personalmente sentirla, no entra a nuestra experiencia. Solo cuando la elegimos como “un sentimiento que cargamos conscientemente dentro de nuestro propio corazón” entonces irradia hacia fuera e impacta la cualidad de nuestro pensamiento y nuestras acciones.
En este momento, conforme las masas del mundo se tropiezan inconscientemente en el caos y el conflicto crecientes, no hay nada más importante que mantener una conciencia personal de lo que es realmente la paz. Nadie nos va a pagar por estar en paz. Nadie nos va a dar una palmada en la espalda ni va a escribir sobre nuestra paz en un diario. Nadie nos va a dar el Premio de la Paz y ni nos va a ofrecer una conferencia de prensa sobre ella. La paz auténtica no va a ser sujeto de noticias en un mundo que todavía cree erróneamente que ‘la paz es algo que tiene que hacerse’.
La paz es una condición sensible callada, calmada y elegida, resonando dentro del corazón individual.
Cuando somos capaces de despertar e iniciar cada día recordando elegir sentir paz – aunque sea solo en partes del nuestro día – entonces estamos sirviendo a la humanidad al mantener la luz clara de la sanidad en el mundo, cuando las masas están perdiendo completamente la visión de ésta.
Son bienvenidos a caminar en este día en paz. La paz es un regalo de la Voluntad de Dios para todos, no es el resultado de ninguna declaración humana. Su resonancia sensible es una elección personal del corazón, no un derecho político logrado a través de ninguna organización.
La paz está disponible como una experiencia dentro de ti y de mí, justo ahora. Es nuestra para elegirla. Siempre va a ser experimentada solo a través de la elección.
ACERCÁNDONOS CONSCIENTEMENTE A LA CONCIENCIA VIBRATORIA
Es recomendable que iniciemos y terminemos cada día con esta práctica, ejerciéndola como un medio práctico para alinearnos conscientemente con el punto causal de la vida: la corriente vibratoria fluyendo a través de nosotros y de todas las manifestaciones que llamamos “creación”.
La tecnología vibratoria que se ofrece aquí no es ni religiosa ni espiritual, es simplemente un mecanismo perceptual, que honra la manera en la que fluye al exterior la experiencia humana desde su fuente unificada. A través de su aplicación, entrenamos nuestras capacidades para trabajar conscientemente con el flujo natural de nuestra conciencia, conforme se mueve hacia fuera al mundo y de vuelta hacia nuestro punto causal final.
Aplicar diariamente esta práctica es un medio simple, eficiente y fluido para permanecer anclados dentro de todas nuestras actividades internas y externas.
Cuando se aplica consistentemente, las consecuencias de ejercer esta tecnología perceptual son auto-evidentes, como cambios perceptuales notables dentro de nuestra experiencia diaria y la facilidad con la que recibimos lo que requerimos para nuestra evolución.
Aunque esta tecnología es vulnerable para detonar experiencias internas – el énfasis para aplicarla diariamente no es “tener una experiencia interna”. En su lugar, la intención es mejorar nuestro nivel de consciencia causal dentro de todos nuestros encuentros, internos y externos.
PASO UNO:
Siéntate cómodamente, con las piernas cruzadas o en una silla, con tu espalda recta pero relajada. Asegúrate de no tener frío.
Mantén tus ojos cerrados durante toda la práctica.
Conecta tu respiración durante 15 minutos. [Como para el Proceso de la Presencia, esto significa inhalar y exhalar sin ninguna pausa larga entre respiraciones. Hay una demostración de esta práctica de respiración en la página de AUDIO de este sitio web.]
Respira lo suficientemente intenso como para que seas capaz de escuchar claramente tu propia respiración.
De preferencia inhala y exhala solo a través de la nariz, pero si la nariz está bloqueada, inhala y exhala solo a través de la boca.
En sincronía con tu respiración, repite mentalmente la expresión: “YO ESTOY AQUÍ AHORA EN ESTO”. YO [durante la inhalación] ESTOY [durante la exhalación] AQUÍ [durante la inhalación] AHORA [durante la exhalación] EN [durante la inhalación], ESTO [durante la exhalación].
YO ESTOY [Representa nuestro estado de ser, y la Presencia del YO SOY.]
AQUÍ [Nuestro centrado espacial.]
AHORA [En donde estamos anclando nuestra conciencia dentro de esta cronología.]
EN ESTO [Abrazar nuestra experiencia actual como es – pero de forma impersonal.]
PASO DOS:
Después de 15 minutos, inhala tan profundo como sea posible a través de tu boca, llenando tus pulmones a su máxima capacidad, después sostén esta respiración hasta la cuenta de 20 [o menos si es demasiado para ti].
Libera la respiración a través de tu boca.
Repite esta inhalación, sostén, y cuenta hasta 20, seguido por una suave exhalación, 3 veces.
PASO TRES:
Ahora retira tu atención de tu respiración y permite que descanse en el punto en donde reside tu conciencia cuando estás “presente con tus ojos cerrados”. Este punto interno, ligeramente sobre y entre tus ojos físicos, es tu centro del ojo.
Mientras descansas dentro de tu centro del ojo, repite mentalmente “YO ESTOY AQUÍ AHORA EN ESTO”, durante 10 minutos.
Cada vez que te des cuenta de que tu atención está divagando de esta repetición deliberada, en otros paquetes de pensamiento externos generados inconscientemente, suavemente llévala de vuelta y continúa la repetición delibrada.
Vuélvete consciente de los dos lugres distintos en los que tu conciencia es capaz de residir durante esta práctica: Presente en una repetición mental delibrada en tu centro del ojo, y divagando inconscientemente lejos de tu centro del ojo dentro del estado de sueño que llamamos “pensamiento” [sobre el pasado y el futuro].
No te preocupes por este divagar inconsciente, simplemente obsérvalo. Permanece con él sin condición.
PASO CUATRO:
Cesa la repetición mental.
Usando la percepción sensitiva, hazte consciente de ti como un campo de energía vibrando delicadamente.
Siéntate con esta experiencia sensitiva durante unos momentos.
PASO CINCO:
Detén la repetición mental y el sentimiento de todo tu campo vibratorio y enfócate solamente en escuchar.
Primero escucha durante unos momentos cualquier sonido que oigas en el mundo a tu alrededor. Escúchalos sin condición. Escúchalos como si los “recibieras” audiblemente, como si ahora fueras “un receptor” de estas vibraciones de audio. Permítete percibir todos estos sonidos externos, sin importar lo que sean, como si fueran emitidos por el punto causal unificado de todo lo que es. Como si todos estos sonidos externos acumulados conformaran “la conversación de Dios”.
Ahora delicadamente retira tu conciencia de estos sonidos externos, y permítete una vez más descansar dentro de tu punto de presencia interna – en el centro del ojo. Esta vez, escucha solo sonidos que provengan de tu interior. Lo que sea que escuches es válido. Si no escuchas nada, escucha la nada.
Conforme escuchas estos sonidos internos – o la nada interna – asegúrate de que tu atención permanezca anclada en el centro del ojo.
Cada vez que te hagas consciente de que tu atención se ha desviado de escuchar deliberadamente el centro del ojo, para seguir paquetes de pensamiento generados inconscientemente o sonidos externos, gentilmente llévala de regreso y continúa escuchando deliberadamente.
Sé consciente de los dos lugares distintos en los que eres capaz de residir durante esta parte de la práctica: Presente en una escucha deliberada en tu centro del ojo – y divagando inconscientemente lejos de tu centro del ojo en el estado de sueño llamado “pensamiento” [sobre el pasado y el futuro.]
No te preocupes por este divagar inconsciente, simplemente obsérvalo. Permanece con él sin condición.
Escucha internamente durante 5 minutos – o más si lo deseas.
Este estado de “escuchar”, o “ser un receptor”, es una contemplación vibratoria. Escuchar es la forma en la que el corazón siente inicialmente lo vibratorio.
Una vez que escuchamos cualquier sonido interno – o la nada interna – estamos ahora en la puerta hacia nuestro portal interno de conciencia vibratoria. Lo que sea que ocurra más allá de este punto, es para que lo conservemos como un tesoro para nuestra riqueza interna y nuestro bienestar externo.
La eficiencia de esta práctica no tiene que ver con lo que escuchemos internamente, sino en nuestra capacidad para permanecer “en un estado de escucha”. Este “estado de escucha” – de “ser un receptor” conscientemente, empodera que nos volvamos vulnerables a “recibir conscientemente todo lo que requerimos para nuestros encuentros diarios, directamente desde nuestra fuente unificada”. Conforme evoluciona su capacidad para escuchar, también lo hace nuestra capacidad para recibir.
Esta práctica vibratoria no tiene que ver con perfección – se refiere a participación plena en nuestra experiencia humana desde un “punto causal de ti”. No lo intentes. Relájate en ella y disfruta la consecuencia inevitable. La facilidad proviene de la facilidad.
RELACIONES CONSCIENTES II
NIÑOS Y NIÑAS, HOMBRES Y MUJERES
Todos buscamos la experiencia de ser un hombre o una mujer real, de ser “adultos”, lo que es otra forma de decir que buscamos lograr una intimidad emocional con nosotros mismos, con otros y con el mundo que nos encontramos. Pero, no sabemos lo que implica una experiencia como esa. Nuestro mundo moderno no nos brinda un ejemplo de lo que significa entrar en una intimidad auténtica con cualquier aspecto de nuestra experiencia de vida, mucho menos con nosotros. Conforme permanecemos como extraños a dicho encuentro, seguimos siendo niños y niñas abrigando fantasías irreales sobre lo que significa ser un “adulto”. Cuando actuamos en base a estas fantasías, conseguimos un corazón roto.
INVITANDO UNA INTIMIDAD AUTÉNTICA
Existe un mundo de diferencia entre los niños y las niñas, y los hombres y las mujeres. La diferencia es esencialmente la capacidad emocional, y por lo tanto no es externamente aparente de inmediato. En la superficie los adultos podemos pretender ser un hombre o una mujer, pero cuando se aplica una prueba de intimidad, ya sea que implique intimidad con nosotros, con otro, o con lo que es Dios para nosotros, se revela inevitablemente nuestro estado de ser auténtico. La mayoría de nosotros los adultos, somos niños y niñas en un estado de pretensión. Debido a que el desarrollo de nuestro cuerpo emocional en el mundo moderno, decrece rápidamente conforme dejamos la niñez, nuestra edad emocional promedio está entre los siete y los catorce años de edad.
Una de las formas más aceleradas para superar esta condición emocional atrofiada, es buscar una experiencia auténtica de intimidad. Esto se debe a que la intimidad emocional, ser auténtico, requiere presencia, honestidad y por lo tanto vulnerabilidad.
Solo los emocionalmente maduros se permiten ser vulnerables.
Solo los emocionalmente inmaduros evitan la vulnerabilidad.
Cuando intentamos la experiencia de intimidad, nos hacemos conscientes de las áreas en nuestra experiencia en donde estamos buscando huir del encuentro, en donde no podemos ser honestos, y por lo tanto en dónde nos estamos protegiendo de la experiencia de la vulnerabilidad. Descubrir puntos de invulnerabilidad dentro de nosotros, es lo mismo que descubrir puntos de miedo, ira, y pena. También es lo mismo que descubrir áreas de nuestro cuerpo emocional que están bloqueadas y por lo tanto subdesarrolladas. Es por esto que una vez que hemos entrado a cierto nivel de trabajo interno con nosotros mismos, una vez que hemos logrado cierto nivel de intimidad con nosotros, es necesario entrar conscientemente en una relación íntima con otro ser humano.
Creer que podemos limpiar todos los aspectos de nuestro cuerpo emocional solos es ilusorio. Existe una gran cantidad de limpieza emocional que podemos lograr solos a través de usar al mundo exterior como un espejo, pero trabajar solos no puede ayudarnos a limpiar todas las grabaciones relacionadas con la experiencia de las relaciones. Existe cierto trabajo de limpieza emocional que solo sale a la luz cuando intentamos volvernos completamente vulnerables con otro ser humano. Este es el poder de una “relación consciente”, esta nos ayuda a dar el siguiente paso para limpiar las barreras que existen entre nosotros y un encuentro íntimo con la vida. Entrar en una relación con otro ser humano con esta intención, es invitarnos a nosotros mismos a llegar más profundamente a la intimidad auténtica.
Una vez que somos capaces de darnos amor incondicionalmente, el siguiente paso es dar amor a otro incondicionalmente.
Este paso es crucial en nuestra evolución emocional, porque solo cuando somos capaces de dar amor incondicionalmente a otro ser humano, lo que a su vez transforma nuestras relaciones con todos los humanos, es que podemos acercarnos a Dios incondicionalmente.
Solo cuando nos acercamos a Dios incondicionalmente, es cuando entramos en una relación auténtica con lo que es Dios para nosotros.
Entrar en una relación con otro con la intención de experimentar intimidad auténtica, invita a un desarrollo emocional sustancial. La intimidad auténtica no es una experiencia que solo sucede porque lo queremos. No puede adquirirse a través de la compra, el reclamo o la demanda. La habilidad para manifestar dicho encuentro, no está determinada por la clase, el derecho de nacimiento, la cultura, la religión, la riqueza, la raza, o el estatus mundano de ningún tipo; está determinada por nuestra valentía emocional.
La habilidad para entrar en la intimidad auténtica con otro ser humano, es por lo tanto un barómetro confiable para separar a los hombres de los niños y a las mujeres de las niñas. Aunque los niños y las niñas puedan pretender ser hombres y mujeres en la forma como se manejan externamente en los aspectos mentales y físicos del mundo, a través de la proyección de su comportamiento mental y físico, su apariencia y circunstancias de vida, internamente no se puede engañar al corazón. La intimidad auténtica no puede ser fingida.
La intimidad auténtica es principalmente un estado emocional que irradia hacia nuestras experiencias mentales y físicas, no está determinada por ellas.
Igual que la experiencia de la conciencia del momento presente, es más fácil afirmar lo que no es la intimidad auténtica, que describir exactamente lo que es. Describir con demasiada claridad lo que es, alienta al cuerpo mental a asumir que existen una serie de reglas que seguir para lograr la experiencia. Solo hay lineamientos para entrar en la intimidad auténtica, la experiencia real siempre se rinde y se encuentra con, lo desconocido.
La diferencia entre los niños y las niñas, y los hombres y las mujeres, es que los niños y las niñas todavía creen que la calidad de sus relaciones tiene algo que ver con la persona con quien se relacionan. Los hombres y las mujeres saben que esto es una ilusión, y que comportarse de acuerdo a esto es ilusorio.
Los hombres y las mujeres saben que la calidad de cualquier relación a la que entran con otro, está determinada por la condición de su propio corazón.
Consideramos entrar seriamente a una relación consciente con otro, cuando ya hemos experimentado hasta cierto grado este calibre de relación con nosotros. Los niños y las niñas entran a una relación con otro, no para continuar su auto-desarrollo, sino para ocultarse de él. Su atención por lo tanto está principalmente en el otro, en “lo que estamos obteniendo de ellos”. En una relación íntima auténtica, la atención está en nuestro propio corazón y en lo que estamos irradiando hacia el otro, en “lo que le estamos dando incondicionalmente al otro”. En otras palabras, cuando se trata de relaciones, otro barómetro útil que diferencia a los niños y las niñas de los hombres y las mujeres, es si la intención está en “el dar” o en “el obtener”.
ESPACIO Y ESTAR JUNTOS…
La intimidad auténtica requiere honestidad, porque la honestidad destruye las ilusiones que emergen de las grabaciones emocionales de nuestra niñez sobre lo que “pensamos” que es de lo que se trata una relación. Otra diferencia discernible entre niños y niñas, y hombres y mujeres, es que los hombres y las mujeres han visto destrozadas sus ilusiones infantiles sobre “enamorarse” y se sienten agradecidos por ello. Viajar hacia una intimidad auténtica requiere confrontar nuestras ilusiones personales sobre las relaciones en todos los niveles; sobre nuestra relación con nosotros mismos, con otros y con lo que Dios es para nosotros. Esto es lo que hace que la intimidad auténtica sea tan crucial en la evolución de nuestra especie. Las religiones y las disciplinas espirituales que nos niegan de cualquier forma esta experiencia, se interponen entre nosotros y la iluminación. Sin experimentar la intimidad auténtica con otro ser humano, la experiencia de la iluminación es improbable. Siempre que somos conducidos a creer que la experiencia monástica célibe es benéfica espiritualmente, estamos siendo engañados, desempoderados y distraídos de nuestro viaje hacia la Auto-realización y la realización de Dios.
La práctica del celibato, de vivir fuera de la experiencia de la intimidad física, mental y emocional con otro ser humano, solo es parte del viaje interno, no es “el viaje”. Vivir monásticamente es necesario, para que podamos adquirir un sentido de nuestra propia energía, nuestro propio Ser. No podemos obtener un sentido claro del Ser si estamos enmarañados dentro de nuestra unidad familiar de nacimiento, ni podemos lograr esto cuando nos salimos de nuestra experiencia familiar y nos dirigimos directamente hacia una experiencia de relación con otro.
Es altamente benéfico y necesario vivir monásticamente en un estado de celibato durante un periodo de nuestra vida, para que podamos obtener un sentido del ser auténtico.
Durante una experiencia de celibato transicional, es cuando entramos, exploramos y establecemos una relación auténtica con nosotros. Cuando entramos a una relación física con otro, sin habernos dado primero una oportunidad de obtener “un sentido del Ser”, inevitablemente nos perdemos completamente dentro de “la relación”. “La relación” entonces se convierte en todo para nosotros. En consecuencia, reaccionamos al confinamiento de este predicamento “buscando espacio”. Tener un sentido personal del espacio solo es posible cuando tenemos un sentido del Ser, de nuestra propia energía, de lo que se siente estar en el mundo emocionalmente desapegado de otros. Idealmente, esta experiencia de celibato, con la intención de obtener un “sentido del Ser” tangible, debe establecerse y mantenerse durante un periodo razonable de tiempo antes de entrar en una relación íntima física, mental y emocionalmente con otro.
Un hombre y una mujer le dan espacio a la relación entre ellos, mientras que un niño y una niña, cuando se relacionan entre sí, inevitablemente terminan necesitando espacio del otro.
Vivir a través de un periodo de celibato auto-inducido es “la práctica de reconocer y mantener la atmósfera de espacio dentro del propio Ser, para tener la capacidad de llevar esta experiencia de espacio hacia todos los otros encuentros”. Este sentido de espacio interno entonces se lleva hacia una relación íntima iniciada conscientemente con otro, y es lo que le da a dicha relación espacio para respirar.
“El espacio” es lo que le da vida a la intimidad, no el estar juntos.
No es posible una relación íntima con otro ser humano, si seguimos entreteniendo las ilusiones grabadas dentro de nosotros por nuestros padres, cultura, religiones, política y sistemas económicos. Una de esas ilusiones es que podemos usar una relación como un medio para “estar juntos”. Sin embargo, cualquiera que se ha tomado tiempo para explorar una relación consigo mismo, sabe bien que nuestro estado de ser no se genera externamente; es una experiencia interna que está determinada por la condición del mundo interno. Primero tenemos que alcanzar la maestría de estar con nosotros, antes de poder estar auténticamente con otro. Si no logramos esa maestría antes de entrar a una relación, asumiremos que “estar juntos” se logra a través de las cosas que “hacemos”. Nuestra relación por lo tanto no será un estado de “estar con el otro”, sino que será caracterizado por “algo que hacemos cuando estamos juntos”. Entonces creeremos erróneamente que casarse y tener hijos le agregará algo a nuestra relación. En consecuencia, cuando sea que encontremos obstáculos en nuestra relación nos preguntaremos, “¿Qué podemos hacer para arreglar nuestros problemas?” Definiremos la salud de nuestra relación en base a “lo que hacemos juntos y qué tanto hacemos juntos”.
Si no hemos establecido un sentido del Ser, un sentido de espacio personal, entonces cuando sea que el espacio busque entrar a nuestra experiencia de relación, asumiremos que “algo está mal”.
Diremos, “has estado callado/a… ¿hay algo malo?” O, “No hemos hecho nada juntos en un tiempo… ¿está pasando algo malo?” Bajo dichas condiciones nuestros haceres son necesarios para llenar cualquier espacio vacío que entre a la relación. Una vez que nos aburrimos de nuestros haceres, y el espacio empieza a entrar en estos momentos de quietud en aumento, asumiremos que la relación se terminó.
Destruir este tipo de ilusiones sobre las relaciones requiere que confrontemos los diversos aspectos de la fantasía que hemos construido alrededor del amor, el matrimonio, las relaciones, el sexo y todo lo que asociamos con tener una relación íntima con otro ser humano. Confrontar y desmantelar nuestra fantasía, es lo que nos despierta a la autenticidad.
Debemos desentrañar la ilusión sobre las relaciones del “Había una vez”, para dejar ir nuestro intento inauténtico de usar las relaciones como un medio para “vivir felices para siempre”.
EL SENDERO DE LA CONCIENCIA
Para ayudarnos a desmantelar nuestras grabaciones sobre el papel de las relaciones en nuestra evolución, es necesario volver a conocernos con el Sendero de la Conciencia, como se discute en el libro, EL PROCESO DE LA PRESENCIA.
El Sendero de la Conciencia es una herramienta conceptual que nos empodera para comprender y por lo tanto trabajar a lo largo de nuestro flujo natural de energía, conforme se mueve desde nuestro nivel vibratorio hacia y a través de nuestra experiencia emocional, mental y física.
Es precisamente porque no somos conscientes de, y por lo tanto no honramos, el camino energético natural de la conciencia que todos usamos en cada encuentro que tenemos en este mundo, que tan fácilmente aceptamos estados ilusorios como reales y como posibilidades duraderas.
Si los pilotos no comprenden las mecánicas de la aerodinámica, no es posible que vuelen un avión. Sin esta conciencia cualquier creencia que tengan en cuanto a su habilidad para pilotear una nave, estará basada en una ilusión, tal y como un niño jugando con un avión de juguete. Lo mismo aplica al paradigma de las relaciones. A menos de que comprendamos el Sendero de la Conciencia, y trabajemos conscientemente en él, nuestra intención de entrar en una relación y de experimentar intimidad auténtica está destinada a ser una fantasía. Esto se debe a que sin esta conciencia nos acercaremos a la experiencia basados en nuestra grabación y en lo que el mundo nos modela, y todo esto descansa en la ilusión. Familiarizarnos con el Sendero de la Conciencia nos despierta a las mecánicas energéticas sobre las cuales debe fluir toda relación para ser auténtica y verdaderamente íntima.
Cuando un piloto despega y aterriza existen ciertos procedimientos que deben seguirse para facilitar esta experiencia. Nuestra entada a este mundo no es diferente; cuando nacemos en este mundo nuestra conciencia se mueve deliberadamente a lo largo de un camino energético que no es aparente para nosotros de inmediato. Este Camino de Conciencia es fácilmente discernible observando el desarrollo inicial de un bebé. Cuando nace un bebé:
Primero es un ser puramente emocional.
Después comienza a usar su comportamiento emocional para comunicarse; su conciencia entra en la actividad mental.
Después comienza la participación física en su experiencia, al ser capaz de controlar conscientemente su cuerpo; alcanzando cosas y sosteniéndolas, etc.
El Sendero de la Conciencia por lo tanto se mueve desde lo emocional, a lo mental a lo físico. Este camino también es evidente conforme pasamos de la niñez a la adultez. Como niños somos principalmente seres emocionales. Alrededor de la edad de 7 años entramos entonces a la escuela e incrementamos nuestra actividad mental, en ese punto somos llamados niños y niñas. A la edad de catorce pasamos a través de una transformación física llamada pubertad y somos subsecuentemente llamados adolescentes. Esta etapa continúa hasta los 21, en dicho punto celebramos nuestra entrada a la adultez.
Podemos ver claramente que cada uno de estos ciclos de 7 años está enfocado en un aspecto diferente de nuestro desarrollo, como niños nuestro desarrollo es emocional, como niños y niñas nuestro enfoque se vuelve incrementalmente mental, y como adolescentes nuestro enfoque se vuelve más físicamente orientado. El Sendero de la Conciencia nuevamente se mueve desde lo emocional a lo mental a lo físico.
El Sendero de la Conciencia es evidente en todas nuestras actividades seamos conscientes de ello o no. Cuando tenemos muy poca conciencia de nuestro cuerpo emocional o ninguna, nuestra atención por lo general solo está consciente de nuestra participación mental y física dentro de este camino. Por ejemplo, podemos ver un vestido colgado en el aparador de una tienda, que magnéticamente atrae nuestra atención. Esto puede parecer inicialmente que queremos el vestido por cómo se ve, por los aspectos físicos de la experiencia. Sin embargo, si somos capaces de revisar con nosotros emocionalmente, descubriremos que nuestra atracción por el vestido se deriva de “un sentimiento”; por la forma en que creemos que dicho vestido nos permitirá sentir. Debido a que el cuerpo emocional es el punto causal del Sendero de la Conciencia conforme entramos e interactuamos con este mundo, el contenido emocional de la experiencia es siempre el punto causal seamos o no conscientes de ello. Cuando vemos el vestido primero albergamos una ilusión de cómo nos hará sentir (emocional), después calculamos cómo lo vamos a adquirir (mental), y solo entonces lo compramos y lo usamos (físico). Entonces, el simple hecho de adquirir un vestido honra obedientemente el viaje a lo largo de este camino desde lo emocional a lo mental a lo físico.
Desde el punto de comprarlo viajamos a lo largo del Sendero de la Conciencia otra vez: Si usamos el vestido y la reacción de otros no es lo que deseamos, si no nos permite sentirnos bien cuando lo usamos en público, entonces mentalmente decidimos que no es apropiado, físicamente nos lo quitamos, lo colocamos en el cajón y pretendemos que no existe más.
Esta obediencia hacia el Sendero de la Conciencia aplica igualmente a comprar un auto, obtener “ese” trabajo, tener “esos” amigos, y por supuesto, encontrar “al indicado” de quien nos vamos “a enamorar”, con quien nos vamos a casar y a “vivir felices para siempre”. Todos esos movimientos de nuestra conciencia viajan a lo largo de este Sendero de la Conciencia. Ahora examinemos este movimiento de energía en la luz de lo que hemos llamado “enamorarse”.
Cuando todavía somos niños y niñas emocionalmente, y nos encontramos atraídos hacia alguien hasta el punto en el que creemos que “es el indicado o indicada”, lo que realmente estamos diciendo es: “Esta es la persona que puede satisfacer mis necesidades y deseos por mi y que puede hacer por mi lo que yo no estoy suficientemente maduro para hacer por mi mismo.”
Todo romance, toda atracción repentina por otro ser humano, sin importar como disfracemos las circunstancias con “Hollywood”, es una experiencia que está dirigida inconscientemente, y una que solo se despierta dentro de nosotros cuando descubrimos nuestro propio estado incompleto reflejado en el otro. El punto causal de este impulso repentino de “pasión” proviene siempre de una insuficiencia en nuestro propio cuerpo emocional. Usualmente, debido a que no tenemos una conciencia de nuestro cuerpo emocional, y debido a que estamos paralizados físicamente por el mundo, creemos que estamos siendo atraídos por la belleza física del otro. Sin embargo, de la misma forma que con el vestido o con el auto, nos sentimos tan atraídos por la forma en que nos hacen sentir, o la forma que pensamos que podemos sentir en relación a alguien como ellos.
Lo que realmente estamos diciendo cuando exclamamos, “¡He encontrado a alguien que me hace feliz!” es que hemos encontrado a alguien que refleja los asuntos que tenemos que resolver dentro de nosotros, con el fin de llevar a nuestro cuerpo emocional al equilibrio.
Desafortunadamente, debido a que carecemos de una conciencia del cuerpo emocional, ni siquiera nos acercamos a darnos cuenta de la realidad de esto. En consecuencia, entramos a la danza inconsciente llamada “romance” creyendo que nos estamos dirigiendo hacia un experiencia llamada “felicidad”. Inevitablemente, las mismas características que nos atrajeron inicialmente a esta persona, pocos días después de la ceremonia de matrimonio, son los mismos atributos que comienzan a volvernos locos.
Este es el predicamento inevitable de todos los que se lanzan de cabeza e inconscientemente a lo largo del Sendero de la Conciencia, hacia cualquiera que refleje sus asuntos emocionales desintegrados. Este comportamiento inconsciente e ignorantemente dichoso, es el fundamento de todo romance. El romance es inconsciente por naturaleza, una danza embriagadora que termina con una cruda emocional la mañana después de la boda.
Entre más nos eduquemos sobre el Sendero de la Conciencia, más conciencia llevaremos al punto causal de nuestro comportamiento – lo que significa familiarizarse con la condición de nuestro cuerpo emocional – y menos probable será que bailemos hacia los brazos de otra relación fantasma.
Cuando somos llevados hacia una relación con otro ser humano sobre las alas de la pasión, estamos entrando en una relación inconsciente, en donde la posibilidad para experimentar la intimidad auténtica es improbable. Podemos tener encuentros breves con ella, como un sabor de dicha temporal que se tiene cuando somos introducidos a un nuevo narcótico, pero este gusto se amargará y lo perseguiremos en vano hacia los corredores sin salida de la desilusión y la angustia. Debido a que hemos entrado a la relación inconscientemente, lo habremos hecho como “un medio para satisfacer nuestras necesidades y deseos”; lo habremos hecho en un intento por “obtener algo” del otro. Todos nuestros barómetros para tener éxito en este tipo de relaciones estarán basados por lo tanto en las actividades y en los logros físicos, como casarse, tener hijos, comprar una “buena” casa, vivir en una zona aceptable, tener los amigos adecuados, establecernos en la carrera correcta, etc.
En otras palabras, la intención de una relación inconsciente tiene mucho que ver con movernos a través del Sendero de la Conciencia desde lo emocional, a lo mental a lo físico; la relación es un medio por el cual nos establecemos físicamente en el mundo. Nuestra relación por lo tanto solo durará y se sentirá satisfactoria de acuerdo con nuestra habilidad para lograr esos parámetros físicos. Si, por alguna razón, prevalecen las circunstancias que impiden nuestros intentos, la relación comenzará a desmantelarse automáticamente. Debido a que no hay amor real en una relación inconsciente, las cosas, el estatus, el éxito externo, son todo lo que importa. A menos de que pueda mantenerse este enfoque de cuento de “vivieron felices para siempre”, la relación entra en peligro.
Esto nuevamente es un carácter de definición crucial que separa a las relaciones conscientes de las inconscientes, o a los niños y niñas de los hombres y las mujeres; los niños y niñas necesitan juguetes y cosas, muñecas y carros, palmadas en la espalda y premios, para mantener su casita de juguete andando. Si estos juguetes y gustos no están presentes, se termina la diversión y nadie quiere jugar “a la casita” nunca más.
Los hombres y las mujeres que entran a relaciones conscientes con la intención de explorar la intimidad auténtica no requieren apoyos externos.
La razón para esto es porque una relación consciente no tiene que ver con llevar el Sendero de la Conciencia hacia niveles más agudos de externalización; tiene que ver con invertirlo. Cuando sea que buscamos acercarnos a nosotros mismos o a lo que es Dios para nosotros, automáticamente invertimos el Sendero de la Conciencia. Un niño que reza es un buen ejemplo de esto: Cuando un niño reza primero se hinca y junta sus manos (físico), después dice su oración (mental), y estas palabras inician una profundidad de sentimiento (emocional) en aquellos que lo escuchan. Su acto de orar está invirtiendo automáticamente el Sendero de la Conciencia y por lo tanto está moviendo la energía desde lo físico, hacia lo mental, hacia lo emocional.
La misma reversión de energía se atestigua en las prácticas de meditación: Primero nos enseñan a quedaron quietos en una postura (físico), después se nos da un mantra para enfocar nuestros pensamientos (mental), y después a través del compromiso intentamos activar sentimientos de amor y devoción (emocional). Los aspectos físicos y mentales de la oración y la meditación, sirven para mover nuestra atención a lo largo del Sendero de la Conciencia, hacia el punto causal de nuestra experiencia en este mundo, lo emocional o el corazón, y es solo cuando activamos esta parte de la experiencia, que se convierte en una experiencia real y transformadora para nosotros. Solo cuando entramos al “corazón de la materia” somos capaces de iniciar una experiencia vibratoria auténtica (espiritual). La oración o la meditación sin el sentimiento son algo mecánico y no logran nada de sustancia. Esto se debe a que nuestra esencia, o nuestra conexión con lo que Dios es para nosotros, no puede ser experimentada a través de las circunstancias físicas o la actividad mental solamente; requiere del componente del “sentimiento” para que perciba e interactúe con el atributo vibratorio de nuestro Ser. Es a través del corazón que llegamos a conocernos y a lo que Dios es para nosotros, porque es a través del corazón que entramos en una conciencia del reino vibratorio. El reino vibratorio no puede ser conocido a través del pensamiento o de las circunstancias físicas solamente, debe ser buscado por medio de un movimiento desde lo físico, a través de lo mental, y luego hacia y a través del cuerpo del sentimiento para ser percibido auténticamente.
El cuerpo del sentimiento, el corazón, es el portal hacia la conciencia vibratoria.
Cuando entramos a una relación consciente con otro, esta también debe ser nuestra intención: Que “la relación” sea un vehículo para facilitarnos revertir conscientemente, la dirección en la que nuestra conciencia se mueve a través del Sendero de la Conciencia. No buscamos una intimidad auténtica como un medio para exteriorizarnos más en lo físico; la ejercemos conscientemente como un medio para mover nuestra conciencia desde lo físico, a través de lo mental, y hacia lo emocional, con la intención de abrazar lo vibratorio en la experiencia. Por lo tanto las casas, los autos, el matrimonio, los hijos, el estatus, los vecinos adecuados, y posición social apropiada, no tienen absolutamente nada que ver con la “relación”. Estas experiencias externas pueden ir y venir como las estaciones, pero no determinan la estructura de una relación consciente; solo “nuestro nivel de presencia entre los dos” lo logra; Y, todo esto está determinado no por la otra persona, sino por la profundidad de nuestra relación con nuestro propio corazón.
Entrar a una relación con alguien para revertir conscientemente nuestro movimiento a lo largo del Sendero de la Conciencia, para que nuestra conciencia se ancle en el punto causal de nuestra experiencia, es la intención de los hombres y las mujeres. Los niños y las niñas no tienen ningún interés en cosas así; su enfoque está en los juguetes y en satisfacer sus necesidades y deseos a través de “mamá y papá” – o quien sea que puedan seducir para que juegue esos roles para ellos.
RITOS DE PASAJE
En esta edad civilizada nuestro viaje a través y a lo largo del Camino de la Conciencia desde la niñez hacia la madurez, se desarrolla inconscientemente. Sin embargo, esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en nuestra experiencia humana cuando las comunidades reconocían este camino energético y sus puntos de transición con procedimientos delibrados llamados “ritos de pasaje”.
Un rito de pasaje es un procedimiento integrador conscientemente iniciado y facilitado, que nos empodera para pasar de un estado de ser a otro.
“Las Ceremonias de Nombre” solían ser parte de nuestra experiencia evolutiva cuando todavía vivíamos en comunidad entre nosotros. Estas servían como un rito de pasaje importante para marcar colectivamente y para reconocer el movimiento de un individuo a lo largo del Camino de la Conciencia desde la niñez hasta la edad adulta. Cuando nacía un niño se le daba un nombre basado en las circunstancias en las que entraba a este mundo. Si el niño llegaba a este mundo gritando y pateando, o emanando tranquilidad, este comportamiento sería registrado subsecuentemente y se reflejaba en el nombre. Si el niño nacía en condiciones climáticas inusuales, esto también sería reflejado en el nombre. De esta forma el evento de la llegada del niño era reconocido como inseparable del ambiente y las circunstancias en las que nacía.
A la edad de siete años se le daba al niño un nuevo nombre; un nombre tomado tras la observación de su comportamiento como un ser emocional, un nombre para marcar su transición de “infante” a “niño o niña joven”. Este nombre también marcaría un cambio en la forma en la que este individuo participaba dentro de la comunidad. Al ser reconocido ahora como un “niño joven”, se requería que entrara a un estado más profundo y consciente de aprendizaje sobre su cultura a través de los ancianos. Las historias que se le narraban tomarían una estructura más práctica; su contenido ahora tenía la intención de desarrollar las capacidades mentales del individuo.
A la edad de 14 años el niño o niña haría entonces la transición por medio de otra ceremonia de nombre, hacia la experiencia de convertirse en “un hombre o mujer joven”, o un adolescente como se llama a esta etapa en nuestra sociedad hoy en día. Este nombre recién otorgado reflejaría sus dones y talentos, con la intención de extraer el potencial de su futura contribución a la comunidad. Esta ceremonia de nombre también marcaría un incremento en su responsabilidad física dentro de la comunidad. La ceremonia de nombre final tomaría lugar alrededor de los 21 años. Durante esta ocasión se les daría el nombre que llevarían por el resto de sus días, serían considerados totalmente como hombres y mujeres, y comenzarían a hacer el viaje a través de la vida, que tenía la intención de llevarlos al estatus respetado de “Anciano”.
Los ritos de pasaje como este, aseguraban que todos los individuos que entraran a este mundo, viajaran conscientemente sobre El Camino de la Conciencia de forma que los despertara hacia su potencial individual y los integrara física, mental y emocionalmente dentro de sus comunidades. Esto los empoderaba para apreciar sus características únicas y para sentirse íntimamente parte de su mundo.
Hoy la mayoría de las comunidades ya no tienen ritos de pasaje conscientes. Subsecuentemente, viajamos el Camino de la Conciencia en forma inconsciente, sin comprender nuestro lugar en el mundo, no podemos integrar nuestras experiencias internas y externas, y no sabemos, ni tenemos la oportunidad, para expresar plenamente nuestro potencial. En consecuencia, nos sentimos perdidos en un mundo que parece no tener ningún significado. En esta edad moderna parecería que tenemos muchos, muchos pasajes para elegir, y así creemos que somos libres, liberados y avanzados, pero no lo somos. Sin ritos de pasaje conscientemente iniciados para guiarnos a lo largo del Camino de la Conciencia, nos quedamos aprisionados conceptualmente en pasajes ilusorios que no conducen a ninguna parte. Ahora entramos a pasajes de cambio basados en la gratificación instantánea. Estos caminos conceptuales, como en lo que se ha convertido la institución del matrimonio en estos días, no están construidos con la intención de llevarnos hacia la experiencia de la madurez auténtica como hombres y mujeres, sino para consentir las necesidades no integradas y los deseos de los humanos emocionalmente atrofiados, a quienes no se les ha facilitado la forma para crecer conscientemente.
Aunque ya no tenemos ritos de pasaje, todavía buscamos instintivamente estas experiencias. Sin embargo, ahora entramos en ellos inconscientemente. En consecuencia, en lugar de a ser creativos e integrativos, se han convertido en destructivos y por lo tanto en el fruto de la desintegración. Permítanos examinar dos formas en las que ocurre esto:
Cuando funcionábamos en comunidad, a los jóvenes de alrededor de 14 años, cuando se les conducía a través de su experiencia de pubertad, se les marcaban sus cuerpos de alguna forma para reconocer la parte física de este momento de transición. Ahora los adolescentes se hacen perforaciones para colocar adornos y se tatúan, en un intento por lograr este rito de pasaje. Sin embargo, sin la guía de los Ancianos a través de este rito de pasaje, estas prácticas se vuelven afirmaciones reactivas, en lugar de rituales responsivos. Se vuelven adictivas en lugar de constructivas.
Cuando funcionábamos como comunidad, los hombres y mujeres jóvenes de 21 años eran dirigidos hacia la madurez, guiados por los Ancianos que les daban plantas psicoactivas medicinales. Esta experiencia los empoderaba para entrar en estados expandidos de conciencia, que destruían los límites de la conciencia individual, para que el nacimiento a la adultez pudiera sentirse en la experiencia y conocieran su presencia como “una parte integral del todo”. Esto también facilitaba una conexión consciente con “los ancestros”, o a lo que ahora nos referimos como el reino vibratorio. Hoy este rito de pasaje ha degenerado en comprar un barril de cerveza, fumar alguna hierba, y quedarse ciegos de borrachos en el cumpleaños número 21 de alguien.
Hoy todavía honramos El Camino de la Conciencia, pero lo hacemos inconscientemente y por lo tanto, en forma destructiva. Al desmantelar, destruir y desacreditar las prácticas de los ritos antiguos de pasaje, y al hipnotizarnos en la creencia de que estos antiguos procedimientos eran incivilizados, primitivos, infructuosos, sacrílegos e innecesarios, hemos caído presa de las ilusiones instiladas en nosotros por las religiones, la política y los sistemas económicos. Los ritos de pasaje que servían para facilitar nuestra evolución hacia estados integrados del ser, son ahora remplazados por conductos sociales ilusorios, que tienen la intención de condicionar y preparar al individuo para entrar a las instituciones de educación, matrimonio, la conciencia de separación de la unidad familiar, y la profesión de vida, con la promesa eventual de la recompensa en la línea de meta. Todos estos ritos de pasaje y los corredores en los que gobiernan nuestra conciencia, son experiencias ilusorias, en compartimentos, fragmentadas, que sirven deliberadamente para transformar seres humanos únicos, en forraje predecible para la línea de producción de la mentalidad de las ganancias. Estos se han convertido en “ritos de ganancia”.
En el corazón mismo de esta ilusión está la institución llamada “matrimonio” y la trampa hacia este corredor ilusorio es el cuento de hadas alrededor de “enamorarse”. Al abrazar esta idea, al perseguir esta fantasía, y al entretener esta seducción hipnótica de “enamorarse y vivir felices para siempre” como algo con sustancia, destruimos automáticamente la posibilidad de experimentar intimidad auténtica con nosotros, otro y con la vida. Al “enamorarnos” entramos a un corredor que conduce solo a la disolución, el desengaño y la desesperación silenciosa. Hasta que podamos ver esto por lo que es, permanecemos siendo niños y niñas. En el momento en que nos damos cuenta de que esto no es nada más que un cuento de hadas, estamos listos para convertirnos en hombres y mujeres.
El matrimonio es una fantasía que solo es atractiva para los niños y las niñas.
Los hombres y las mujeres pueden ver a través de la trampa.
La creencia de que el matrimonio puede contribuir en cualquier forma a nuestro nivel de intimidad con otro ser humano, es ilusorio.
Si realmente amáramos a alguien lo último que haríamos es casarnos con él/ella. El matrimonio en estos días y esta edad, está diseñado para destruir cualquier semblanza de relación significativa. Es una herramienta que sirve solo a agendas políticas, económicas y religiosas. Es una forma para organizar y arrear seres humanos hacia la mentalidad de borregos. Se ganan billones de dólares al año a través de esta ilusión. Es una infraestructura social diseñada para reproducir, entrenar y proveer programas orgánicos a la infraestructura política que dirige el planeta. Mantiene un sistema de educación que no le enseña nada sobre la vida a los humanos, que no sea todo lo relacionado con ganarse la vida. Previene a los individuos, en una edad crucial cuando la energía y la curiosidad están exaltadas, de entrar en la auto-exploración. No es nada más que un mecanismo fotostático que intenta mantener a la humanidad en pilas arregladas predecibles. No tiene nada que ver con iniciar una relación consciente, auténtica, o íntima entre dos seres humanos. El matrimonio abordado a través del corredor de la pasión romántica, asesina la conciencia, la autenticidad, la intimidad y es el clavo en el cofre que entierra el amor. El matrimonio como un rito de pasaje en estos días y esta edad, conduce solo a la desilusión, la disolución, y la desesperación silenciosa.
EL CUENTO DE HADAS…
En este mundo moderno la mayoría de los que nos hacemos llamar adultos, somos internamente todavía niños y niñas. Esto es difícil de admitir, porque queremos aparentar desesperadamente que somos “adultos”. Asumimos que debido a que tenemos cuerpos adultos, que estamos casados, trabajamos en grandes corporaciones, ganamos sueldos considerables, les decimos a otros qué hacer, tenemos nuestras propias casa y autos, somos “adultos”. Nada está más lejos de la verdad. Solo cuando podemos vernos por lo que somos y lo admitimos, es que somos capaces de madurar nuestro predicamento emocional. La negación de nuestra condición emocional actual no logra nada más que una pretensión continua. Se le escucha a los niños decir “vamos a jugar a pretender que” Mientras seguimos pretendiendo que somos algo que no somos, seguimos siendo niños y niñas. No somos adultos hasta que tomamos plena responsabilidad por la cualidad de nuestra experiencia, y por lo tanto por la condición de nuestro cuerpo emocional.
Ser emocionalmente inmaduros no es una enfermedad, ni lo es el resultado de haber hecho algo equivocado; es la consecuencia natural de vivir en un mundo que no valora, y por lo tanto no apoya, el desarrollo emocional como un atributo necesario en la salud de su población.
Estar emocionalmente atrofiados es la consecuencia natural de ser un ser humano en estos días. Toda supresión deliberada del cuerpo emocional la lleva a cabo el impotente emocional, los niños y niñas en el jardín de infantes de la humanidad. Esto no lo hace aceptable, ni puede usarse esta condición como una excusa para culpar a otro por nuestra experiencia. La realidad es que las instituciones del mundo no valor y apoyan el desarrollo emocional, porque este aspecto de nuestra evolución tiene que ser generado internamente. No podemos madurar emocionalmente porque “lo necesitamos o lo queremos”; solo podemos entrar a una evolución emocional auténtica porque “lo elegimos”. La evolución emocional, para que sea real y por lo tanto duradera, debe buscarse como una respuesta a nuestro corazón, no como una reacción al mundo. Si, pueden impedirnos saber esto, pero el hecho es que aquellos que se comportan de esta manera, solo lo hacen porque no están emocionalmente desarrollados. Culpar a una serpiente por comer polluelos en un nido porque tiene hambre es inútil.
En esta discusión en la búsqueda por intimidad auténtica, lo que nos clasifica como “un niño” o “una niña” es que emocionalmente no hemos crecido. Los niños y las niñas son seres humanos que ya no son infantes, pero que todavía no se han convertido en hombres y mujeres. Convertirse en un hombre o una mujer, no tiene nada que ver con el logro mental o el desarrollo corporal físico.
Convertirse en un hombre o mujer real, es una consecuencia de la evolución emocional auto-determinada.
La mayor parte de nuestro planeta está dirigido por niños y niñas satisfaciendo los caprichos de la madurez emocional de niños y niñas. Debido a que ponemos demasiado énfasis en la habilidad mental o física, asumimos erróneamente que la brillantez mental y la destreza física tienen algo que ver con la inteligencia adulta auténtica. La arena de la política es la evidencia de esta creencia equivocada. Esta suposición es un grave error. La inteligencia, estar integrados, debe tener a la madurez emocional como su punto causal. Ser listos o ingeniosos no nos hace inteligentes. La inteligencia, para ser auténtica, tiene que nacer en el corazón, en el cuerpo emocional, e irradiar a lo largo del Camino de la Conciencia hacia nuestras experiencias mental y física. Las actividades mentales y físicas desprovistas de madurez emocional no pueden ser definidas como inteligentes.
La historia es un mapa de la estela dejada por el impotente emocional. Todas las guerras, ya sea que las percibamos como instigaciones religiosas, políticas o económicas, son iniciadas por niños y niñas. Todo crimen y acto destructivo de anarquía que causa dolor y sufrimiento a otros, es cometido por niños y niñas. Todos los actos carentes de consecuencia de conciencia son cometidos por niños y niñas. Todas las organizaciones religiosas tradicionales, intolerantes de otras creencias, están fundadas y mantenidas por niños y niñas. Todas las actividades comerciales que causan daño a la vida en la tierra, son dirigidas por niños y niñas. Toda acumulación por el hecho de acumular es perpetrada por niños y niñas.
Emocionalmente, un niño y una niña es un ser humano que todavía depende de sus padres (o de otros a quienes han convertido en arquetipos paternos) para que satisfagan sus necesidades y deseos. Un niño todavía necesita una palmada en la espalda y una niña todavía necesita que le digan que se ve bonita, o viceversa. Niños son todos los que todavía necesitan que alguien les diga qué hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo y que les califique qué tan bien lo hicieron. Esta necesidad de validación externa sobre la experiencia propia, provienen de una incapacidad de darnos a nosotros mismos esta calidad en el apoyo emocional.
Cuando nuestro comportamiento todavía está dirigido por la necesidad y el deseo de validación externa, todavía estamos en la etapa del niño y la niña en nuestro desarrollo emocional.
La causa de nuestra insuficiencia emocional, como ya lo discutimos, está en parte relacionada con el hecho de no haber experimentado ningún rito de pasaje auténtico hacia la adultez. Sin la guía que nos facilitara el paso a través de estos ritos de pasaje, estamos mal equipados emocionalmente para hacer elecciones que nos conduzcan a lo largo de corredores que promuevan el auto-desarrollo y por lo tanto la evolución. Somos por tanto vulnerables a seleccionar los pasajes que nos presentan, que detonas nuestro interés a través de su promesa de “cuidar de nosotros”. Somos guiados hacia estos pasajes a través de nuestras necesidades y deseos no resueltos y no por nuestra intención de evolucionar. Somos atraídos automáticamente a corredores que nos prometen cosas, apoyo y felicidad. Hasta que conscientemente nos proponemos resolver nuestros estados emocionales no integrados, que ocasionan que seamos dirigidos no por lo que nos sirve, sino por nuestra necesidad y deseo, permanecemos atraídos a entrar a pasajes que no son más que cuentos de hadas.
Así que este es otro barómetro con el cual discernir si todavía somos emocionalmente “un niño” o “una niña”: nuestra propensión a comprarnos el cuento de hadas de “vivir felices para siempre”. Este cuento de hadas insidioso es el mismo para todos en el mundo moderno. Tiene pasos predeterminados que, si se siguen, prometen felicidad perfecta:
El Programa de 12 Pasos para “Vivir Felices Para Siempre”:
– Terminar la escuela.
– Ir a la universidad.
– Enamorarse de una persona guapa/hermosa.
– Casarse.
– Iniciar una carrera profesional.
– Comprar una casa en un área adecuada (más un auto nuevo).
– Tener hijos.
– Obtener una promoción en el trabajo.
– Inscribir a los hijos en buenas escuelas.
– Retirarse rico, saludable y feliz.
– Ver a los hijos casados con parejas guapas/hermosas.
– Observar atardeceres con los nietos sobre la rodilla.
La búsqueda del “niño y la niña” es la creación de una familia perfecta, la carrera perfecta, y el futuro perfecto. La palabra “perfecto” es importante en todos los cuentos de hadas. El éxito de toda esta ilusión depende de la institución de “enamorarse y casarse” como el rito de pasaje necesario y apropiado, el paso que abre la puerta hacia esta tierra de fantasía. Sin embargo, este cuento de hadas no tiene sustancia. No tiene sustancia porque sin importar lo que el mundo nos imponga como un barómetro del éxito, el corazón no puede ser engañado.
Podemos perseguir este cuento de hadas testarudamente, a pesar de toda la evidencia de que no estamos cosechando todas las promesas de la felicidad eterna, y esto lo hacemos los humanos voluntariamente. Esto se debe a que no han sido abiertos otros corredores para nuestro desarrollo. Los pasajes que no se someten a este mapa socialmente aceptable, son percibidos como excepciones a la regla, riesgosos, ilusiones e improductivos. Cuando seguimos siendo niños y niñas emocionalmente, tenemos miedo de salirnos del juego porque no existe un apoyo externo para dicho comportamiento. “Enamorarse y casarse” es algo aceptado y apoyado por todos y por lo tanto es el pasaje que elegimos.
Afortunadamente, está sucediendo un cambio importante en la alcoba; el cuento de hadas se está rompiendo en pedazos. El matrimonio ha sido durante generaciones el clavo de ataúd para la ilusión de “enamorarse y vivir felices para siempre”, y ahora muchos ya no tienen miedo de reconocer esto. Conforme nuestra familia humana despierta del estado de sueño de estas ilusiones, que es lo que nos está pasando a todos nosotros, la motivación para establecer y mantener dicha fantasía se está volviendo cada vez más difícil de mantener. Esto se ve en el rango creciente de divorcios, las familias con padres solteros, y personas que están eligiendo una carrera en lugar del matrimonio. Se está volviendo claro que el mapa de experiencia de vida que las generaciones pasadas aceptaron automáticamente, ya no es el “el pasaje correcto”; ¡no conduce a ningún lado!
Pero sin otra avenida para expresar nuestro dese innato de intimidad con otro, seguimos recorriendo este mismo corredor, solo que en una forma diferente:
– Vivimos juntos, pero no nos casamos.
– Tenemos muchas relaciones, pero evitamos cualquier compromiso serio.
– Hacemos intercambio de esposo o esposa, y exploramos las citas por internet.
– Nos volvemos célibes.
Pero, nada de esto lleva a nuestra conciencia hacia la experiencia que está buscando verdaderamente. Como niños y niñas, no sabemos qué es realmente lo que estamos buscando, mucho menos tenemos idea de cómo manifestarlo.
ELIGIENDO CRECER
Ya sea que elijamos el pasaje convencional que se nos ha presentado como un mapa para la felicidad, que prescribe “enamorarse y casarse” como la llave para la felicidad, o rechacemos esto y en su lugar contemplemos comportamientos en las relaciones que no son ortodoxos, seguimos buscando la intimidad auténtica de una forma u otra. Esto se debe a que la motivación para experimentar intimidad con otro, es una parte crucial de nuestra evolución. Pero, como no tomamos responsabilidad por nuestra propia condición emocional (eligiendo crecer emocionalmente), dichos esfuerzos permanecen como auto-destructivos y solo conducen hacia el miedo, la ira y el dolor. Siguen dependiendo de la pasión inconsciente, la gratificación instantánea y el egoísmo infantil. Subsecuentemente, a diferencia de los ritos de pasaje auténticos, se convierten en corredores hacia la inconsciencia, la fragmentación y el estancamiento.
El primer paso en la búsqueda del crecimiento, es hacernos conscientes de que nuestra motivación para entrar en corredores que no conducen a ningún lado, proviene de nuestra condición emocional no resuelta, y que hasta que no hagamos el trabajo interno para restaurar el equilibrio con nuestro propio corazón, permanecemos susceptibles a ser disparados hacia la búsqueda externa desesperada de objetos de utilería y medios ilusorios de apoyo.
Tenemos que comprometernos a convertirnos en nuestro propio medio de apoyo, para que no entremos a la experiencia de una relación, como un medio para que otro nos cargue.
Estar subdesarrollados emocionalmente no es un crimen; es un predicamento del planeta tierra. Existen muchos, muchos factores que contribuyen a este predicamento. Algunos son:
Estamos insatisfechos emocionalmente, porque nacimos en un mundo de padres emocionalmente insatisfechos.
No recibimos amor incondicional, porque nuestros padres no lo recibieron, y por lo tanto no pueden modelar un ejemplo para nosotros de lo que sería una experiencia así.
Nuestros padres se compraron la ilusión de que el matrimonio era un rito de pasaje hacia la felicidad, y después dudosamente nos la vendieron.
Nuestros padres pertenecen a una generación que se casó antes de adquirir un sentido auténtico del Ser, por lo que no había posibilidad de que modelaran para nosotros la necesidad de lograr dicho estado.
Debido a que nuestros padres no podían ver sus Seres auténticos, no podían ni ver ni valorar esto en nosotros; todo lo que veían era aquello en lo que querían que nos convirtiéramos, que necesitaban para poder sentirse satisfechos.
Al ser testigos de su comportamiento necesitado y deseoso, lo emulamos; nos hipnotizamos con la suposición de que “el amor es algo que tenemos que obtener de otro”. Observamos a nuestros padres intentando obtener amor uno del otro, y nosotros a la vez intentamos obtener amor de ellos.
Nuestros padres, motivados por sus necesidades y deseos no resueltos, trataron incluso de obtener amor de nosotros. Si, nuestros padres nos trajeron al mundo pensando que esta era una forma para obtener amor. Debido a que el amor solo puede ser dado, no obtenido, todos los involucrados en esta danza inconsciente y emocionalmente inmadura, permanecen necesitados y deseos, amargados y desilusionados.
Pocos padres lo admiten, pero culpan a sus hijos por arruinar el cuento de hadas al que estaban entrando, la vida “feliz” que el mundo les prometió a través del camino del matrimonio.
La mayoría de los padres en este mundo, todavía son niños y niñas, y los niños y las niñas no están emocionalmente listos para casarse, mucho menos para educar hijos.
Todos estos factores impactan la condición de nuestro cuerpo emocional, manifestando circunstancias energéticas que parecen comportamientos necesitados y deseosos. Para el momento en el que cumplimos siete años de edad, este comportamiento necesitado y deseoso se vuelve parte de nosotros, hasta el punto en que pace normal. Pero, esto es locura, y nuestra gracia salvadora yace dentro de la búsqueda por romper este condicionamiento.
La intención de experimentar intimidad auténtica, es el viaje interior que nos lleva más allá de la pesadilla de tratar de emular a las generaciones anteriores “viviendo felices para siempre”. Por lo general, solo estamos listos y dispuestos a considerar este viaje, a acercarnos a una “relación consciente” con alguien más, cuando nuestras ilusiones se han destrozado. El hecho de que nuestras ilusiones se destrocen con relaciones “fallidas”, es el llamado de Dios para despertar de este predicamento. Desafortunadamente, nuestro corazón a veces necesita romperse en millones de fragmentos, antes de que estemos dispuestos a tomar responsabilidad por su condición. Por lo regular, primero tenemos que abrazar completamente las mentiras sobre el matrimonio entrando a la institución, antes de que esto suceda. Por lo tanto no nos juzguemos duramente sobre el pasado, sino que observemos nuestras experiencias con el ojo de la honestidad. La honestidad es el primer paso en este viaje para despertar a nuestro ser de este cuento de hadas. Para empezar necesitamos hacernos una simple pregunta:
¿Soy un niño/niña o soy un hombre/mujer?
Si pretendemos acercarnos a la experiencia de la intimidad auténtica con cualquier cantidad de integridad, es muy importante que reconozcamos nuestra condición emocional presente. Engañarnos con que estamos listos para una relación consciente cuando no lo estamos, cuando todavía nos estamos ahogando en un comportamiento necesitado o deseoso, nos conducirá inevitablemente a la disolución, el desengaño y la desesperación silenciosa. Solo atraeremos a alguien que nos refleje nuestra propia condición emocional.
Nuestro viaje hacia la intimidad auténtica no tiene que ver con encontrar a la pareja perfecta; tiene que ver con convertirnos en la pareja perfecta. No se trata de obtener amor; se trata de acordar crecer como un hombre o mujer que está listo y dispuesto para dar amor incondicionalmente. No tiene que ver con “vivir felices para siempre”; tiene que ver con comprometerse a una relación en la que la intención sea “estar presente y tan consciente como sea posible en cada momento que se presente”. No se trata de encontrar a alguien con quien apoltronarse y establecer una rutina inconsciente; se trata de estar dispuestos a unirse a alguien en la carrera hacia dentro y hacia arriba, como una ruta consciente de entrada al reino vibratorio.
En cada coyuntura de nuestro viaje la herramienta que nos motiva hacia delante, o hacia atrás, es nuestra habilidad para ser honestos con nosotros mismos; ser honestos incluso si duele. El nivel de condicionamiento del que estamos buscando librarnos es profundo, y se engancha dentro de cada poro de nuestra experiencia humana. Es la conciencia de nuestro predicamento, percibido tan honestamente como sea posible, lo que transforma nuestro predicamento.
Aquí hay algunas preguntas que podemos hacernos. Responderlas honestamente activa la conciencia y por lo tanto la transformación. Verlas con la intención de dar las respuestas “que pensamos que son más maduras emocionalmente” es perder el punto. Si buscamos crecer honestamente este no es el momento para engañarnos. Si buscamos sinceramente un encuentro íntimo auténtico con otro, entonces tenemos que sostenernos en cada momento siendo honestos y auténticos.
¿Quiero enamorarme y estar con alguien especial?
¿Busco una relación porque me siento incómodo viviendo solo?
¿Creo que alguien más me puede hacer feliz?
¿Creo que la felicidad se puede lograr a través de una relación?
¿Busco un marido o esposa porque es lo correcto, o porque se supone que es lo que hay que hacer?
¿Busco casarme porque no quiero terminar solo cuando sea viejo?
¿Busco casarme porque es lo que se supone que pasa en mi cultura?
¿Quiero casarme porque mis amigos están casados, o porque mi familia piensa que ya es tiempo?
¿Siento que necesito tener hijos porque esto me va a completar de alguna forma?
¿Quiero tener hijos porque pronto yo también voy a ser viejo?
Si respondemos que si a cualquiera de estas preguntas, tenemos trabajo interno que hacer antes de estar listos para una relación consciente e íntima con otro ser humano. Decir que sí a cualquiera de estas preguntas, muestra que nuestra intención para estar con alguien está motivada inconscientemente por nuestras necesidades y deseos insatisfechos, por circunstancias externas, y no por nuestra preparación para una intimidad auténtica. Bajo dichas circunstancias estamos buscando un padre externo que ame a nuestro niño interior, o estamos buscando un niño exterior para poder convertirnos en el padre que deseamos haber tenido. O, estamos buscando niños externos como medios para hacer contacto con nuestro niño interior. Estamos buscando por lo tanto a alguien en quien apoyarnos, porque no hemos desarrollado la fortaleza emocional para ser ese apoyo emocional para nosotros mismos. Bajo estas circunstancias, entrar a una relación solo sirve para sedar temporalmente y para controlar nuestras necesidades y deseos, para no tener que enfrentarlos y ocuparnos de ellos.
Cuando somos niños y niñas, usamos las relaciones como un medio para distraernos de la condición auténtica de nuestros propios corazones.
Las necesidades y deseos subyacentes que emergen de todas las preguntas antes citadas, están basadas emocionalmente. La intención de una relación consciente e íntima no tiene que ver con “obtener” nada del otro, especialmente a nivel emocional; no se trata de satisfacer nuestras necesidades y deseos. Tiene que ver con dar, dar, dar, y solo tener la intención de dar sin ninguna condición sobre el amor que se da. Esta es la regla dorada:
Cuando entramos en una relación porque necesitamos o queremos algo, por “obtener”, no podemos experimentar intimidad auténtica.
Entramos a una relación íntima auténticamente solo para dar, no para obtener. Para ser capaces de entrar desde este estado del ser, se requiere “crecer” hasta el punto en que nos convertimos en nuestros propios padres. De otra forma atraemos y somos atraídos inconscientemente a/por personas que quieren ser nuestros padres o que convertimos en nuestros padres. En el momento en que hacemos esto, toda intimidad se entorpece. ¿Quién quiere tener intimidad física con sus padres? Solo los niños y las niñas necesitan y quieren que sus padres se hagan cargo de ellos.
Una relación inconsciente nace de la necesidad y el deseo de que otro se haga cargo de nosotros.
Una relación consciente es una elección de explorar intimidad física, mental, y emocional como un rito de pasaje hacia la conciencia expandida.
LA CARTA AÑO NUEVO 2010
Brillando a Través de la Aplicación
Cuando tenía como 10 años de edad, solía tener un sueño recurrente. En él yo estaba jugando con otros niños. Subíamos árboles o algo parecido. El sentimiento de esos sueños es difícil de traducir en palabras. Podría usar las palabras ‘amor’ o ‘paz’, pero incluso estos términos se sienten limitados para describir lo que sentía mientras estaba con los otros que jugaban conmigo. Parecía que los conocía tan profundamente, tan íntimamente, con una sensación de familiaridad que va más allá de palabras como ‘familia’ o ‘amigos’.
Entonces despertaba de vuelta en mi cama, en este mundo, y mi corazón se rompía. Primero sentía el impacto de su ausencia, y después tenía que enfrentar el hecho de que no tenía forma para regresar a su compañía. Algunas veces esta sensación de pérdida permanecía todo el día. Mi tiempo con ellos se sentía más real que cualquier cosa en este mundo, y era difícil reconciliar mi inhabilidad para regresar a esta experiencia íntima a voluntad. En las noches me acostaba en mi cama intentando proyectarme de vuelta a su compañía, pero nunca funcionaba. Esta experiencia estimulante del sueño siempre se daba cuando menos lo esperaba, no la obtenía a través de mis esfuerzos.
Cuando pongo mi atención en los números del año 2010, alborea un sentimiento definitivo dentro de mi corazón. La única palabra que tengo hasta ahora para este sentimiento es ‘brillo’. Recientemente tuve una de esas noches en donde el sueño fue un extraño distante. Este cambio en los patrones de sueño nos está sucediendo a muchos. De cualquier forma, estuve despierto durante casi tres horas con la experiencia de no ser capaz de dormir. Conforme estaba acostado, me preguntaba ¿cómo se vería la esencia del 2010 como experiencia? La imagen que despertó dentro de mi imaginación me tomó por sorpresa: Me vi a mi mismo reunido inesperadamente con aquellos dentro de mis sueños infantiles. Conforme imaginaba esto, mi corazón ‘brilló’.
El sentimiento alrededor del 2010 me está comunicando que algo que yo asumo como perdido, no lo está – está regresando – inesperadamente – como una visita de un amigo querido que había estado vacante de mi banco de memoria del día a día. Si alguna vez se han reunido inesperadamente con un amigo querido y han sentido reavivada la calidez de la familiaridad antigua – entonces conocen el sentimiento que estoy intentando comunicar. Esta es la esencia del 2010: lo que se asumía perdido se redescubre – lo que está olvidado inconscientemente, es recordado – y lo que se pensaba escondido, es revelado. Algo antiguo es restaurado y renovado. Todo se desenvuelve inesperadamente – y todo nos es dado con el único esfuerzo de estar dispuestos a abrir nuestro corazón lo suficiente para recibirlo. Metafóricamente nos damos la vuelta y allí está, inesperadamente, justo frente a nosotros, en condición prístina, como si nunca se hubiera ido – redescubierto, recordado, revelado, restaurado y renovado.
Hay otra historia que surge dentro de mi conciencia cuando contemplo la esencia del 2010. Es la de un gurú y su discípulo:
Un día el gurú le pide a su discípulo que vaya al pozo a buscarle una cubeta con agua para poder lavar su cara y sus manos. El discípulo parte amorosamente, agradecido de poder dar este servicio a su a amado maestro. Mientras está en el pozo sacando agua, se le aproxima una hermosa mujer joven. Él mira en sus ojos y queda encantado por su presencia. Comienzan a hablar y ella lo invita a su casa a una cena familiar. Él conoce a su padre y a su madre y se le ofrece un trabajo lucrativo en el negocio familiar. Pronto se casa con ella e inician una familia. Él se convierte en un empresario exitoso y un miembro respetado de la comunidad, con nietos jugando a sus pies. Pasan los años y eventualmente se retira de sus actividades diarias de negocios, dejando sus logros al cuidado de sus hijos adultos.
Un día hace su caminata regular de la tarde, pero por alguna razón se siente inspirado a seguir una ruta diferente. Esta lo conduce inesperadamente hacia el pozo en donde encontró por primera vez a su amada esposa. De pronto, como un relámpago entrado a su corazón, recuerda la cara de su amado gurú. Sin un momento de duda corre todo el camino hacia la aldea cercana y descubre la humilde casa de su gurú todavía de pie en donde la recordaba. Toca a la puerta. Una voz familiar dice “Entra”. Allí, sentado exactamente en el mismo cojín en donde recordaba haberlo visto por última vez, está su amado amigo y maestro – sonriendo como el sol de la mañana. El ahora anciano discípulo cae a sus pies sollozando. El gurú se ríe efusivamente y suavemente acaricia su cabeza. “¿En dónde está la cubeta de agua para lavar mi cara y mis manos?” le pregunta juguetonamente. “O amado gurú, me pediste algo tan simple, pero me extasié demasiado fácil con el mundo y te olvidé completamente. Te he fallado.”
“O no”, sonrió el gurú. “De ninguna manera. Yo te pedí agua, pero en lugar de eso te fuiste y viviste. Y, ¡viviste bien! Ahora no recibo agua de ti, sino la bendita humedad de tus lágrimas de amor, reconocimiento y recuerdo. Tales lágrimas no lavan mis manos y mi cara, pero tocan mi corazón lo suficientemente profundo como para permitirme dejar este mundo satisfecho. También limpian tu corazón de forma que tu Alma se coloca en este cojín. Gracias por seguir a tu corazón para que yo sea libre de seguir al mío.”
Así como el 2009 tuvo que ver con ‘lograr la terminación a través de la integración de nuestro conflicto de opuestos percibido’, el 2010 tiene que ver con ‘la entrada consciente hacia la multidimensionalidad, a través de una aplicación deliberada y consistente de la estructura diaria que promueve la integridad personal’. La palabra clave este año es ‘aplicación’, por lo que en este pedazo de escritura esperen un poco de repetición sobre el tema. 2010 es 2+0+1+0 = 3, lo que significa que es un año de trinidad – y en su mayor parte, la trinidad consiste en aplicación, aplicación, aplicación.
2010, para aquellos que han estado escuchando a su corazón [sin importar las consecuencias actuales que perciban de su trabajo con el corazón] tiene que ver con nuevos inicios que nos llevan hacia dimensiones dentro de nosotros que no tienen mapa y que a la vez son profundamente familiares.
Para aquellos de nosotros que tratamos todavía desesperadamente de hacer lo que pensamos que se supone deberíamos estar haciendo, 2010 va a ser profundamente frustrante – y en los extremos – devastador. Esto se debe a que solo el corazón sabe el camino a través de lo que se está desenvolviendo ahora. El cuerpo mental en sí mismo no puede contener esta experiencia. Esto es porque no tiene un punto de referencia para lo que no tiene un principio o un fin. 2010 marca nuestra entrada en la experiencia hacia aquello que no tiene principio o fin. Esta vida que estamos viviendo es solo una dimensión de lo que somos. Durante el curso de este año, seremos presentados a nosotros mismos como seres multidimensionales. El aspecto del pensamiento lineal de la mente hará corto circuito si intentamos usarla como un medio para ‘comprender’ esta experiencia.
Para muchos, el 2010 es también el último punto de adherencia y subordinación conceptual hacia el Calendario Gregoriano artificialmente construido. Es un punto definitivo de salto de la intención de producción y consumo de esta maquinaria de adoración al cronograma. En su lugar entramos en una danza vivencial con la voluntad divina, accesible únicamente en el momento presente. Por lo tanto esta puede ser mi última Carta de Año Nuevo basada en este sistema de datos lineal.
En todos los niveles, el 2010 grita “¡se acabó el tiempo!
Este punto de entrada vivencial hacia la multidimensionalidad es evidente, en el hecho de que es durante el próximo periodo de 12 meses, precisamente el 3 de noviembre del 2010, cuando entramos al día 7º y final de un ciclo Galáctico Evolutivo que ha tomado 16.4 billones de años para completarse. Este 7º Día, y todo el Ciclo Galáctico Evolutivo, se completa el 28 de octubre del 2011. 2010 por lo tanto nos conduce directamente hacia el ‘comienzo del día 7º y final de la creación’ – un periodo breve de tiempo que dura menos de un año del Calendario Gregoriano – en donde todo queda listo y completado. Durante este 7º día se cumple la promesa ‘Que se haga tu voluntad’, el portal hacia lo vibratorio se abre dentro de nosotros, El Reino se hace accesible a través de nosotros, y la conciencia de inmortalidad se hace posible en la experiencia para nosotros, dentro de todos los parámetros de la experiencia humana.
Para el 3 de noviembre del 2010, el trigo se separará claramente de la paja. Para ambas partes, el trigo y la paja, no hay punto de retorno. Aquellos que no han sido seducidos por la máquina se descubren dotados con la capacidad para percibir y para involucrarse conscientemente con lo vibratorio, mientras que están inmersos todavía dentro de lo emocional, mental y físico. Todos los de corazón amable y pacífico entrarán en la experiencia del Jardín de las posibilidades ilimitadas y la paz personal continua.
Durante el 2010 aquellos de intención egoísta y dañada estarán cada vez más enfurecidos, sin uñas, conceptualmente castrados, e inmersos en una trayectoria sin escapatoria, en la que son convertidos en composta y se vuelven como un fertilizante para la semilla del próximo ciclo de 16.4 billones de la cosecha de conciencia. El llamado ‘Juicio’ que separa al trigo de la paja ante la puerta del Reino, no es facilitado por ninguna fuerza externa – es auto impuesto. El contenido y la intención de nuestro corazón determinan nuestro destino.
Si no están familiarizados con el Ciclo Galáctico Evolutivo de 16.4 billones de años [porque definitivamente no es enseñado a los ciudadanos por los gobiernos, las congregaciones o los sacerdotes, ni es transmitido en las redes de noticias por los medios corporativos] se les recomienda mucho ver la presentación en DVD por The Late Ian Xel Lungold llamado The Mayan Calendar Comes North (El Calendario Maya Llega al Norte). Está basado en el trabajo científico de un experto en biología celular y en el Calendario Maya el Dr. Carl Johan Calleman. Está disponible en http://www.mayanmajix.com/index.html. Es benéfico comprar este DVD como un regalo de año nuevo, porque verlo repetidamente ayuda a la integración de las profundas introspecciones que contiene.
Metafóricamente, esta entrada hacia la experiencia del 7º día el 3 de noviembre del 2010, marca el momento en el que los primeros rayos de luz tenue del sol, son vistos conforme surge sobre el horizonte. En el 2010 ‘La Luz del Mundo’ inicia su regreso a la tierra y dentro de nosotros. La verdad se revela a sí misma para que todos los ojos la vean – y estos son los ojos del corazón, no los que miran desde la cara. 2010 es por lo tanto ‘el año del amanecer’. Es el inicio vivencial del ‘Nuevo Amanecer’ que hemos estado esperando paciente y fielmente. Es el año de revelación y profecía, el logro de lo que sucede internamente – no en alguna nube en el cielo. Tengas sus reservas con quien sea o lo que sea que ‘llegue sobre una nube’ – o anunciando su presencia al mundo en los medios públicos. Tal evento – sin importar si tiene una producción estrafalaria o convincente – no es más que una pantalla de humo elaborada.
En consecuencia, debido a que la parte final del 2010 representa el momento del amanecer de nuestra conciencia en evolución, también significa que gran parte del año serán también metafóricamente ‘los últimos momentos de la noche antes del amanecer’. Y si alguna vez han estado despiertos a propósito toda la noche para saludar el amanecer, saben lo cansado, frío e inconsciente que uno se puede sentir momentos antes de que alcancen la punta los tenues rayos del sol sobre el horizonte. También conocen el asombro que se siente cuando el sol finalmente emerge – y saben cómo se siente la calidez tranquilizadora de los rayos para los ojos y para la piel. También conocen el descanso pacífico al que pueden entrar si han estado despiertos a través de toda la oscuridad, para saludar la luz de un amanecer totalmente nuevo.
Por lo tanto, conforme entramos al 2010 y nos acercamos al 3 de noviembre, en momentos puede parecer como si se estuviera poniendo más frío. No es así. Podemos sentir en ocasiones como si nos estuviéramos volviendo más inconscientes. No lo estamos. Y, puede haber instantes en los que todo parezca desesperanzador. No lo es. ¡No le hagan caso a la publicidad!. Si se encuentran de pronto enojados por lo que parece desenvolverse en el escenario del mundo, dejen de ver televisión y noticieros. No tienen absolutamente nada de valor que agregar a la experiencia de este año. A lo mucho solo sirven para distraernos de ella.
No busquen confirmación de este amanecer en el escenario mundial – búsquenlo solo en el corazón.
Esta es una de las razones por las que se recomienda en esta carta que vean el DVD mencionado – incluso si ya lo han visto. Este ayuda a saber internamente que no importa qué tan caótico y desesperanzador pueda parecer colectivamente este mundo en lo exterior – esa no es la verdad de lo que está transpirando realmente a nivel personal e internamente. Cuando nos damos cuenta exactamente en dónde estamos dentro del contexto de nuestro viaje evolutivo que se desenvuelve y se completa rápidamente – nos inspiramos automáticamente, llegamos a una conciencia de paz, e incluso nos sentimos jubilosos. Disfrutamos y anticipamos cada día.
La realidad interna es que si estamos vivos hoy y somos capaces de permanecer despiertos y conscientes en este profundo vehículo humano a través del 2010 – ¡Entonces lo logramos! Definitivamente estos no son los Tiempos Finales – pero es el fin de la conciencia fabricada, lineal, unidimensional, y cronógrafa. Y, a pesar de nosotros, hemos germinado, retoñado, enraizado, nos hemos extendido sobre la superficie de las cosas, hemos extendido nuestras ramas, nuestras hojas, florecido y ahora estamos dando fruto. Estamos aquí, ahora, en este momento en donde todo está sucediendo.
Nosotros somos el portal.
2010 revela esta verdad a todos los que estén suficientemente presentes para recibirlo.
Sin embargo, como bien lo saben todos aquellos que han estado despiertos toda la noche a propósito, también es durante este momento, justo antes del amanecer, cuando somos más susceptibles de rendirnos a la atracción del sueño. Por lo tanto, a lo largo del 2010 es necesaria la vigilancia deliberada. No es el momento para quedarnos dormidos de pie. Todos estamos cansados, y deberíamos estarlo. Después de todo, somos conciencias completando un viaje de 16.4 billones de años desde semilla hasta fruición. Nuestra capacidad mental limitada no puede siquiera contener la inmensidad y la profundidad de la más grande de las aventuras. Solo el corazón tiene la capacidad de sentir la extensión de esto, y de llenar nuestros ojos de lágrimas con la sensación inmensa de alivio que acompaña tal logro.
Siguiendo con el tema de ‘los últimos momentos antes del amanecer’, y la tentación de rendirnos al sueño [inconsciencia], quisiera compartir algo de sabiduría con ustedes que recibí de uno de mis más grandes maestros – mi hermano, Anthony Brown. Anthony es un piloto de aviación que actualmente vuela pasajeros hacia y desde el Aeropuerto Internacional de Bagdad. Ya había compartido su sabiduría con ustedes en las páginas finales de EL PROCESO DE LA PRESENCIA. Lo que compartí con ustedes en esas páginas, estaba relacionado con lo que me dijo respecto a que en ningún momento un avión está continuamente en curso mientras vuela. Los pilotos y su instrumentación computarizada están compensando constantemente – corrigiendo la trayectoria del avión conforme este es azotado continuamente por la turbulencia del cielo. Compartí esta percepción particular en EL PROCESO DE LA PRESENCIA, cuando discutí la necesidad constante de ser responsables por la calidad de nuestra experiencia. Estaba comunicando que la responsabilidad personal no viene con un ‘botón de piloto automático’. Mientras todavía estemos en esta forma física humana viviendo estas experiencias siempre cambiantes a nivel emocional, mental y físico, todos somos personalmente responsables por su calidad.
La responsabilidad personal no conoce el piloto automático.
No importa cuánto asumamos que sabemos sobre las mecánicas de nuestra experiencia humana, si nos volvemos indiferentes o ausentes de mente sobre la naturaleza de nuestra intención y atención – nos arriesgamos a entrar en la inconsciencia, lo que nos hace vulnerables a estrellarnos. Esto se manifiesta dentro de nuestra experiencia como accidentes, enfermedades, adicciones. En el 2009 yo validé esta verdad. Me estrellé varias veces durante el curso de este año. Estoy seguro que a lo largo del 2009 muchos de ustedes tuvieron también la oportunidad de volver a conocerse con las implicaciones de la ‘responsabilidad personal’ – y las consecuencias de quitar distraídamente las manos del control de mando.
El 2009 ha sido de hecho el año de los remedios y los recordatorios severos, de volver a visitar inesperadamente, los aparentemente desgastados asuntos que se asumían digeridos. Hemos tenido nuestra ración de enfermedades inesperadas, accidentes por descuido, y comportamientos adictivos exasperantes. A través del 2009 cosas que pensamos que ya sabíamos – cosas que pensamos que ya habíamos superado e integrado – regresaron para dar otro ‘salto, brinco y giro sobre la pista de baile’. El 2009 ha sido el año de recordar y volver a aprender viejas lecciones – de miedo viejo, ira, y tristeza que nos revisitaron – una vez más. Esto solo se debe a que el universo está conformado a nuestro favor. Quiere que florezcamos y demos fruto – y está haciendo todo en su poder para limpiar el vehículo que somos, para que lo que lo volverá a llenar no se contamine.
Lo crean o no – los dados están programados a favor del doble 6 – no el triple 6
Esta visita de lo que asumíamos ya integrado puede habernos causado que en momentos sintiéramos que ‘nada se ha logrado’. Tal vez nos dijimos – “Hice todo este trabajo en mi y ahora estoy de vuelta en el mismo lugar donde comencé – ¡No he logrado nada en absoluto!” Eso no es verdad. Como lo escribí en la Carta de Año Nuevo del 2009 – este año pasado ha sido un tiempo de ‘ajustes finales’ – para puntos de terminación – y esto ha requerido de la experiencia, por lo regular incómoda y confusa, de ‘la visita de viejas heridas’. Sin embargo, todos estos problemas antiguos ‘han llegado para pasar’. Permítanlos sin preocupación. Estén con ellos sin condición.
Recientemente mi hermano me compartió más sabiduría sobre la naturaleza de la responsabilidad y la realidad de ‘estrellarse’. Estábamos discutiendo uno de los programas de televisión del National Geographic sobre las investigaciones de los accidentes aéreos. Durante esta conversación compartió algo muy profundo conmigo. Sus palabras fueron algo así:
“La mayoría de las personas asumen que un accidente aéreo sucede en el momento del impacto – y es causado por algo que ocurre pocos momentos antes del evento. Esto muy rara vez es verdad. La investigación ha mostrado que la mayoría de los accidentes en aviones comienzan horas o incluso días antes del punto del impacto final. Empiezan como un patrón de incidentes que se desvían de lo que es considerado ‘actividad normal’. Sin embargo, para el ojo no entrenado, este patrón de incidentes solo es claramente reconocible en retrospectiva, después del impacto, cuando ya es demasiado tarde para hacer algo al respecto. En estos días, se entrena los pilotos para reconocer cualquier desviación de la ‘actividad normal’. Se les enseña a observar y reconocer patrones de actividad inusual. Pueden ser incidentes como que un piloto se quede dormido y llegue tarde a sus labores, seguido por un miembro de la cabina que tira la bandeja dos veces en el mismo turno, y después el copiloto olvida un procedimiento simple y obvio cuya falta de aplicación parece inofensiva, y este tipo de cosas.
Lo que nosotros como pilotos tenemos que reconocer, no son los detalles específicos de esos incidentes individuales – sino el hecho de que comiencen a ocurrir como un patrón. Este patrón de incidentes puede parecer en un principio como no relacionado con el vuelo real del avión – pero no es su relación entre sí, ni siquiera importa lo que está sucediendo en la cabina de pilotos – sino el hecho de que estén sucediendo en primer lugar. Dicha sucesión de incidentes puede moverse sigilosamente dentro de la rutina de vuelo sin ser notada. Verán, en nuestro caso por ejemplo, volamos la misma ruta cada día, algunas veces dos veces al día, algunas veces cuatro a cinco días a la semana. Llegamos a conocer cada aspecto del ejercicio de vuelo hasta el punto de dejar de ser algo consciente – se vuelve automático. Debido a que estamos tan familiarizados con el territorio y con los procedimientos de momento a momento – no requerimos consultar nuestros detalles de programación o los manuales de procedimiento de vuelo. Lo conocemos todo como el mecanismo de un reloj. Por lo tanto nos convertimos en pilotos volando en un autopiloto interno basado en la familiaridad.
Sin embargo, aquí es en donde también podemos ser vulnerables al descuido. Es por esto que tenemos un ‘entrenamiento de prevención de accidentes’. Si notamos esa sucesión de incidentes – aparentemente no relacionados – que comienzan a ocurrir – y no importa lo triviales que puedan parecer – el hecho de que estén ocurriendo es ‘la señal’ – entonces debemos instituir una respuesta evasiva inmediata. Esta sucesión de incidentes aparentemente sin relación entre sí, nos está diciendo que algo todavía no identificado, está comenzando a desenvolverse.
En el momento en el que reconocemos este patrón, inmediatamente lo contrarrestamos sacando completamente toda nuestra actividad de autopiloto. Durante los próximos cinco o seis vuelos, nos comportamos como si no supiéramos nada. No asumimos nada. Tomamos nuestros manuales de vuelo y seguimos los ejercicios y procedimientos ‘al pie de la letra’. Consultamos nuestros programas de vuelo, aunque ya sepamos lo que son. Nuestro personal de cabina también es instruido para comportarse de acuerdo a esto – para conducirse como si estuvieran en un vuelo de entrenamiento. Absolutamente nada se deja al azar. Volamos siguiendo el libro hasta que cualesquiera ‘incidentes extraños no relacionados’ estén neutralizados.
Muchos accidentes en muchos aviones son evitados adhiriéndose a este procedimiento para evitarlos. Lo primero que requiere es el reconocimiento de un patrón de ‘incidentes inusuales’ aparentemente no relacionados – entonces el acuerdo inmediato de toda la tripulación es regresar 100% a la aplicación del manual – hacer todo siguiendo el libro – sin importar lo que sintamos respecto a nuestras habilidades para volar. Solo nuestros egos nos impiden tomar esta acción evasiva. El análisis final de los desastres, revela por lo general que la causa de que un avión se estrelle, involucra un ego detrás de los controles. Volar con el libro – que es hacer un cambio consciente deliberado de la mentalidad de autopiloto hacia un modo 100% manual – es lo que pone al ego bajo control y detiene cualquier patrón inconsciente que conduce al desastre.”
Esta sabiduría compartida por mi hermano, es posiblemente la comprensión más útil que podemos digerir, en relación a navegar nuestra experiencia a través de los cielos del 2010.
Conforme entremos y nos movamos a través de la mayor parte del 2010, la palabra que por lo tanto es nuestra mejor amiga es ‘aplicación’. ‘Aplicación’ es la frecuencia del 2010. Y, en esta luz, nuestra frecuencia se refiere a lo que más nos ocupa frecuentemente. Dos palabras más relacionadas con esta frecuencia son ‘estructura’ e ‘integridad’. Esto es evidente en el 2+0+1+0=3. Como ya se discutió, el 3 es el número de la trinidad – y ‘la trinidad es el Alma de todas las estructuras manifestadas conscientemente”. Cuando usamos la palabra ‘aplicación’ en relación con la energía del 2010 – nos estamos refiriendo a ‘la acción aplicada consciente y consistentemente, que apoya la influencia positiva de la estructura en nuestras vidas, cuya intención es sostener la integridad personal’.
‘La aplicación consciente y consistente para apoyar la estructura de nuestra integridad personal’ es lo mismo que un piloto sacando el Manual de Procedimientos de Vuelo para evitar un desastre. Recuerden que conforme nos movemos a través de los últimos momentos del alba hacia el amanecer, hay una gran propensión a la inconsciencia. Es importante que recordemos esto, que sepamos sus implicaciones y que nos comportemos de acuerdo. Por lo tanto, aplicación, aplicación, aplicación.
También es benéfico recordar que debido a que estamos en un programa evolutivo preciso y deliberado, el amanecer representa este punto de terminación particular de nuestra conciencia en evolución que ya está comprometido. No tenemos que pasar un solo momento intentando que suceda. Cualquier esfuerzo dirigido ahora para tratar de lograr experiencias como ‘la iluminación’ o el ‘despertar’ es inútil. Es una pérdida de nuestra energía personal.
Tratar de ‘iluminarse’ durante el 2010, es como tratar de que el sol salga una hora antes de la hora que está programada para que aparezca en el horizonte. Tal comportamiento es desacertado y sin sentido.
Hasta ahora, todas nuestras actividades alrededor de la curación, el despertar y el auto-mejoramiento, etc., han sido útiles. Hemos sido conducidos deliberadamente hacia estos intentos debido a las capacidades que despiertan en nosotros. Las experiencias a las que asumimos que nos conducían, fueron simplemente un señuelo para iniciar el movimiento requerido. Algunas veces la actividad inspirada por nuestra curiosidad, no tiene realmente nada que ver con el hecho de encontrar algo, sino que es metafóricamente, la forma de hacer que nos movamos de una manera particular para desarrollar capacidades muy específicas.
Nuestra búsqueda espiritual hasta ahora, siendo optimistas, nos ha mostrado en la experiencia lo que funciona y lo que no, en cuanto a impactar la calidad de nuestra experiencia de vida en cualquier forma tangible. También ha revelado qué modalidades son válidas, y cuáles son simplemente parte del ‘negocio de la espiritualidad’. De acuerdo con esto, en los años pasados, todos hemos recolectado herramientas en las que sabemos que podemos confiar, para mantenernos en el camino cuando el escenario externo del mundo se adorne cada vez más con la locura inconsciente. Estos enfoques son nuestros ‘manuales de vuelo’. Úsenlos consistentemente.
Durante el 2010 es útil por lo tanto recordarnos consistentemente que el sol se está elevando dentro de nuestra experiencia, lo queramos o no, y lo busquemos o no. No importa en dónde estemos en el planeta, no importa que tan ‘espirituales’ percibimos que somos – o que no somos – vamos a ser tocados por los rayos de la conciencia dando fruto. La consecuencia de ser tocados por estos rayos está determinada por la intención dentro de nuestro corazón. Por lo tanto, en lugar de ‘tratar de que brille el sol sobre nosotros’, un uso más eficiente de nuestra energía y enfoque, es nuestra intención de permanecer tan presentes y conscientes como sea posible, para estar despiertos y ser tomados en cuenta conforme aparece la luz. Nuestras herramientas serán mejor usadas para integrar nuestras experiencias diarias constantes y para navegar consistentemente nuestra conciencia hacia, esto, aquí, ahora.
2010 es el año para adherirnos a una rutina diaria simple que sea nuestra ruta confiable.
A lo largo del 2010, aunque parezca oscuro algunas veces, aunque se sienta frío, y aunque parezca muchas veces desesperanzador, nuestra tarea es recordarnos continuamente la imagen más grande, y destellar de acuerdo a esto. El DVD recomendado facilita esta conciencia de ‘una imagen más grande’. Durante el 2010 la expresión ‘Yo soy aquel por el que he estado esperando’ es el himno que tenemos que tocar en nuestros propios corazones, tan consistentemente como sea posible. No esperen que el escenario del mundo reconozca esta verdad. Si todavía están buscando reconocimiento, mejor usen un espejo.
El 2010 nos llama a ‘brillar’ como la estrella de la mañana que anuncia el amanecer.
En un momento u otro todos hemos experimentado momentos de paz y el conocimiento interno de que algo mucho más significativo está sucediendo, diferente a la condición actual de Wall Street, a la cantidad de tropas ofrecidas diariamente para alimentar la maquinaria de la guerra, y a las calamidades aparentemente en incremento y por suceder del cambio climático y el desastre ambiental. Durante el 2010 muchos sobre este planeta correrán y competirán con las masas para complacer sus propias proyecciones desintegradas. Al respecto, es recomendable que evitemos a los fanáticos religiosos, políticos postulantes y especuladores codiciosos.
Muchos se identificarán con la inconsciencia de la oscuridad que precede al amanecer, y negarán, e incluso tratarán de evitar, la realidad del surgimiento inminente del sol dentro de nosotros. Por lo tanto es importante que nos recordemos que no podemos salvar o rescatar a otro de su experiencia – sin importar cuánto los amemos o nos preocupen. Tratar de hacerlo es entrar en su locura y entonces volvernos igualmente susceptibles a la consecuencia del desastre. No podemos evitar que otros se estrellen si estrellarse es su suerte. La tarea de nuestra Alama este año es brillar – no salvar o convertir – y al hacerlo aterrizar conscientemente el vehículo de nuestra propia experiencia sobre la pista de aterrizaje de lo que es verdad. Somos la estrella de la mañana dentro de nuestra experiencia personal.
Es extremadamente irresponsable que un piloto se distraiga por una disputa entre los pasajeros, que deje desatendida la cabina conforme el avión se acerca a la pista de aterrizaje. Cuando esto sucede, se expone al desastre. Recuerden que dentro de los parámetros de nuestra experiencia personal, somos el piloto y todos los demás son pasajeros. No esperen que los pasajeros se comporten como pilotos, y no se conviertan en pilotos que comienzan a comportarse como un pasajero.
A lo largo del 2010 es vital por tanto que hagamos las cosas ‘al pie de la letra’ – que cambiemos de automático a manual – cuando menos hasta el 3 de noviembre. Cualquier aplicación práctica que aliente la presencia diaria y el recuerdo de que estamos dentro de un programa deliberado – que somos personalmente responsables por la calidad de nuestro viaje – es útil. Tales prácticas son más valiosas ahora que pilas de oro. Es una bendición tenerlas y convocar la voluntad para aplicarlas.
También es relativamente fácil identificar los incidentes inconscientes y los patrones que provocan que nos estrellemos. Los incidentes aparentemente aleatorios que crean estos patrones tienen todos una palabra en común – ética. Es solo cuando ignoramos lo que representa ‘nuestra ética personal’, que nos desviamos en actividades que nos conducen a estrellarnos. Entonces, lo que sea que represente para nosotros individualmente ‘volar con el manual’ [porque lo que es un medio útil de aplicación para mi puede no serlo para ustedes], permitan que les sirva como un recordatorio diario de lo que representa seguir en el camino y dentro de la integridad de nuestra ética personal. Cuando permanecemos íntimamente obedientes a lo que representa nuestra ética personal – es muy improbable que nos estrellemos.
También tomen nota de que todo lo que llena ahora el contenido de todas las historias principales de los noticieros, se relaciona con la ‘ética’. Este escrutinio de la ética en todos los aspectos de nuestra experiencia humana, llega a un pico a mediados de año, y después comienza a retroceder. Muchas bacas sagradas caen con esto, y se evidencia a todos los emperadores sin ropa. Esto se debe a que nuestro movimiento como conciencias en evolución cambia el 3 de noviembre del 2010, desde ‘alinear nuestra ética’ hasta ‘participar como cocreadores conscientes de nuestra experiencia compartida’. Por lo tanto, permitamos que lo que sea que elijamos como nuestra aplicación diaria – como nuestra ruta hacia la presencia – también sea un medio para afinar nuestras capacidades cocreativas. Al aplicarnos en lo que sea que nos ayude a participar en la navegación de la cualidad de nuestra experiencia personal, nos ayuda a despertar automáticamente nuestra capacidad como cocreadores.
Estar tan presentes como sea posible y en la textura de cada momento es causal, y por lo tanto automáticamente cocreativo.
A lo largo del 2010 cualquiera que preste mucha atención – lo que es otra forma de decir ‘cualquiera que permanezca presente con el aspecto sentido de su experiencia’ – será capaz de mirar detenidamente a través de la aparente oscuridad y percibir las luces de aterrizaje de la pista que está adelante. Esto asegura un aterrizaje consciente en la multidimensionalidad.
A través del año también habrá una sucesión de ‘eventos legitimadores’. Los eventos legitimadores no hacen nada por nosotros – simplemente surgen para confirmar la validez de lo que se está desenvolviendo en verdad. Estos contradicen a los medios masivos y su intención política para convencernos de que todo se está yendo al infierno. También contradicen la locura de sostener una creencia en la conciencia basada en la mortalidad y el comportamiento destructivo que alienta.
Estos eventos legitimadores serán pasados por alto por aquellos atrapados en el plano mental, y por lo tanto muchos no los captarán. Sin embargo, habrá una causa de gran celebración para todos aquellos que los reconozcan y los reciban. Estos ocurrirán dentro de nuestras experiencias personales más fácilmente que dentro del escenario mundial. Estos nos confirmarán que existen dos paradigmas muy distintos corriendo simultáneamente uno junto al otro: la muerte de la gran mentira, y el nacimiento de la verdad. Todos los de corazón noble y generoso serán visitados por ellos en un momento u otro, y su impacto se sentirá como un respiro de aire fresco cuando sea que se los encuentren.
Estos eventos legitimadores también pueden ser solicitados. Muchos de nosotros sentimos que hemos estado trabajando muy duro para ser lo mejor que podemos ser – para integrar la condición de nuestros corazones – para estar listos para El Reino – y en hacer lo correcto con los que amamos. Y aún así, puede ser que todavía sintamos que parece no haber ningún alivio a la vista. Pidan que se les muestre ‘un evento legitimador confirmando que lo que conoce su corazón como verdad, es verdad’. Entonces pongan atención. Un evento legitimador es como el primer matiz que ilumina la oscuridad sobre el horizonte – la primera evidencia real de que el sol está de hecho saliendo. En esta luz, 2010 es un ‘evento legitimador’ – y esto se hará absolutamente obvio entre más cerca nos movamos en dirección a nuestra transición hacia el 2011.
Uno de los eventos legitimadores será una oleada repentina de una conciencia personal de lo que es la paz. Sin embargo, no esperen presenciar este aumento de paz demostrado en el escenario del mundo. Recuerden, este viaje evolutivo no tiene que ver con llevar paz al mundo, sino con conocer la paz dentro, a pesar de la naturaleza actual de este mundo. Nadie anunciará esta conciencia personal de paz en incremento en la televisión. Esto es porque esta oleada de paz va a ser auténtica – no los estados artificiales llamados paz [comportamiento controlado] negociados por los políticos, pagados por los especuladores, o emocionalmente manipulados entre las masas por las religiones.
Esta oleada de paz personal no será discutida en los canales de noticias de la CNN, BBC o SKYE. Surgirá como un encuentro directo, sentido dentro de la experiencia personal de todos los que estén escuchando y siguiendo, la comunicación que emana desde dentro del corazón. La paz auténtica siempre se inicia en lo personal, como una experiencia que se siente. Aquellos que buscan sinceramente una conciencia de lo que es la paz, reciban sus bendiciones en olas a lo largo del 2010 – y este sentimiento de paz crece exponencialmente a través del año como una marea creciente. Sin embargo, para recibir una conciencia de paz, se requiere que elijamos conscientemente la paz por encima de nuestro deseo de tener la razón, de comprender, de ganar, de tener éxito, de tener lo que queremos, de ser reconocidos, de tener el control, e incluso de estar a salvo.
Para los sinceros de corazón, el 2010 es el descubrimiento de la paz que falta en el rompecabezas. Es el año del que siente la paz – no del que hace la paz.
Si, el 2010 es nuestro año para brillar individualmente, como la estrella matutina solitaria que anuncia la llegada del sol. Al final del año, todo el que viva en base al gobierno de su corazón, brillará con más resplandor que nunca y se convertirá en la luz innegable de su experiencia en el mundo. Y, esta brillantez se obtiene gratuitamente, no se logra a través de ninguna negociación mental o física.
Conforme nos movemos a la velocidad del rayo a través del 2010, lo que se asumía perdido es redescubierto, lo que se asumía olvidado, es recordado, y lo que es verdad es regocijado. Cualquier oscuridad que percibamos en nuestro movimiento a través del 2010, es simplemente el telón de fondo de una pandemia creciente de luminosidad radiante interna para la que no hay vacuna. ¡Gracias a Dios por esto!
En esta luz brillamos. ¡Brillamos por dentro, brillamos por fuera y seguimos brillando!
Que la paz sea con ustedes,
LA REVELACIÓN DE SER
Esta carta es una forma de compartir la revelación de ser.
La resonancia del 2008 es que la revelación de ser es algo que podemos recibir, y es nuestro de manera creciente.
La revelación de ser no nos permite obtener lo que necesitamos o queremos. No alimenta la condición no integrada de nuestro cuerpo emocional impreso. No tiene que ver con obtener nada y permanece escondida de nosotros en el rango de la percepción mientras estamos haciendo algo para obtener algo.
La revelación de ser únicamente nos da poder para recibir la conciencia en la que experimentamos quienes somos.
Dentro de esta energía de recibir, recibimos todo.
La revelación de ser es todo.
Estableciendo un caso para ser…
La intención de esta carta es invitar y transmitir la revelación de ser.
Para lograr esto se necesita estar, metafóricamente, de pie en la corte del cuerpo mental y presentar un caso para ser –en oposición a hacer- como el punto causal de la calidad de la experiencia humana. Establecer este caso reta al mismísimo tejido de lo que consideramos como “comportamiento humano normal.”
Por esta razón es necesario comenzar esta carta definiendo ciertas palabras tan eficientemente como sea posible, para que podamos darnos cuenta de lo que representan dentro de su contexto y cómo es que el caso es presentado. Esto no es una tarea fácil, porque el cuerpo mental, del cual nosotros los humanos tomamos nuestros puntos de referencia (de percepción) se ha entronizado a sí mismo como “Dios”.
Esta carta intenta desentronizar a este falso dios y todos sus actos para que ser sea realizado como Dios de todo.
Hacer, ser y no-hacer…
Al hacer el cambio de percepción del paradigma de hacer en ser, existen solamente tres tipos de ímpetu llevados por el humano que requieren de un examen por nuestra parte. Estos tres pueden ser expresados a través de nuestra experiencia física, mental y emocional:
1. El primero y más común es “hacer”. Hacer, dentro del contexto de esta carta, es cualquier intento de manipular una experiencia. Hacer es cualquier momento físico, mental y emocional que surge de una incomodidad registrada emocionalmente a través de la creencia que la actividad que genera tiene la capacidad de sedar y controlar la incómoda resonancia- sentida por el experimentador. En otras palabras, dentro del contexto de esta carta, todo impulso (momentum) iniciado como una forma de sentirse mejor, se entiende como hacer. Por lo tanto, como todo lo que se hace para manipular una experiencia es conducido por una signatura emocional impresa que es, en su mayor parte, inconsciente para el hacedor, todo este tipo de hacer es un ímpetu manejado inconscientemente. A partir de este punto de la carta nos referiremos simplemente a todo este rango de ímpetus manejados inconscientemente como “hacer”.
2. El siguiente, y no muy común, impulso es aquello que emana como resplandor de ser. Aunque este impulso puede ser percibido a través de una expresión física, mental y emocional, en su médula se trata de una emanación en este mundo de nuestra resonancia vibracional. En su calidad de ímpetu o impulso, se trata de la expresión de “la conciencia siendo” y, por tanto, es un impulso conducido por la conciencia. A partir de este punto en la carta nos referimos al ímpetu/momento de esta expresión vibracional conducida por la conciencia como “ser”
3. El tercer impulso es un “no-hacer”. No-hacer también puede ser llamado “deshacer”. No-hacer es cualquier momento físico, mental o emocional cuya intención expresa es desactivar la condición causal de nuestros actos inconscientes al aportar conciencia a ello y luego hacer que brille la iluminación de ser incondicionalmente sobre éste, y la incomodidad-sentida subyace bajo lo que está impreso de nuestras emociones no integradas. Lo que marca la diferencia entre “no-hacer” y “hacer” es la intención. (El procedimiento de THE PRESENCE PROCESS, por ejemplo, es un no-hacer porque su intención es desconectarnos –a través de la activación de la conciencia- de la marca (huella) emocional no integrada que nos conduce inconscientemente hacia el hacer. De acuerdo a esto, este procedimiento, cuando se hace con intención, sirve como un puente temporal de vivir la vida como “un hacedor” y “haciendo realidad el ser”.)
La diferencia entre estos tres tipos de impulso resulta comprensible a través del ojo de ser, no a través de la observación específica de nuestra actividad física, mental o emocional.
Por ejemplo, dos individuos pueden trabajar 12 horas al día, 7 días a la semana. En consecuencia, ambos pueden generar una expresión de su momento físico, mental y emocional.
Sin embargo, uno puede estar laborando como una forma de sedar y controlar su incomodidad interna –incomodidad que surge inconscientemente a partir del miedo, el enojo y la pena (dolor) de su marca (huella) emocional no integrada. El otro puede estar nadando en una muestra de actividad exactamente igual, pero como una celebración de estar en el mundo.
Al exterior, ambos pueden parecer similares, pero a través del ojo de ser y la percepción de la consecuencia, siempre se revela quién es quién.
La actividad física, mental y emocional en este mundo no queda definida automáticamente como “un hacer” porque involucra el momentum (impulso)… se le define como “un hacer” en virtud de la intención que lo conduce. La regla de oro es: si entramos en una actividad física, mental o emocional para sentirnos mejor – con una intención de manipular nuestras circunstancias para podernos sentir más cómodos dentro de ellas- lo más probable es que estemos “haciendo” y no siendo.
El camino de hacer…
Cuando entramos en cualquier expresión física, mental o emocional como una forma de sedar y controlar la conciencia de nuestra huella emocional no integrada, estamos tratando de hacer algo.
Cuando somos llevados hacia un impulso a través de un miedo, enojo o pena no resueltos, estamos tratando de hacer algo.
Consecuentemente, nuestras expresiones siempre llevan a fabricar condiciones, circunstancias y estructuras externas que sirven únicamente para mantener la resonancia de nuestra incomodidad interna.
Bajo estas circunstancias, manifestamos, de manera consistente e inadvertidamente, condiciones de trabajo, predicamentos ambientales, relaciones humanas y acuerdos dentro de organizaciones cuyo resultado es una continua producción de miedo, enojo y pena. Manifestamos estructuras que anclan nuestra conciencia dentro de un paradigma basado en el tiempo, cuyos cimientos están atados en base a percepciones dentro de momentos en nuestro pasado que son momentos no integrados cuya resonancia no resuelta nos conducen a proyectarnos miedosamente, con enojo y aflicción hacia supuestos predicamentos futuros.
¿Cómo es que esto pudiera no ser?
Si las circunstancias energéticas no resueltas que deletreamos como miedo, enojo y pena, son el punto causal de nuestra actividad generada, entonces los resultados de tales esfuerzos ya han sido establecidos: son miedo, enojo y pena que se proyectan continuamente en el momento que se desarrolla, en el momento actual. Este es el desarrollo natural de causa y efecto… de consecuencia.
Sin embargo, cuando generamos el impulso como una expresión de ser, las consecuencias son ampliamente diferentes:
· Son un continuo desmantelamiento de todas las estructuras externas basadas en la percepción del tiempo.
· Están vacías de cualquier medio para proteger y proyectar.
· Están libres de intención para cortar y pegar el pasado dentro del momento actual.
· Actúan como una continua ancla de nuestra conciencia dentro de todo lo que constantemente se está desarrollando y las todavía no manifestadas resonancias del momento.
De esta manera, nuestra experiencia de vida nace de nuevo, continuamente.
Hasta que valoramos ser como el punto causal de calidad de nuestra experiencia, automática e instintivamente nos alineamos con el hacer.
Limitaciones mentales…
Al aproximarnos y resolver este predicamento de manera intelectual –a través de pensar y comprender- el asunto falla inherentemente con obstáculos auto-destructores. Esto es porque nuestro cuerpo mental no puede comprender ningún valor en el ser.
Nuestro cuerpo mental no tiene punto de referencia para el valor de ser porque está construido de formas de pensamiento. Y, mientras la condición de nuestro cuerpo emocional permanece no integrada, y, por lo tanto, irradiando continuamente una incomodidad, todas nuestras formas de pensamiento surgen de este estado interno de incomodidad.
En virtud de que todas las formas de pensamiento que surgen de la incomodidad son por naturaleza acciones que se proyectan hacia el exterior, en vez de dirigir nuestra conciencia para que vaya hacia el interior y resuelva nuestras huellas emocionales no integradas, estas formas de pensamiento nos convencen continuamente de que debemos entrar en estados de “hacer algo para sentirnos mejor.”
Ya que instintiva e inconscientemente aceptamos como válida la resonancia de estas formas de pensamiento que se proyectan hacia el exterior, entonces nos esforzamos en tratar de comprender lo que está sucediéndonos y pensamos acerca de lo que podemos hacer como una forma de contrarrestar nuestra incomodidad interna.
Somos un “hacedor” cuando creemos que pensar y comprender tienen una especie de capacidad mágica que reemplaza la brillantez de ser.
A medida que laboramos bajo estas circunstancias de percepción, no se nos ocurre ir hacia nuestro interior –a través del sentimiento- como una manera de irradiar directamente la resonancia del ser sobre el punto causal de nuestra incomodidad.
Como hacedores, no percibimos ningún valor en ser.
Por el contrario, inconscientemente construimos una experiencia de vida a través de las cosas que hacemos que sirven únicamente para diseminar nuestro miedo, enojo y pena no integrados, y lo hacemos en cada aspecto de nuestras circunstancias de vida exterior.
En consecuencia, sembramos y, por ende, cosechamos, incomodidad.
No se nos ocurre que no hay nada que podamos hacer para transformar nuestro continuo malestar.
De hecho, conforme nos volvemos más incómodos, más entramos en actividad mental y en los estados de hacer que le siguen.
Y, conforme nuestros estados mentales nos conducen hacia hacer cosas, menos conscientes estamos de que toda esta actividad está surgiendo de nuestra reacción a nuestra condición emocional no integrada.
Para cuando somos adultos, ya no somos humanos siendo… somos humanos haciendo.
La prueba de hacer/ser…
Como humanos que estamos haciendo, solamente percibimos el mundo a través de los ojos que hacen.
No importa si la verdad de nuestro predicamento está justo enfrente de nosotros, estamos ciegos por nuestro error de percepción, por nuestra asociación a hacer como una forma de hacer un ajuste causal sobre la calidad de nuestra experiencia.
Por ejemplo, una muy simple y verdadera introspección nos puede ser ofrecida de cómo liberarnos de este predicamento al establecer:
“Permanece quieto y sabe que yo soy Dios.”
O nos pueden decir:
“Permanece en el ahora.”
O, como era el himno hace poco:
“No te preocupes, se feliz.”
O, como Mahatma Gandhi enseñaba:
“Se la paz que deseas ver en el mundo.”
¿Cómo sabemos si hacemos o somos?
Esto es fácil de aclarar. Haz la prueba: Lee de nuevo las cuatro frases anteriores.
Si hacemos y por lo tanto valoramos hacer como una forma de lograr ajustes causales a la calidad de nuestra experiencia humana, entonces nuestra atención deberá permanecer en las palabras “quieto”, “el ahora”, “feliz” y “paz” como un medio para comprender la sabiduría que estas instrucciones aportan.
En nuestra condición de hacedor, al leer estas introspecciones, automáticamente y de manera casi inconsciente, quedamos enamorados de los estados de “quietud”, o del estado llamado “el ahora” o logramos la experiencia llamada “felicidad” o “la naturaleza de la paz.”
Entonces podemos empezar a estudiar y analizar las características de la quietud, el ahora y la paz, como si estos fueran los ingredientes mágicos que nos ayudan a transformar la calidad de nuestra experiencia actual.
Como hacedores entonces preguntamos…
· “¿Cómo puedo estar en la quietud?”
· “¿Cómo puedo estar en el ahora?”
· “¿Cómo puedo lograr la felicidad?”
· “¿Cómo puedo alcanzar la paz?”
Al hacernos estas preguntas, perdemos completamente la marca de la sabiduría intencionada.
Nuestra actividad consecuente –lo que hacemos como resultado- sin importar qué tan puro sea nuestro corazón o nuestras buenas intenciones, entonces automáticamente fabricamos circunstancias a nuestro derredor que únicamente sirven para mantener la incomodidad causal que conduce todo lo que hacemos.
Es a través de esta predilección por hacer que surgen todas nuestras religiones, grupos espirituales y organizaciones de paz.
Y, ya que todas las estructuras organizadas patrocinan una actividad que es repetitiva –actividad que rápidamente se convierte en algo familiar y de rutina para nosotros- y en virtud de que la familiaridad es la píldora para dormir que siembra la inconciencia y la resonancia para un comportamiento habitual egoísta, todo lo que hacemos como resultado, que tiene una intención de lograr la “quietud”, de entrar “en el ahora”, de “alcanzar la felicidad” y de “obtener la paz” no nos lleva a ningún lugar.
El paso del tiempo revela que todos conducen directamente a circunstancias que promueven el miedo, el enojo y la pena, que representan la resonancia causal de ese lugar de donde surgen.
Este lazo unido, que gira continuamente, existe porque las cosas que hacemos no han surgido de una intención de saber la verdad de ser. Se originaron de un intento de reprimir la incomodidad interna de nuestras huellas emocionales no integradas.
La intención es crucial… es el compás de todas las consecuencias.
Al tiempo que somos hacedores, nuestro acercamiento a todos los asuntos “espirituales” no es una respuesta a Dios. No es el resplandor de ser… es la reacción a la incomodidad.
En nuestra condición de hacedores, lo que somos incapaces de ver en forma en nuestra percepción es que discernimientos como “Permanece quieto y sabe que soy Dios” y “Se la paz que quieres ver en el mundo” no puede lograrse a través de hacer cualquier cosa.
En el escenario de obtener la verdad de estos discernimientos, toda acción –sin importar qué tan noble sea- no conduce a ningún lugar, no logra nada y es tan inútil como dar brazadas frenéticas en un intento por nadar a través de un gran cuerpo de agua.
La prueba mostrada anteriormente de “hacer/ser” es infalible.
Quizá podemos engañar a aquellos que nos rodean en el sentido de que hemos sido liberados de una trampa de percepción dentro de la condición emocional no integrada que continuamente nos conduce a hacer como una forma de ajustar la calidad de nuestra experiencia humana, pero no podemos engañar a nuestra experiencia.
No podemos engañar la condición actual de nuestra propia matriz de percepción… es lo que es.
Cuando somos… cuando realmente somos… y estamos alineados con ser como el punto causal de la calidad de nuestra experiencia –en el sentido de lo que somos y lo que Dios es para nosotros- entonces cuando leemos las siguientes frases…
“Permanece quieto y sabe que yo soy Dios.”
“Permanece en el ahora.”
“No te preocupes, se feliz.”
“Se la paz que deseas ver en el mundo.”
… nuestra atención de inmediato subraya la palabra “ser”.
Sabemos que el poder de estas frases radica en la importancia de ser, no es la actividad de hacer asociada con ser. Las leemos como…
“Se quieto y sabe que yo soy Dios.”
“Se (alguien) que está en el ahora.”
“No te preocupes, se feliz.”
“Se la paz que deseas ver en el mundo.”
También nos damos cuenta que para un hacedor estas frases pueden leerse de manera incorrecta. Cuando hacer es entendido como el punto causal de calidad de nuestra experiencia, automáticamente las leemos como…
“Se y conoce a Dios.”
“Se ahora.”
“La felicidad es ser.”
“Ser es tranquilidad.”
Hacer lo espiritual…
El reto que enfrentamos al movernos desde la identificación con hacer a la realización de ser es que no podemos digerir esta revelación a través de una comprensión mental.
Nuestro cuerpo mental no puede comprender ser a través de pensar acerca de ello… a través de cualquier debate y discusión intelectual.
O somos… o estamos completamente inconscientes de ello.
En el sentido de percepción, no existe ningún estado intermedio.
Podemos ser capaces de disfrazar nuestra falta de conciencia de la realidad de ser dentro de los más profundos hechos espirituales. Y, esta selección de hechos espirituales puede ser exitosa al convencer a todos los hacedores que nos rodean que ya nos hemos dado cuenta de la realidad de ser. No obstante, cuando colocamos nuestra condición de percepción a la prueba “hacer/ser”, perdemos el objetivo.
Llamarnos “espirituales” como una forma de hacerle saber a los demás que nos damos cuenta de ser, es lo mismo que un pescado nombrándose un “nadador” como una manera de hacerle saber a aquellos que están próximos que él sabe que es “un pez”.
La palabra “espiritual” se torna redundante cuando hacemos la transición de hacer a ser.
Cuando continuamente nos referimos a nosotros como “alguien que está siendo espiritual” nuestro énfasis no radica en ser sino en “lo que estamos haciendo que supuestamente nos hace espirituales.
De igual manera, cuando nos referimos a nuestras organizaciones o actividades como “siendo espirituales”, nuevamente nuestro énfasis no se hace en ser, es en lo que nuestras organizaciones están haciendo o en lo que nuestras actividades tienen la intención de hacer que es lo que supuestamente las hace espirituales.
Consecuentemente, estamos meramente disfrazando todo este hacer que todavía surge de nuestras signaturas emocionales no integradas de miedo, enojo y pena, como algo diferente de lo que realmente es.
Nuestra actividad bajo estas circunstancias no es el resplandor de ser… es una reacción a la incomodidad.
Este predicamento continuará mientras retrasemos el darnos la oportunidad de darnos cuenta de las cosas a partir de una experiencia de ser como el punto causal de la vida.
La raza humana…
Recuerda, cuando niños, sabíamos que a nuestro ser no se le valora, porque nuestros padres son hacedores viviendo en un mundo manufacturado por actividades de los hacedores. Consecuentemente, vivimos en un mundo cuyas estructuras tienen la intención de sedar y controlar la condición no integrada del cuerpo emocional humano colectivo, no de apoyar la conciencia de ser.
El mundo en que vivimos como es ahora mismo, así como es mantenido continuamente por nosotros y por nuestros políticos, predicadores y aprovechados, es una manifestación externa de la impresión de miedo, enojo y pena del cuerpo humano emocional colectivo.
Esta resonancia emocional no integrada se pasa energéticamente a través de una impresión, de generación en generación, como un bastón en una carrera de relevos.
Lo que cada generación hace es pensar en nuevos y mejores modos de hacer en un intento por sedar y controlar esta incomodidad interna colectiva.
Todas nuestras organizaciones políticas, pacíficas, religiosas y espirituales son estructuras que surgen de ese estado inconsciente de hacer. En virtud de que su punto causal surge de una reacción inconsciente a nuestro miedo, enojo y pena colectivos, las consecuencias de su instante solamente conducen hacia una propagación y mayores cosechas de este miedo, enojo y pena.
Mientras continuemos alineándonos a este hacer como una forma de resolver este predicamento –sin importar cuán noble sea nuestra intención- inevitablemente alimentamos el fuego de la miseria humana y continuamente pasamos el bastón de la desesperanza de una generación de las cosas que se hacen, a la otra.
A donde quiera que vamos, ahí estamos…
Sin embargo, el multiverso es generoso y lleno de gracia. Cada uno de nosotros, de manera individual, y todos, de manera colectiva, recibimos continuamente circunstancias a través de las cuales la verdad de ser puede ser realizada.
No tenemos que buscar estas oportunidades yendo a la India, leyendo otro libro de “cómo ser espiritual”, o uniéndonos a otra “organización espiritual” que tiene la intención de guiarnos hacia actuar en más hechos elaborados.
La oportunidad de darnos cuenta de ser siempre está en donde nos encontramos.
No obstante, aunque creemos que somos hacedores, y mientras continuamos comportándonos como si existiera algo que podemos hacer acerca de este predicamento, permanecemos ciegos de percepción a la continua invitación a manifestar la manera en la que podemos ser.
A cada uno de nosotros continuamente nos son ofrecidas oportunidades para darnos cuenta de ser a través de circunstancias acerca de las cuales no podemos hacer nada.
Todo lo que se necesita para comenzar el compromiso de la experiencia de ser es escanear con percepción el horizonte de nuestra experiencia individual y colectiva para aquellos aspectos de nuestra circunstancia de vida acerca de la cual no hemos podido hacer nada.
¿En dónde es que nuestros hechos nos fallan continuamente?
Todos tenemos aspectos dentro de nuestra circunstancia de vida por los cuales no podemos hacer nada… este es el inevitable predicamento de todos los hacedores. Sin embargo, quizá todavía no somos capaces de admitir esto.
Al percibir estas situaciones que parecen no tener esperanza, todavía podemos -a pesar de no tener absolutamente ningún éxito en nuestros esfuerzos- comprometernos continuamente en pensar y en analizar, como un intento de averiguar qué hacer con ellos.
Quizá todavía estemos leyendo libros, formando grupos, siendo líderes de grupos, abandonando grupos, consultando maestros espirituales, meditando, orando, votando por el candidato político correcto, siguiendo extrañas dietas y prácticas físicas… todo con la creencia de que aún hay algo que podamos hacer.
Pero, sin importar cuán interminables o intricados sean nuestros actos, nada se obtiene de ellos. Podemos tener éxito en volver a arreglar nuestras circunstancias físicas. Podemos tener éxito en sedar y controlar temporalmente la textura de nuestros pensamientos. No obstante, el paso del tiempo siempre revela que algo causal permanece intocable por las cosas que hacemos.
Cada uno de nosotros conoce “eso” en nuestra vida sobre lo que no podemos hacer absolutamente nada. Quizá todavía no seamos capaces de enfrentar la verdad acerca de nuestra incapacidad para afectar un cambio real y duradero dentro de esta área particular de nuestra experiencia de vida, pero, en nuestro interior, sabemos que nuestros hechos siempre nos han fallado.
Sabemos esto.
A donde quiera que vamos… ahí estamos.
¿Qué hacer?
Ahora mismo, a nuestra comunidad planetaria se le están dando diversas circunstancias sobre las cuales no se puede hacer nada.
Es posible que todavía no tengamos el valor de admitir esto… ni a nosotros ni a nadie más, porque, si nuestra alianza es con el hacer como una forma de ajustar el punto causal de la calidad de nuestra experiencia, ¿qué sucede si verdaderamente admitimos que hacer nos ha fallado? Entonces, ¿qué hacemos?
Como seres humanos, ahora estamos entrando en el corredor que nos da pánico, que es claustrofóbico y que se angosta velozmente, que nos conduce a la realización de que todos nuestros hechos no han servido para nada.
Actualmente, como colectivo, todavía estamos buscando desesperadamente una alternativa que quizá no hemos explorado totalmente:
· ¿Podría ser una mujer fuerte que está preparada para contestar el teléfono a las 3AM? ¿Quizá ella sabe qué hacer?
· ¿Podría ser un hombre amable con un extraño nombre que se está convirtiendo en el líder del “mundo libre”? ¿Quizá el sabe qué hacer?
· ¿Podría ser un antiguo secreto que nos ha sido revelado en un libro de la lista de Best Sellers del New York Times? ¿Quizá realmente existe un libro que nos dirá qué hacer?
Todavía estamos colectiva y desesperadamente esperanzados que el futuro próximo nos revele lo que podemos hacer para salvarnos de estos sentimientos de una inminente fatalidad y desesperanza.
Muy pronto, nuestro fanatismo religioso puede manifestar un hermoso y atractivo Mesías quien nos reconforta de manera engañosa con un plan para saber lo que hay que hacer y esto nos salvará de este infierno inminente y de esta condenación.
¿Quizá “un Salvador” lo hará por nosotros?
Quizá nuestra poderosa y compleja industria militar producirá un aterrizaje impresionante de OVNIs, con un reparto (tipo Hollywood) de amistosos extraterrestres que traen nuevos y poderosos avances tecnológicos que nos anuncian: “Sabemos exactamente lo que se tiene que hacer para aliviar vuestro sufrimiento humano.”
Tan ridículo como el anterior escenario puede sonar, mientras comparemos el hacer como un medio de lograr un ajuste causal sobre la calidad de nuestra experiencia humana, permaneceremos vulnerables a aceptar y abrazar todo lo que es bizarro, sin sentido y ridículo, en un desesperado intento de hacer algo.
El éxito de los infomerciales de la televisión es perfecta evidencia de esta mentalidad.
Hitler convenció a toda una nación que sabía lo que debía hacerse y ellos hicieron lo que él les dijo.
El Presidente Bush convenció a toda una nación que sabía lo que debía hacerse y entonces ellos (el pueblo) le permitieron hacer exactamente lo que él quiso.
En los Estados Unidos, los productos farmacéuticos matan a más personas que las drogas vendidas ilegalmente en las calles, porque las compañías farmacéuticas convencen, con mucho éxito, a millones de personas cada día, de las bondades de sus mescolanzas químicas que saben lo que hay que hacer.
Y ahora, conforme los Estados Unidos se acercan a otra elección presidencial, las masas una vez más empiezan a manifestarse como seguidores de aquella persona que tiene el plan más convincente de lo que hay que hacer.
CAMBIO…
¡SI PODEMOS!
(¿HACERLO O SERLO?)
No obstante, las elecciones en los E. U., como todas las actuaciones políticas planetarias, si se ganan con el boleto de hacer, simplemente se convertirán en otro desfile en el que se pasa el bastón inconscientemente de una generación de humanos a la siguiente, un bastón en una carrera de relevos cuya única consecuencia es el permanente aumento de las manifestaciones de miedo, enojo y pena.
¿Por qué? Porque no hay nada que podamos hacer para impactar el punto de calidad causal de nuestra experiencia humana.
¿Cuándo fue que tuvimos a alguien siendo Presidencial?
¿En qué punto fue que la esencia de la Presidencia se convirtió en una lista de cosas que hacer?
Mientras fallamos en hacer un impacto en nuestra condición emocional no integrada con nuestra conciencia [con la luminosidad de ser] todo lo que hacemos permanece como expresiones de un sufrimiento no resuelto conducidas por la inconsciencia.
Consecuentemente, todas nuestras acciones continúan emanándose como intentos desesperados de sedar y controlar nuestra incomodidad interna.
Cuando el malestar interno permanece como el punto causal que nos mueve hacia el momentum, nosotros nos movemos, inevitablemente, hacia esas manifestaciones que propagan la molestia externa.
Ese momentum (impulso) físico, mental y emocional generado bajo estas circunstancias no nos puede ayudar. La historia es toda la evidencia que necesitamos para darnos cuenta de esto.
Cualquier semilla de la que surge el impulso es el producto que cosechamos.
Comportamiento despiadado…
Solamente cuando estamos listos para admitir que no hay absolutamente nada que podamos hacer, es que estamos dispuestos a acceder a la más poderosa fuerza en toda la creación, el punto causal de la calidad de todo: Ser.
Ahora mismo, dentro de esta precisa unión de nuestra evolución humana, estamos siendo invitados a cruzar (bajo una total percepción) desde la resonancia de hacer a ser.
Si no podemos lograr esta transición, no vamos a lograr nada.
Las plantas que no dan frutos o flores son cortadas y tiradas en el montículo de composta como un nutriente para la siguiente estación.
Esto es exactamente lo que los ancianos de nuestras naciones indígenas han intentado (y todavía lo están haciendo) traer a la conciencia planetaria.
Esta estación está siendo completada.
Este es el tiempo de la cosecha.
Somos los cosechadores, como también somos la fruta y flores de nuestra experiencia que se está revelando.
Cosechamos a través de ser, no de hacer.
Un punto necesario de inicio dentro de la transición final de hacer a ser es a través de darnos cuenta que el cuerpo mental no puede captar ser… no tiene ningún punto de referencia para ser.
Esto es porque una forma de pensamiento no puede sentir… no tiene corazón. Sin la capacidad de sentir, resulta retador el percibir la luminosidad de ser. Ser y sentir están íntimamente interconectados.
En virtud de que está desprovisto de sentimiento, una forma de pensamiento puede justificar cualquier acto de hacer para lograr su intento.
Y, sin importar cuán noblemente se presenta, cuando el cuerpo mental es elevado como el punto causal de calidad de nuestra experiencia, y cuando pensar y sus quehaceres resultantes son adorados como el medio para lograr un cambio real, la intención subyacente es siempre la misma: sedar y controlar.
Cuando equivocadamente abrazamos la creencia que dice “el pensamiento crea”, invariablemente soldamos nuestros pensamientos como una forma para controlar y sedar la calidad de nuestra experiencia.
Creer que “el pensamiento crea” siempre conduce hacia hacer algo a nuestro pensamiento como una forma de manipular nuestra experiencia actual.
Es por esto que actualmente experimentamos tanto comportamiento despiadado en el mundo. El comportamiento despiadado es el resultado de un impulso conducido por una forma de pensar despiadada.
La resonancia de pensamiento despiadado siempre surge como una reacción a nuestra condición emocional no integrada.
La resonancia de pensamiento despiadado y del impulso que genera, es siempre un intento de sentirse mejor… no sentir estos estados emocionales no integrados.
Intenta manipular la experiencia que estamos teniendo actualmente para que sea algo distinto a lo que es.
Al sedar y controlar, de cualquier forma, la conciencia-sentida de nuestros estados emocionales causales, al tratar de cualquier forma de hacer algo para que tengamos que sentir lo que realmente estamos sintiendo, inadvertidamente cancelamos nuestra capacidad de sentir.
THE CATCH 22 (*): Al entrar en acciones que cierran nuestra capacidad para sentir, nos quedamos aturdidos a la conciencia del punto causal emocional impreso a partir del cual todo acto surge en primer lugar.
En consecuencia, el lazo de percepción que se mueve desde la molestia hacia el hacer y luego desde el hacer de vuelta a la molestia o incomodidad, continua de generación en generación, convirtiéndose en algo cada vez más desesperado y destructivo.
Bienvenido al planeta tierra.
Nuestro punto de liberación…
La conciencia de ser no surge a partir de ningún acto que tenga la intención de hacernos sentir mejor… nunca ha sido así y nunca lo será.
Sin embargo, identificar en dónde estamos continuamente “tratando de sentirnos mejor” en nuestra vida es clave para despertar la conciencia de ser. Esto es porque “tratar de sentirnos mejor” es un indicador de comportamiento que surge de la condición impresa dentro de nuestro cuerpo emocional que está conduciendo nuestros actos inflexibles.
Cuando se percibe desde este punto de vista, cualquier área en nuestra experiencia en donde estamos “tratando de sentirnos mejor” se convierte en una invitación directa que despierta la conciencia de ser.
Por consiguiente, nuestro punto de sufrimiento se convierte en nutrición para resolver nuestro dilema.
El primer paso para nutrir una conciencia de ser dentro de una experiencia es, por tanto, identificar en donde es que todavía estamos tratando de recurrir a hacer como una forma de cambiar la calidad de nuestra experiencia humana, individual o colectivamente.
(*) El autor utiliza esta expresión familiar en los E. U. a partir del libro bajo el mismo título cuyo autor, Joseph Séller, describe un falso dilema, una situación que impide ganar, donde no existe ninguna elección real; también presenta lo absurdo de la burocracia militar.
¿En dónde es que continuamente estamos tratando de sentirnos mejor dentro de nuestra experiencia humana?
¿En qué aspecto de nuestra experiencia humana es en donde no podemos hacer absolutamente nada?
Hacernos estas dos preguntas nos hace enfocar el punto de liberación potencial de hacer a ser.
· Puede ser una relación fallida y nos damos cuenta de que no podemos hacer nada para cambiarla; sin embargo, seguimos haciendo cosas en nuestro intento por sentirnos mejor.
· Puede ser la enfermedad física de la que nos damos cuenta que no podemos hacer nada; sin embargo seguimos haciendo cosas para tratar de sentirnos mejor.
· Puede ser el estado mental de confusión del cual nos damos cuenta que no podemos hacer nada; sin embargo seguimos haciendo cosas en nuestro intento por sentirnos mejor.
· Puede ser cualquier circunstancia en nuestra vida de la que no hay nada que podamos hacer, pero seguimos haciendo cosas para tratar de sentirnos mejor.
Cuando nos permitimos examinar lo que sea que esto representa, podemos darnos cuenta de que realmente todavía creemos que podemos hacer algo al respecto.
Esta continua creencia es evidente por el hecho de que continuamente pensamos en ella.
Todavía la examinamos mentalmente desde todos los ángulos.
A través de nuestro examen mental, todavía estamos buscando un hacer que será la solución final a cualquier alteración o incomodidad que este predicamento irradia actualmente.
· Podemos estar leyendo libros todavía en búsqueda de descubrir la acción apropiada.
· Podemos estar leyendo esta carta con la esperanza de que nos va a decir lo que hay que hacer.
· Podemos haber formado un grupo con otras personas que comparten nuestro particular predicamento, en un intento de sentir que estamos haciendo algo al respecto.
· Podemos estar apoyando con gran entusiasmo a un candidato político en particular con la esperanza de que si es elegido, podrá hacer algo al respecto.
· Podemos darle nuestro apoyo espiritual a algún ser humano en particular, colocándolo por encima de nosotros como “nuestro gurú” o “nuestro maestro”, porque hemos llegado a creer que tiene la capacidad de hacer algo al respecto. ¿Quizá podrá mostrarnos algún secreto o práctica mística que mágicamente nos permita hacer algo al respecto?
· Podemos ir a una reunión seminal dentro de un edificio en donde oramos frente a una estatua y cantamos canciones a esta estatua esperando que la personalidad que representa hará algo al respecto.
Pero, en el silencio de las primeras horas de la mañana –cuando nos despertamos y volvemos a la experiencia de este mundo, o cuando estamos solos con nuestros pensamientos acerca de nuestras circunstancias, o cuando reposamos solos en nuestra cama antes de entrar en la inconsciencia del sueño nuevamente- batallamos y nos agitamos para evitar la aparición de una horrible realización:
No podemos hacer nada al respecto.
Nada de lo que hemos hecho antes ha funcionado, jamás.
El sentimiento dentro de esto…
Cuando examinamos este predicamento en particular –ese sobre el cual no podemos hacer nada, sin importar la forma que tomó para materializarse en nuestra experiencia- podemos notar algo: contiene dentro de sí una incómoda resonancia-sentida.
Existe un aspecto del predicamento que continuamente nos conduce a hacer algo para tratar de sentirnos mejor y que, a pesar de todos nuestros actos, no cambia: la incomodidad-sentida penetrando dentro de… ese sentimiento.
Ese sentimiento incómodo.
Ese sentimiento que no queremos sentir.
Darnos cuenta de la presencia de este sentimiento incómodo es nuestro punto de liberación potencial de hacer a ser.
Este sentimiento incómodo es tan poderoso que nutre todas nuestras historias y acciones.
Cuando examinamos este sentimiento incómodo podemos incluso ponerle una etiqueta que diga: “miedo”, “enojo” o “pena”. Se trata de un sentimiento que ha sido parte de nuestra experiencia humana desde que tenemos memoria.
Cuando, de niños, nos mandaban a la escuela y aprendíamos a “deletrear” –el arte de deletrear palabras- deletreábamos este sentimiento con las palabras que nos enseñaban… ahora podemos deletrarlo como “miedo”, “enojo” o “pena”.
O quizá ahora lo deletreamos como “ansiedad”, “culpa” o “vergüenza”.
O quizá ahora lo deletreamos como “abandono”, “depresión” o “dolor”.
No importa cómo lo deletreamos. La realidad es que en su parte medular se trata de una resonancia-sentida, un sentimiento profundamente incómodo para nosotros.
Al principio podemos no darnos cuenta, pero hasta que nos damos cuenta al experimentarlo, este sentimiento permanece como el punto causal que nos conduce hacia todos nuestros actos.
Nos lleva a sentirnos mejor en nuestro interior, acerca de nosotros mismos y acerca del mundo en que vivimos.
Hemos ideado muchos planes y esquemas, hemos inaugurado muchas organizaciones y grupos, y hemos entrado en todo tipo de relaciones humanas tratando de evadir este sentimiento particular. Se trata del punto causal de todo nuestro caos y calamidad.
Sin embargo, no hay nada que podamos hacer al respecto.
Nada.
Esta es la verdad y, conocer la verdad, nos libera.
Las historias que contamos…
También tenemos muchas historias elaboradas que surgen a partir de estar mentalmente enlazados con este sentimiento tan incómodo.
Creemos en estas historias…
Nos identificamos con ellas
Sin ellas ¿qué somos?
Estas historias son comprensiones mentales de cómo este sentimiento incómodo apareció, quien o qué lo causó, y qué o quien tiene la culpa.
La decepción del cuerpo mental es fácil de comprender:
A pesar de asumir la posición de “dios” en este mundo,
nunca acepta responsabilidad por nada.
En el mismo aliento que declara: “El pensamiento crea”, el cuerpo mental también habla de historias elaboradas cuando declara: “Ellos son culpables de esta experiencia.”
Permitir que el cuerpo mental rija nuestra experiencia nos ha hecho creer que si podemos comprender este incómodo sentimiento, podemos resolver la incomodidad que emana desde su interior.
Esta proposición, inherentemente defectuosa, nos lleva a creer que si pensamos mucho tiempo acerca de nuestra incomodidad, si la analizamos a profundidad, nos vamos a sentir mejor.
Sin embargo, el pensamiento en sí no tiene capacidad de sentir, por tanto, no tiene capacidad de comprometerse conscientemente y, como consecuencia impactar esta resonancia-sentida causal.
El pensamiento solamente puede inspirar historias acerca de él, y hechos interminables que manifiestan condiciones que continuamente expresan esta incómoda resonancia-sentida como circunstancias externas de caos, conflicto y calamidad en el mundo.
¡El pensamiento es sorprendente! Cuando lo usamos en un intento de lograr un ajuste causal a la calidad de nuestra experiencia, nos lleva a un laberinto.
Esto no es personal…
Cuando examinamos de cerca la incómoda resonancia-sentida, que es el núcleo de todo sobre lo que no hay nada que podamos hacer, podemos entrar en una profunda revelación: podemos darnos cuenta que este mismo sentimiento aparece en nuestra conciencia cuando colocamos nuestra atención en uno de nuestros padres o en ambos.
Podemos observar que nuestros padres tienen o tuvieron sus propias historias acerca de cómo les llegó este incómodo sentimiento, qué o quien tiene la culpa, y lo que trataron de hacer al respecto; pero ellos tampoco pudieron hacer algo al respecto. De la misma manera que fue pasado a nosotros a través de nuestros padres, así también les fue pasado a ellos por sus padres.
Por tanto, las inquietantes corrientes de estas resonancias-sentidas fluyen de regreso hacia nuestros ancestros tan lejos como nos es posible percibirlas.
¿Cuánto tiempo hemos tratado de hacer algo a este respecto?
¿Y cuánto éxito hemos logrado a través de todo lo que hemos hecho?
Cuando examinamos nuestras pasadas relaciones fallidas como signaturas-sentidas, también podemos abrirnos a la revelación que este incómodo sentimiento también nos devuelve la mirada desde esos encuentros humanos incómodos, no resueltos.
De hecho, dentro de cada aspecto de lo que consideramos una manifestación de nuestras fallas humanas –de algo que hicimos que no funcionó- descubrimos que dentro de su núcleo yace este incómodo sentimiento.
Mientras creemos todavía que somos capaces de hacer algo al respecto, nuestra experiencia de vida sigue desarrollándose como una manifestación de circunstancias que sirven de evidencia a todo lo contrario.
Los falsos dioses…
Hasta que logremos impactar esta incomodidad-sentida causal, hasta que podamos digerir y recibir la nutrición que ofrece, continuaremos adorando el “hacer” como el altar sobre el cual colocamos nuestras oraciones.
A medida que adoramos “hacer como una forma de impactar la calidad de nuestra experiencia de vida”, estamos adorando inadvertidamente esta incómoda signatura-sentida.
Si llamamos al sentimiento incómodo no podemos hacer nada con nombres como “miedo”, “enojo” o “pena”, entonces todos nuestros actos son manifestaciones de ritos y rituales que únicamente sirven para adorar el “miedo”, el “enojo” y la “pena”.
Cada vez que hacemos algo partiendo del miedo, enojo y pena, declaramos que estas signaturas causales son nuestros dioses y todos nuestros actos son la expresión de un homenaje a ellos.
Cuando podemos darnos cuenta de esto, entonces claramente podemos ver que cada vez que nos llevan a creer que hay algo que podemos hacer para cambiar nuestras circunstancias, nuestros políticos, sacerdotes y acaparadores –nuestras organizaciones Nueva Era y profesores “espirituales”- están inclinándose como sirvientes antes estos dioses.
Iniciar cualquier acción como un medio de hacer un ajuste causal a la calidad de nuestra experiencia es rendir homenaje a, y elevar miedo, enojo y pena a una condición de dioses nuestros.
Ninguno de nosotros es inocente de esta alianza equivocada porque, al igual que vampiros, a través de una impresión energética, todos somos mordidos como niños por esos hacedores.
Hacer es nuestra naturaleza hasta que entendemos ser.
Haciendo es nuestro dios hasta que comprendemos a Dios como siendo.
No hacer…
Una vez que nos damos cuenta del predicamento en el que nos encontramos, el único momento útil para nosotros como un medio para despertar la iluminación de ser es “no hacer”.
“No hacer” es cualquier intento que nos facilite convertirnos en alguien totalmente consciente de la incomodidad-sentida causal que fue impresa en nuestro cuerpo emocional durante nuestra infancia. No-hacer es un puente temporal de transición que nos da poder para cruzar al otro lado desde el paradigma de hacer hacia ser.
No tenemos que hacer nada para lograr ser… lo que hacemos es deshacer.
Siempre somos. Ser es algo que nos damos cuenta, que percibimos, no hacemos.
Todo lo que se necesita para darnos cuenta de ser es liberar los lazos inconscientes que nos unen hipnóticamente en la subyugación inconsciente de hacer.
Al digerir conscientemente nuestro miedo, enojo y pena, la verdad de ser automáticamente se eleva en plena conciencia. Ser es algo que se revela sin esfuerzo cuando nuestra atención no está enredada dentro de la telaraña de hacer.
En virtud de que nuestra alianza con hacer como algo que es nuestro dios es conducida por un intento de sedar y controlar la incomodidad que emana desde la condición no integrada de nuestro cuerpo emocional, todo lo que se necesita es integrar esta circunstancia energética impresa.
Una vez que queda integrada, la revelación de ser es todo lo que hay.
Integrar esta circunstancia energética impresa es algo que notamos a través de ser con ella sin condición – a través de ser con ella, no mediante algo que hacemos con ella.
A través de ser con nuestro miedo, enojo y pena impresos, sin condición, estas resonancias energéticas gradualmente se integran como parte de nuestro ser, y entonces ya no nos sentimos forzados a hacer algo al respecto.
El elixir de la disciplina. . .
Al acercarnos a la conciencia de ser, debemos recordar que nuestro cuerpo mental no puede comprender ser.
No puede comprenderlo ni comprende su necesidad y, por lo tanto, requiere de una demostración consistente de la consecuencia de ser antes de rendir su obsesiva propensión a controlar todo.
Demostrar es “poner al demonio en su lugar.”
Rendirse es “finalizar estar seguro.”
Ser solamente se conoce como una experiencia, no es algo que se comprende mentalmente. El conocimiento requiere de una experiencia personal. La experiencia requiere iniciar y entrar en un encuentro físico, mental y emocional integrado con lo que sea que buscamos entender.
Consistencia…
Despertar a la conciencia de ser no requiere ningún esfuerzo. Sin embargo, al principio necesita el elixir de la disciplina.
Sin la resonancia de la disciplina, el cuerpo mental ignorantemente impone su dogma de pensar y hacer.
Pensar y hacer es la religión del cuerpo mental.
Sin una disciplina deliberada, sin una demostración consistente a través de la experiencia de “ser y su consecuencia”, automáticamente seremos conducidos hacia pensar y hacer por la incomodidad dentro de nuestra impresión emocional no integrada.
Es por esto que, para la mayoría de nosotros, vencer al reino del cuerpo mental que hemos instalado como un dios requiere, inicialmente, de una aplicación deliberada y disciplinada de no-hacer.
Cada día (consistencia), debemos apartar un poco de tiempo y utilizarlo para traer la resonancia de ser sobre aquello respecto de lo cual no hay nada que podamos hacer.
Cada día (consistencia), debemos apartar un tiempo para digerir la nutrición de no-hacer requerida para nutrir un encuentro empírico con ser.
Cómo no hacer…
Para iniciar el no-hacer, simplemente volvemos nuestra atención interiormente hacia la incomodidad-sentida sobre la cual no hay nada que podamos hacer.
Voluntariamente llevamos nuestra atención interiormente sobre la incómoda resonancia-sentida que fluye dentro de todos nuestros intentos por sentirnos mejor.
Esta es la manera como nos acercamos conscientemente a esta resonancia-sentida causal:
1. Empezamos colocando nuestra atención sobre la circunstancia dentro de nuestra experiencia de vida que sentimos que necesitamos o para la cual queremos hacer algo al respecto (pero acerca de la cual todos nuestros actos continuamente nos fallan).
2. Permitimos que el cuerpo mental empiece contando su historia respecto de esta circunstancia. Puede iniciar diciendo: “Mi esposa siempre…”, “Detesto mi empleo porque…”, “Mi padre nunca me deja”, “Tengo una enfermedad terminal llamada…” o “No importa todo lo que me esfuerzo…” No importa cual sea la historia, sólo importa el contarnos a nosotros mismos esta historia hasta que aporte conciencia a la incómoda resonancia-sentida asociada con ella. La única relevancia de “la historia” en el interior de no-hacer es que es una carnada para la incitación consciente de cometer un delito relacionado con la incómoda resonancia-sentida.
3. Tampoco importa la palabra que utilicemos para deletrear esta incómoda resonancia-sentida. Lo que importa de manera especial es que empuñemos conscientemente nuestro estado de alerta para identificar en dónde lo sentimos. Este incómodo sentimiento está anclado en algún lugar dentro y alrededor de nuestro cuerpo físico.
4. En el momento en que identificamos el lugar en donde está, comenzamos a ser con él.
Ser sin condición…
Ahora bien, es en este punto de nuestra disciplina de no-hacer que aplicamos el aspecto crucial de mayor relevancia de este acercamiento hacia la conciencia de ser que marca toda esta experiencia.
No debemos estar con esta incomodidad causal por ninguna razón en particular.
· No debemos estar con esta resonancia-sentida para lograr nada.
· No debemos estar con ella para “sanar”, “cambiar”, “transformar”, “para sentirnos mejor”, “para evolucionar”, “para curar”, “para saber”, “para comprender” o incluso para “darnos cuenta de cualquier cosa”.
Ser no es “un medio para un fin”.
Ser es el medio y el fin.
· Somos con esta resonancia-sentida “porque…” Por = el qué, la causa.
· Somos en el punto causal porque ser es el punto causal.
· Somos con esta incómoda resonancia-sentida porque ser es causal.
· Somos con esta resonancia-sentida porque ser es el auténtico punto causal de todo lo que es, y lo que no es.
No nos estamos comprometiendo con ser como un medio “para hacer”. De otra forma estaríamos relacionándonos con otro acto disfrazado como “un acto de ser.”
Somos con este punto causal en el conocimiento de que no hay nada que podamos hacer acerca de esta incómoda resonancia-sentida que pueda impactarla, a no ser que podamos llevar el resplandor del ser incondicional sobre de ella.
Ningún punto de referencia…
A medida que esgrimimos la realidad de “ser sin condición” sobre el punto causal de nuestra incomodidad-sentida, hay una consecuencia.
Una de las consecuencias es que el cuerpo mental trata de entrometerse. Esto es porque no puede comprender ser.
A medida que nos enfocamos en nuestra incomodidad-sentida interna, a medida que empuñamos la luminosidad de ser sin condición, podemos notar cómo el cuerpo mental busca “un destino” o “un barómetro para el éxito” o “un punto de referencia” por el cual “los resultados pueden ser medidos.”
Observa cómo pregunta, “¿Cuál es el objeto de esto?”, “¿Qué logra todo esto?”, “¿Qué se supone que debe pasar?” y “¿Cómo va a pasar?”
El cuerpo mental actúa así porque esa es su forma de ser.
Observa esta actividad mental, perno no luches contra ella ni le pongas atención… si nos involucramos, nos llevará a hacer algo.
Solamente permanece con esta incómoda signatura-sentida sin agenda, sin una razón, sin esperanzas de un resultado deseado.
Ni siquiera seas como una manera de darte cuenta de ser. Sólo se.
Ser y consecuencia…
Este encuentro diario disciplinado con “ser sin condición” es el primer paso para despertar la auténtica resonancia del amor incondicional.
Mientras permanezcamos como hacedores, asumiremos el amor incondicional como algo que hacemos a los demás. Esto no es así.
El amor incondicional solamente despierta de manera auténtica dentro de la resonancia de:
Ser con nosotros mismos así como somos, sin agregar ninguna condición al hecho de ser.
Sólo cuando somos capaces de estar con nosotros de este modo es que tenemos la capacidad de irradiar ser sin condición respecto de todos nuestros encuentros mundanos.
En virtud de que el cuerpo mental no tiene capacidad para comprender la necesidad de ser, resulta crucial que apartemos un tiempo/espacio cada día para ser sin condición hacia ese aspecto de nuestra experiencia respecto de la cual no hay nada que podamos hacer… ser consistente es crucial.
Cuando irradiamos esta condición de ser de manera consistente sobre el punto causal de nuestros actos, sobre nuestra incomodidad-sentida interna, ofrecemos a nuestra conciencia mental la posibilidad de percibir vivencialmente la conexión entre “ser y consecuencia.”
No se necesita una enorme cantidad de ser consistente, deliberado, incondicional para lograr la consecuencia.
Quince minutos de ser sin condición, consistentemente, cada día, dirigidos al punto causal de nuestra incomodidad-sentida, logra más que todos nuestros interminables actos.
El cuerpo mental no puede entender esto, pero a través de ser consistente, este hecho se convierte en algo obvio e innegable.
Ser con nuestra incomodidad-sentida interna sin condición es contener estas incómodas signaturas en vez de permitirles conducirnos hacia historias que incitan hacia más actos para tratar de sentirnos mejor.
En vez de proyectarlas al exterior, al mundo, las contenemos incondicionalmente dentro de nuestro ser.
Una contención consciente de estas signaturas-sentidas nos permite empezar a digerir el miedo, enojo y pena. A medida que digerimos estas resonancias, nutrimos nuestra capacidad de darnos cuenta de ser.
La contención da vida a la condición de ser.
A medida que la condición de ser es vivificada, nuestras circunstancias de vida también lo son.
Mediante una consistencia esto es inevitable e innegable.
Alquimia auténtica…
Al aplicar la luminosidad consistente de ser, sin condición alguna, al punto causal de nuestra incomodidad-sentida, gradualmente empezamos a darnos cuenta cómo se van ajustando naturalmente nuestras circunstancias de vida, sin que nosotros les hagamos absolutamente nada.
Este momento de ser sin condición es la alquimia que transforma la base de metal en oro – eso transforma lo que parece un sufrimiento interminable en la capacidad de experimentar la paz.
Mediante la consistencia, mediante las consecuencias emocionales subsecuentes físicas y mentales a través de irradiar ser sin condición, gradualmente empezamos a valuar la resonancia de ser, por encima de hacer, como una forma de impactar el punto causal de la calidad de nuestra experiencia.
Esta transición es gradual, orgánica y, cuando se ha explorado consistentemente, es inevitable e innegable.
Consecuentemente, una transformación orgánica se desenvuelve dentro de la resonancia de nuestra experiencia de vida:
Generamos menos y menos momentum (impulso) como un medio de hacer algo respecto de nuestro sufrimiento, y más y más como la espontánea expresión de ser.
El momentum que se emana como luminosidad de ser no propaga ningún sufrimiento, lo desmantela en su punto causal.
Esta transición es gradual, sin costuras y sin esfuerzo. Esta transición se desenvuelve al demostrar consistentemente el valor de ser a nuestro cuerpo mental para que el cuerpo mental de manera simultánea se rinda a su control gradualmente.
A medida que ser madura a través de la digestión de una nutrición necesaria, a través de una contención consciente e incondicional de la resonancia sentida de nuestro medio, enojo y pena, portamos los frutos de una gran y mayor presencia al interior de cada faceta de nuestra experiencia de vida.
En vez de hacer cosas para tratar de estar presentes, nos realizamos como presencia de ser dentro de toda actividad.
En este punto, nuestra práctica consciente de “no-hacer” se rinde como una necesidad. No-hacer se convierte en nuestra forma de ser. Hemos hecho la transición de humanos haciendo a humanos siendo.
Por ello, percibimos el mundo a través del ojo de ser, no los ojos de hacer.
Por ello, el mundo se transforma antes nosotros y a causa de nosotros.
El ojo de ser…
Hasta que activamos ser como el punto causal de calidad de nuestra experiencia humana, creemos que Dios “es un ser”, un individuo, una entidad que tiene personalidad, que hace cosas. Por lo tanto, nos presentamos ante Dios como “un medio para que se haga algo”.
Dios para un hacedor es “alguien que hará algo.”
No obstante, cuando nos damos cuenta de ser como algo causal, comprendemos que Dios no es “un ser”, no es un nombre, comprendemos a Dios porque está siendo… el verbo.
Cada vez que estamos siendo sin condición, cada vez que estamos siendo “simplemente porqué”, Dios está fluyendo dentro de nosotros como la conciencia que entreteje cada fibra de material que llamamos el momento.
Hasta que hacemos la transición de hacer a ser como el punto causal de calidad de nuestra experiencia, vemos a Buda o a Jesucristo como hechos. Para un hacedor, ellos aparecen como “seres que hacen algo”.
Cuando somos hacedores, es de gran importancia para nosotros lo que estos seres estaban haciendo, y por ello es importante para nosotros lo que debemos hacer ahora para lograr la liberación.
Consecuentemente, los percibimos como seres y estudiamos sus actos.
Y, por tanto, perdemos la marca… completamente.
Sin embargo cuando hacemos la transición de hacer a ser, nos damos cuenta que todo lo que es significativo reside en su calidad de ser.
La estatua de Buda provoca que un “hacedor” quede fascinado por la postura, los ropajes y la expresión de su cara. Como hacedores nos preguntamos maravillados: “¿Qué puedo hacer para parecerme a Buda?”
No obstante, cuando percibimos a Buda a través de los ojos de nuestros actos, perdemos la marca cada vez.
Perdemos la marca porque Buda “está siendo”, no es “un ser”.
Cada vez que irradiamos el estado de ser sin condición, sin importar lo que estamos haciendo en cualquier momento, somos Buda.
Cuando vemos a Jesús como Cristo en la cruz a través de los ojos de hacer, nos preguntamos qué cosa podemos hacer para lograr lo que él hizo.
Nos preguntamos:
· “¿Clavamos clavos en nuestras manos?”
· “¿Nos involucramos en toda clase de actos nobles?”
· “¿Deambulamos por ahí sanando a los enfermos?”
Y por ello, perdemos la marca… completamente.
La realidad de Jesús como Cristo es que él no es “un ser”.
Cristo es la conciencia de “ser sin condición.”
Cada vez que “somos sin condición”, somos Cristo.
Entendiendo ser…
Si todavía estamos alineados con hacer como una forma de lograr un ajuste causal a la calidad de nuestra experiencia actual, podemos leer esta carta y asumir que comprendemos lo que se está comunicando aquí.
Podemos asumir que “entendemos la necesidad de aplicar la luminosidad de ser.”
Sin embargo, hasta que nos ofrecemos consistentemente la oportunidad “de ser con el punto causal de nuestra incomodidad-sentida, sin ninguna condición”, estamos retrasando el darnos cuenta de ser.
Y hasta que nos damos cuenta de ser y lo vivimos como una experiencia, instintivamente continuamos “haciendo” como una forma de ajustar la calidad de nuestra experiencia.
Afortunadamente, nuestro multiverso está lleno de gracia y compasión. Continuamente brinda a nuestras experiencias individuales y colectivas con aquello para lo cual no hay nada que podamos hacer.
Observen nuestro mundo ahora mismo:
· ¿Qué podemos hacer respecto de la contaminación?
· ¿Qué podemos hacer acerca de la Guerra en Irak?
· ¿Qué podemos hacer respecto de la pobreza en África?
· ¿Qué podemos hacer acerca de la aceleración en los cambios climáticos?
La verdad es… nada. La historia es suficiente evidencia para que todos nos demos cuenta.
Estas condiciones son todos frutos de nuestra total reverencia a hacer como una forma de lograr un cambio en la calidad de nuestra experiencia humana.
Todas estas manifestaciones de desastre inminente y fatalidad son resultados de nuestra inadvertida reverencia al miedo, enojo y pena como los dioses a quienes servimos.
Solamente cuando ser sin condición es abrazado como una experiencia del punto causal en la calidad de nuestra experiencia individual (y por tanto, colectiva) es que estos predicamentos van a ser auténticamente impactados.
Estos predicamentos son, todos, dádivas que nos son presentadas para que nos demos cuenta de la verdad de lo que somos, y de lo que Dios es para nosotros. No se están desenvolviendo para que podamos descubrir todavía más formas elaboradas de “hacer para sentirnos mejor”.
Ser es el único resplandor que impacta auténticamente el punto causal de la calidad de la experiencia humana… porqué.
Hasta que, a través de una aplicación consistente y disciplinada de no-hacer, nos ofrezcamos la oportunidad de recibir como una experiencia la revelación de ser, bueno, pues… seguiremos tratando de hacer algo al respecto.
Así sea.
LA CONCIENCIA DEL MOMENTO PRESENTE ES UN PORTAL
NADIE VENDRÁ A SALVARNOS DE NOSOTROS MISMOS
Cada uno de nosotros hemos sido dotados con la capacidad de ser responsables de la calidad de nuestra experiencia. Sin embargo, hasta no estar conscientemente imbuidos por nuestra conciencia compasiva, nuestro miedo, enojo y dolor, aún sin integrar, continúan funcionando como el punto causal inconsciente de nuestra falta de armonía, malestar, enfermedad e ilusión. Mientras sigamos suprimiendo y sedando nuestra condición emocional que no ha sido integrada – en lugar de permitir ser provocados y dejarnos llevar emocionalmente por cualquier persona o circunstancia – permaneceremos una especie inauténtica, sin integridad y carente de la capacidad emocional requerida para poseer íntimamente la conciencia de lo que somos o de lo que Dios es para nosotros. Solamente desarrollando conscientemente nuestra capacidad de sentir, seremos liberados de esta condición.
CULPAR A LOS DEMÁS POR LA CALIDAD DE NUESTRA EXPERIENCIA DE VIDA ES INÚTIL.
La mentalidad de víctima y victimario es negación e ilusión. El gradual caos terrenal y el creciente drama externo humano, es una limpia planetaria dirigida a nuestra forma de vida inauténtica, inconsciente y programada. Todo conflicto externo que nos dispara emocionalmente de manera incómoda refleja nuestros estados de agitación interna que no han sido integrados. Nuestra única opción ahora reside entre involucrarnos en una reacción al drama exterior o bien permitir que el desarrollo del drama exterior nos guíe a responder y despertar compasivamente a integrar nuestro desorden interno.
El MOMENTO presente es válido – el entrar en él concientemente es un portal hacia la autenticidad, integridad e intimidad.
Tener conciencia del momento presente es “estar plenamente presente en cada momento conforme se va desenvolviendo, tal como es – sin interferencias- sin ataduras a la resonancia del miedo, enojo y dolor provenientes de nuestro pasado sin integrar. Sólo cuando estamos presentes somos vulnerables para recibir, y así capaces de vivir, cada encuentro que se desenvuelve como una divina oportunidad ordenada a explorar íntimamente las profundas posibilidades de nuestra humanidad. Entrar plenamente en este momento requiere de una transformación de comportamiento – un cambio desde la reactividad inconsciente a la deliberada responsabilidad. Esta transformación sólo es auténticamente alcanzada a través de la integración de la subyacente huella emocional que consistentemente nos distrae del estar presentes. Nadie puede lograr esto por nosotros.
LA EVOLUCIÓN HUMANA QUE SE ESTÁ DANDO EN ESTE MOMENTO NO ES EL “FINAL DE LOS TIEMPOS” – ES LA INVITACIÓN A TERMINAR CON UNA VIDA BASADA EN El PARADIGMA DEL TIEMPO” CON EL FIN DE QUE PODAMOS LOGRAR LA PAZ.
Nuestra tarea no es “hacer paz en la tierra”. Esta intención nace de una ilusión perceptiva. Nuestra tarea evolucionaria es alcanzar la capacidad de vivir la paz que ya nos ha sido dada”, mientras estamos aquí. Cuando desarrollamos la capacidad de auténticamente vivir la paz – irradiamos esta resonancia a través de toda nuestra experiencia. La auténtica paz se siente. Únicamente estamos en paz cuando verdaderamente nos sentimos en paz. La paz sólo se logra a través de un despertar responsable, y por lo tanto un entrar plenamente, a la resonancia-percibida de este momento que se desenvuelve. Si no somos capaces de percibir la paz que nos ha sido dada, se debe a la distorsión que nuestro miedo, enojo y dolor provocan en nuestra resonancia-percibida. Solamente integrando conscientemente nuestra huella de miedo, enojo y dolor podremos volver a despertar nuestra resonancia-percibida y abrirnos a la natural y pacífica resonancia del corazón.
¿Qué es la Conciencia del Momento Presente?
La conciencia del momento presente es una forma de ser, en oposición a ‘algo que hacemos’; por lo tanto, es más fácil decir lo que no es que lo que es. Un indicador confiable de que hemos entrado en la conciencia del momento presente es que nuestra experiencia de vida, sin importar cómo puede aparecer exteriormente en un momento dado, está infundida internamente con la resonancia de una profunda gratitud. Esta gratitud no está basada en la comparación, no es una gratitud que solamente florece porque nuestra vida se está desenvolviendo exactamente como queremos o porque todo en nuestra experiencia es fácil. Se trata de estar agradecidos por la invitación, el viaje y el regalo de la vida misma. Es una gratitud que no requiere de razón alguna. La gratitud es la sola marca en la que podemos depender como el indicador de cuan presentes estamos en nuestra experiencia de vida. Si no estamos agradecidos por el hecho de estar vivos es porque nos hemos alejado del momento presente y nos encontramos en un lugar mental ilusorio llamado “tiempo”.
Muy pocos de nosotros tenemos la capacidad de estar presentes en nuestras experiencias de vida porque todos hemos nacido en una cultura que existe en el mundo del tiempo. Esta es la maldición de lo que llamamos “civilización”. Hemos estado sedientos de progreso pero, en la mayoría de los casos, el progreso nos ha llevado a la estructuración de la vida de tal manera que no tenemos que estar presentes cuando ésta sucede. Mientras más automatizada es nuestra experiencia de vida, menos involucrados estamos en el arte de vivir.
En el mundo del tiempo, resulta retador ser agradecido porque nada parece desenvolverse de la manera en la que pensamos debiera ser. El pasado contiene lamentos y el futuro sostiene la promesa de un mejoramiento, mientras que el momento presente aparece ante nosotros como un evento que requiere de ajustes. Por lo tanto, pasamos todos nuestros momentos reflexionando en lo que no funcionó para nosotros en el pasado, y mentalmente planeando los ajustes que debemos hacer para eventualmente alcanzar el estado de paz y realización que buscamos. En virtud de que estos ajustes están continuamente dirigiendo nuestra atención hacia algún “extraordinario mañana”, hemos olvidado cómo permitirnos la oportunidad de arribar a cualquier coyuntura significativa el día de hoy. Subsecuentemente, el mundo en el que vivimos ahora y todo lo que hay en él es un medio para un fin. Vivir así nos parece normal. Parece normal porque no tenemos acceso a otra experiencia mundana que sea cualitativamente diferente de la que estamos teniendo ahora. No tenemos otra experiencia que podamos comparar con nuestra experiencia actual.
Al vivir de esta manera, consistentemente damos saltos de rana sobre el momento presente. Aunque el pasado se ha ido y no puede ser alterado, y el futuro todavía no se forma, de todas maneras escogemos ocupar mentalmente esos lugares ilusorios en vez de entrar de lleno a experimentar ese momento único en el que estamos continuamente. Al habitar de manera constante en un estado mental que nos permite reflejar y proyectar nuestra atención hacia esos lugares ilusorios, nos estamos perdiendo esas muy reales experiencias físicas y emocionales que nos están sucediendo ahora mismo. Nos olvidamos completamente de ese momento único que contiene la vibración y la plenitud de lo que es la vida. Pensamos que estamos viviendo pero no es así; estamos existiendo. Pensamos que nos estamos moviendo, pero estamos girando en círculos. Somos completamente mentales acerca de todo y, consecuentemente, hemos sacrificado las experiencias de estar físicamente presentes y emocionalmente equilibrados. Por consiguiente, nuestro estado mental, tan avanzado como creamos que es, se ha convertido en un acertijo lleno de confusión.
Estamos tan acostumbrados a este estado de “no ser”, que nos parece perfectamente natural. Aspiramos a ello. Sin embargo, no es natural porque no conoce ni el equilibrio ni la armonía. Sabemos esto porque en alguna parte, en medio de nuestro estado mental en el que damos ‘saltos de rana’, todos sentimos que algo nos está faltando. La falta de paz que sentimos dentro se refleja como el caos continuo que experimentamos en nuestras experiencias externas de vida. La ausencia de paz interna también se refleja en la manera en la que nos intimidamos respecto de cualquier experiencia que signifique quietud o silencio. El tema de esta Era es: “Que haya ruido; que haya movimiento.”
No sabemos de lo que nos estamos perdiendo porque no podemos recordar qué es lo que hemos perdido. No podemos encontrarlo porque buscamos en las imágenes del pasado y en nuestro escaneo del futuro. Nuestro comportamiento insaciable de necesitar y desear es el testimonio de la vacuidad que nuestra aproximación actual a la vida no puede llenar. Estamos removiendo cada piedra, cada pedazo en este planeta en nuestra desesperada búsqueda por encontrar la paz. Sin embargo, nada de lo que hacemos aporta paz a nuestro ser porque desde hace mucho hemos olvidado que la paz no es ‘algo que hacer’. No la podemos instalar mecánicamente ni por la fuerza. Nuestro estado de inquietud interna se manifiesta como síntomas externos físicos, mentales y emocionales de malestar y enfermedad. No importa lo que tomemos para curarlo, no importa hacia donde corramos en nuestro intento por escapar de ello, no importa de qué manera nos distraemos con nuestras constantes actividades, el verdadero alivio aparece consistentemente en aquellos momentos que están fuera de nuestro alcance. Así como un humano despojado de sueño inevitablemente entra en un derrumbe físico, mental y emocional, nuestro olvido del oasis de la conciencia del momento presente también nos está llevando rápidamente hacia una experiencia de desintegración social planetaria.
Esta condición mental de “vivir en el tiempo”, de continuamente escapar del ayer y frenéticamente perseguir el mañana sin descanso ni paz, es el predicamento que El Proceso de Presencia consigna y mitiga. Al asistirnos a comprender cómo llegamos, individualmente, hasta este predicamento, simultáneamente nos brinda el procedimiento metódico y las herramientas de percepción que nos dan poder para empezar a encontrar nuestro camino fuera de esta ilusión. Nos arroja una cuerda de conciencia y nos da la energía necesaria para que podamos salir de ese pozo de nuestras distracciones respecto del pasado y el futuro, para que podamos regresar al único terreno que es sólido, seguro y lleno de paz: el momento presente.
¿QUÉ ES la iluminación?
Con más y más frecuencia escucho un comentario que hacen las personas parecido a esto: “Estoy descubriendo que estar iluminado no es lo que pensaba…” El otro día recibí un correo electrónico de Australia en el que me preguntaban si yo estaba iluminado. ¡He ahí una buena pregunta! Así que, ¿qué es esto que las personas llaman “iluminación”? Solía pensar que era una experiencia singular en la que habría un despliegue interno de fuegos artificiales cósmicos, seguido por asombrosas revelaciones de proporciones bíblicas, para finalizar con un total ajuste de mis percepciones en relación con todo lo que existe en este mundo. Me aproximé, y ávidamente busqué esta experiencia como un punto de arribo definitivo en el cual pudiera, finalmente, comprender todo y, simultáneamente, sentirme maravillosamente delirante por siempre jamás, ¡Amén! ¡Qué equivocado estaba! Todavía estoy abierto a percibir una experiencia interna similar, pero a medida que continúo mi viaje a lo largo de los corredores de este experiencia de vida, también estoy descubriendo que “estar iluminado definitivamente no es lo que yo pensaba”. ¡Gracias a Dios!
En primer lugar, personalmente creo que por el solo hecho de percibir que existe un estado de conciencia llamado “iluminación” en sí es una experiencia de iluminación. Muchos seres humanos están tan ligados a su pasado, por las consecuencias de sus pensamientos, palabras y hechos, que invierten toda su energía en sobrevivir. Ni siquiera miran hacia arriba y se preguntan: “¿Por qué el cielo es azul?” Simplemente están agradecidos de que no les esté lloviendo encima ese día en particular. Para un ser como éste, despertar a la idea de que en una experiencia de vida existe algo más allá de las interminables penas, fatigas y privaciones, es en sí una iluminación.
Una vez que tuve la capacidad de dejar ir el concepto erróneo de que la iluminación era una experiencia única y explosiva y que, de hecho, era algo más realista que un despliegue de fuegos artificiales, seguido por una sonrisa delirante las veinticuatro horas del día, me hice vulnerable a una perspectiva totalmente diferente: la iluminación es algo continuo que, espero, pueda permanecer así eternamente. Es curioso, la experiencia que me cimbró de toda ilusión acerca de la iluminación ocurrió a través de una relación. Cuando tenía alrededor de 38 años me enamoré y estuve íntimamente involucrado con una maravillosa mujer mucho más joven que yo. Mi mente me dijo que eso no sería benéfico, pero afortunadamente mi corazón descartó mi forma de ser conservadora. Fue durante esta relación que descubrí el significado de intimidad. Ahora amo la palabra “intimidad” porque, para mí, su auténtico significado se esconde en la fonética de la palabra: hacia-mi-entra-y-ve (*). Durante aquel encuentro íntimo, me di cuenta que de ninguna manera estaba buscando la iluminación, se trataba de intimidad. (*) juego de palabras en inglés que el autor analiza como: “intimacy” = into-me-and-see N. del T.)
Con desesperación buscaba intimidad conmigo mismo, con Dios, con la naturaleza, con mi familia, con todos los humanos que encontrara, con mis gatos, con mis escritos, con las plantas, con la lluvia que cae, con mi dolor, con mis sueños y visiones, y con todos los minúsculos aspectos de esta experiencia que llamamos “vivir nuestra vida”, al igual que lavar platos o poner la ropa en la lavadora.
Claro está que, para que la intimidad sea auténtica, nos pide mostrarnos y estar “presentes” en nuestras experiencias. Darme cuenta de esto fue un momento de iluminación. Y solamente llegué a esta conclusión abriéndome a una experiencia a la cual mi mente se resistía totalmente. También me di cuenta que hasta ese momento había estado utilizando mi mente como la herramienta primitiva con la que se busca la iluminación; pensé que podía alcanzarla a través de la “comprensión”. De nuevo, estaba muy equivocado. Hoy, me da gusto no estar iluminado; como si hubiera llegado a un destino cósmico y luego recibir un Título en Iluminación por parte del universo diciendo que había alcanzado “la tarea espiritual de mayor nivel”. Hoy, percibo la iluminación en muchos niveles, y uno de ellos es aceptar que cada día está saturado de experiencias que iluminan, si tan sólo las dejo entrar. Ahora mi vida está todo el tiempo cubierta de puntos potenciales hacia la iluminación…
Darme cuenta de que soy responsable de mis propias experiencias es iluminación.
Darme cuenta de que mi Presencia Interior es una experiencia compartida es iluminación.
Estar agradecido con Dios, lo que Dios sea para mí, por cada experiencia que llega a mi camino, es iluminación.
Saber que mis momentos difíciles siempre son una bendición disfrazada de crecimiento y sabiduría potenciales es iluminación.
Saber que nada en mi vida sucede por accidente es iluminación. Ser capaz de disfrutar cada momento, como dar un paseo y apreciar el paisaje, es iluminación.
Estar abierto a dar pequeños pasos para nutrirme, sanarme, ser mi propio maestro y mi propio guía, es iluminación.
Conocer la diferencia entre reaccionar y responder es iluminación.
Ser capaz de extraer el Dharma de mi propio drama es iluminación.
Ser capaz de perdonarme y, por ende, perdonar a los demás, es iluminación.
Ser capaz de sentarme al lado de alguien mientras pasa por un mal momento, sin sentir la necesidad de inmiscuirme en su experiencia, es iluminación.
Reírme de mi propia seriedad o tontería, hasta que las lágrimas corran por mis mejillas y me duela el vientre es, definitivamente, una grandiosa iluminación.
Confiar en lo que sea que es Dios, en que Su poder está íntimamente consciente de mí y, por lo tanto, en verdad nunca estoy solo, es iluminación.
Así pues, en mi experiencia, conforme me muevo de la inconsciencia hacia una mayor conciencia, existen puntos de iluminación ilimitados. Me gusta pensar esto porque Dios es una experiencia ilimitada, el viaje hacia el conocimiento de quién es Dios es algo ilimitado. Al igual que OSHO, también creo que si de hecho llegara “al final de esta jornada”, me sentiría muy avergonzado, no sabría qué hacer conmigo. Entonces, probablemente tendría que esconder el hecho de estar terminado y alejado de todos porque no sabría cómo responder a la pregunta obvia: “¿Y AHORA qué?
En nuestra existencia, de vez en cuando nos cruzaremos con individuos que se comportan como si ya “hubieran llegado”. Con frecuencia estos son los llamados gente “espiritual”, o aquellos que se miran a sí mismos como “sanadores de los demás”. Este es un estado muy triste en el que se puede estar ya que es uno influenciado por la arrogancia e inmune a un mayor crecimiento. Para combatir este tipo de infortunio llevado por la mente, EL PROCESO DE LA PRESENCIA enfatiza el viaje-de-la-conciencia, en oposición a destino-conciencia. La jornada es nuestro destino. Don Juan, el maestro de Carlos Castaneda, le dijo: “Todos empezamos en ningún lugar (en el ahora y el aquí, a partir del término en inglés “nowhere = now – here. Juego de palabras que el autor presenta N. del T.), y todos terminamos en ningún lugar, y nuestra única elección es si caminamos el sendero del corazón, o no”.
Por ello, cuando descubrimos que la iluminación no es lo que pensábamos, entonces hemos entrado en un punto de auténtica iluminación que abre un portal hacia infinitos puntos de iluminación. Descubrir que la iluminación no es lo que pensábamos es motivo de celebración; entonces, las puertas dentro de nuestras mentes y corazones se abren, y la luz de la autenticidad se derrama a través de las grietas de nuestros malentendidos que se ensanchan y se van disolviendo.
Como nos dijo el ya fallecido Colin Kingfisher, al inicio de cada Ceremonia Nativa del Peyote en la Iglesia Americana guiada por él, “Mantengan la mente abierta”. ¡Qué sabio consejo! Cada vez que nuestra mente llega a una conclusión acerca de cualquier cosa, simultáneamente cerramos una puerta hacia el crecimiento continuo. Saber que cometemos estos errores en nuestro camino es iluminación. Saber que siempre hay más que podemos descubrir no sólo es excitante, también es iluminación. Al acercarnos a la “iluminación” de esta manera, como una interminable jornada de continuos despertares y confirmaciones, permito que mi vida sea una historia interminable que Dios me está contando para que pueda descubrir y redescubrir mi yo ilimitado, interminable, eterno y misterioso. También estoy abierto a estar totalmente equivocado respecto de todo esto. Y si descubro que estoy equivocado, igualmente será una iluminación.
LAS DÁDIVAS AL INTERIOR DE LA RESPONSABILIDAD EMOCIONAL
Muchos de nosotros hemos hecho un trabajo de lilmpieza emocional en el pasado, sin alcanzar los resultados que estábamos esperando: la aflicción, el enojo y el miedo que estamos manejando parecen no tener fin. Una de las razones por nuestra falta de éxito es porque hemos entrado en este trabajo de manera reactiva. De una manera o de otra, todos entramos en este trabajo de manera reactiva porque estamos siendo llevados por la incomodidad Sin embargo, todo comportamiento reactivo automáticamente procrea desequilibrio. No podemos acercarnos a nuestros miedos porque tenemos “miedo” de lo que vaya a suceder si no lo hacemos. Tampoco podemos acercarnos a nuestro enojo porque estamos molestos por la forma en que perdemos la paciencia continuamente. Y tampoco podemos abordar nuestra aflicción porque estamos agotados por nuestras interminables lágrimas. Todas estas son aproximaciones reactivas y no conducen a ningún lado.
Otro nivel en el que hacemos contacto de manera reactiva con nuestra aflicción, enojo y miedo es cuando lo hacemos apoyados por la presencia de otros. Un buen ejemplo de esto es hacer “trabajo de liberación emocional en grupo”. No podemos obtener ningún progreso real y duradero con nuestra limpieza emocional si para ello requerimos de la presencia de otros para realizar nuestra tarea. Cuando lo hacemos, estamos simplemente montando una actuación y utilizamos nuestro drama para captar sutilmente la atención de los demás; atención para la que no estamos lo suficientemente maduros en lo emocional para dárnosla a nosotros mismos. Hacer algo en virtud de la presencia de otros es, por su mera naturaleza, un comportamiento reactivo. El trabajo de liberación emocional tiene que ver con crecer emocionalmente, con ser el apoyo que hemos estado buscando de los demás y esto no puede ser realizado con autenticidad si para ello requerimos de la presencia de otros durante la experiencia de una liberación emocional.
Otra razón de por qué nuestro trabajo de liberación emocional puede haber sido impotente en el pasado es nuestra insistencia “en comprender” la naturaleza de la liberación emocional que estamos experimentando. Si tenemos que comprender lo que nos está sucediendo y por qué, para poder permitir que ocurra el proceso de liberación emocional entonces no hemos entrado verdaderamente en el reino emocional; todavía no estamos tocando la médula del asunto. Todavía estamos revoloteando en el plano mental. “Llorar a solas sin tener una razón aparente” es la frecuencia que nos libera, de la manera más eficiente, de nuestra carga negativa emocional.
Así que, nuestro dilema es cómo entrar en una limpieza emocional de manera responsiva y no reactiva, porque solamente un comportamiento responsivo neutraliza el desequilibrio y restaura una armonía real y duradera. En otras palabras, ¿cómo activamos la frecuencia de una responsabilidad emocional auténtica? La respuesta a esta pregunta reside en ser capaces de ver todo el panorama; en acceder al dharma, desterrando nuestro propósito más elevado, e integrando lo divino y la intencionalidad en esta sección particular de nuestra eterna jornada. Para lograrlo, desandemos nuestro camino por un momento y enarbolemos la percepción retrospectiva como un medio de despertar la prudencia a través de la introspección.
En EL PROCESO DE LA PRESENCIA, nos presentan dos herramientas de percepción llamadas “El Sendero hacia la Conciencia” y “El Ciclo de Siete Años”. La intención al traer estas herramientas de percepción a nuestra conciencia es para revelarnos nuestra aceptación deliberada de poder entrar en nuestra experiencia humana actual. En virtud de que todos entramos en nuestras experiencias de vida de manera inconsciente, al principio nos parece como si nos estuviéramos moviendo de manera caótica dentro y a través de nuestras vidas cotidianas. Sin embargo, no es así: el Sendero hacia la Conciencia revela que nos movemos de manera deliberada desde la experiencia vibracional (la matriz) hacia la emocional (niñez), hacia la mental (adolescencia) y luego hacia la física (estado adulto), en ese orden específico. El Ciclo de Siete Años revela cómo esta secuencia de entrada deliberada es necesaria para desarrollar nuestros distintos cuerpos, para que podamos ser capaces de darles la atención individual necesaria y así integrarlos individualmente en esta experiencia de vida. Estas dos herramientas de percepción también nos ayudan a integrar por qué el contento emocional de nuestro ser es el punto causal de cualidad de nuestra experiencia de vida, y por qué es, entonces, este aspecto de nuestra experiencia (el corazón) que debe ser equilibrado si buscamos vencer nuestra percepción de incomodidad. En otras palabras, la paz no es una circunstancia física, tampoco es un concepto: la paz es un “sentimiento” que, cuando lo abrazamos emocionalmente, es cuando se irradia dentro de nuestros pensamientos y actos.
Lo que El Sendero hacia la Conciencia también nos pide observar es que cuando buscamos recobrar una conciencia total, para extraer nuestro estado de alerta desde un paradigma basado-en-el-tiempo, y volver a despertar a la plenitud de nuestra auténtica Presencia inmortal, existe una jornada específica, deliberada, que debemos tomar: debemos revertir el Sendero de la Conciencia. En otras palabras, primero debemos lograr una presencia física, luego claridad mental, luego equilibrio emocional, y solamente cuando esto se ha alcanzado tenemos la capacidad de re-despertar de manera auténtica a una conciencia vibracional auténtica. Si en el camino nos saltamos cualquiera de estos pasos, en algún momento tendremos que regresar para completarlos.
Este camino evolutivo de nuestro regreso a la plena conciencia es evidente en todas las prácticas de meditación: primero nos enseñan a adoptar una postura física y a no movernos, luego nos dan un mantra mental para calmarnos y enfocar nuestros procesos de pensamiento, luego se nos pide entrar en la experiencia del “amor y la devoción” a través de la cual penetramos el reino “espiritual”. Una vez más vemos el movimiento desde lo físico a lo mental, a lo emocional, para poder entrar en lo vibracional. (En El PROCESO DE LA PRESENCIA utilizamos la palabra “vibracional” en vez de espiritual.) El problema reside en que muchos de nosotros, en virtud de la intensidad de nuestro malestar emocional reprimido, intentamos tomar un atajo: tratamos de entrar al reino vibracional directamente. Hacemos esto al huir de la experiencia de vida en la que nos han colocado; le damos la espalda a nuestra vida y buscamos en el exterior una “experiencia espiritual” que, de alguna manera, nos libre del fuego infernal en el que estamos. Frecuentemente disfrazamos este comportamiento reactivo como una búsqueda para “agrandar nuestra conciencia”. Sin embargo, no importa cómo lo disfrazamos, nuestro esfuerzo por obtener una “experiencia espiritual” siempre es una reacción a un malestar interno profundamente reprimido del que estamos tratando de escapar. Si no existiera un malestar interno no tendríamos ningún deseo de “abandonar el sofá” (del psicoanalista), ni buscaríamos con denuedo algo fuera de nuestra experiencia de vida cotidiana ordinaria. Es a partir de nuestro malestar interno y de nuestra reacción a él que nos unimos a senderos espirituales y a religiones que prometen “librarnos de este mundo”. Consecuentemente, terminamos siguiendo a maestros y religiones que prometen llevarnos al cielo o algún paraíso o a Dios. Se nos dice que una vez que lleguemos a este lugar futuro, que nos pide alguna forma de práctica (por muchos años e incluso vidas) que ya no habrá más sufrimiento. Esta aproximación en sí es reactiva. No hay nada responsable en ella. En verdad, entregamos nuestro poder a una idea, a una persona fuera de nosotros, a una organización y a una forma de ser que está basada-en-el-tiempo. Los caminos espirituales y las religiones siempre prometen salvarnos de nuestro sufrimiento pasado al garantizarnos un futuro perfecto, pero lo que en realidad hacen es robarnos de nuestro momento presente. Ellos hurtan nuestras vidas justo bajo nuestras narices. Cualquier comportamiento que requiera de “un salvador” o “un cielo” para lograr su agenda es reactivo porque nos pide acercarnos a Dios como un medio de escape.
Dios no es una ruta de escape. Dios está en todo lugar. ¿De qué pensamos que estamos escapando y dónde creemos que está ese lugar al que nos estamos escapando? ¿En verdad creemos que vamos a lograr algo al aproximarnos a nuestro Origen de manera reactiva? Todo comportamiento reactivo, sin excepción, engendra desequilibrio.
Esto es lo que muchos de nosotros hemos hecho de manera reflexiva; nos hemos aproximado al reino vibracional como una reacción al malestar que experimentamos en nuestros corazones ahora mismo. En el momento en que admitamos esto seremos libres de la manipulación que los falsos profetas tienen sobre nosotros. Esta forma de llevarnos por caminos equivocados al manipular nuestro sufrimiento interno también es evidente en las organizaciones de la Nueva Era que se auto nombran “Cuerpo, Mente y Espíritu”. ¿Has notado cómo la palabra “corazón” se deja fuera de los nombres de estas numerosas organizaciones? No podemos hacer un rodeo que nos distancie de nuestro corazón y esperar tocar de manera experimental lo que Dios es. Dios es amor, y el corazón es el punto causal para experimentar todo el amor mientras estamos vivos. A Dios se le conoce únicamente a través del corazón.
En muchos textos de las Sagradas Escrituras se nos dice, claramente, que “sufrir es la llave para la liberación”. Nuestras religiones, y los maestros emocionalmente no integrados, han hecho malas lecturas de estos textos y, por lo tanto, los han representado de manera equivocada, ya que los han usado para hacernos repetir toda suerte de ritos, rituales y dogmas que -de manera deliberada- agregan sufrimiento a nuestra experiencia. Esto es porque los que proponen estos sistemas religiosos y caminos espirituales no han integrado sus corazones. Son mentales y, por lo tanto, se aproximan a las Escrituras literalmente. Todas las Escrituras son metafóricas, pero al saber esto y ser capaces de beber en sus verdades debemos entrar de manera experimental e integrar la condición de nuestros propios corazones. No tenemos que agregar sufrimiento a nuestra experiencia de vida para poder liberarnos; tenemos que enfrentarnos al sufrimiento que ya está establecido dentro de nuestros corazones. Nuestro miedo, enojo y aflicción actuales tienen ese gran propósito. Esas son nuestras dádivas.
Cuando somos niños, nuestros cuerpos emocionales funcionan a la perfección, pero a medida que nos acercamos a la edad de siete años estos empiezan a cerrarse para que podamos enfocarnos en el desarrollo de nuestro cuerpo mental. Cuando nuestros cuerpos emocionales se cierran perdemos toda conciencia de nuestro cuerpo emocional. En otras palabras, ya no funcionamos desde la “percepción-sentida”. La percepción-sentida significa que somos capaces de “sentir las consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y actos antes de ponerlos en juego”. La percepción-sentida es la conciencia de la consecuencia. Como adultos no tenemos percepción-sentida. Esto es deliberado. Si tuviéramos percepción-sentida no habríamos entrado ni en la mitad de experiencias que hemos tenido y, por lo tanto, habríamos sido más pobres por ello. Hemos tenido que ser inconscientes para haber hecho la mayoría de las cosas que nos han traído hasta este momento de despertar. Por no haber operado desde la percepción-sentida hemos sido capaces de decir, hacer y pensar cosas que, de otra manera, no hubiéramos hecho. Nos fue necesario este nivel de aturdimiento para poder entrar, a través de la experiencia, en los oscuros senderos a los que estamos trayendo luz.
No obstante, llega un momento en nuestra evolución cuando tenemos que despertar de nuestro comportamiento inconsciente y reactivo. Debemos despertar para poder dibujar estas experiencias inconscientes y utilizarlas como una paleta de colores que nos asista a pintar este mundo con el nivel de compasión que solamente puede nacer desde la humildad de la experiencia personal. Parte de nuestra experiencia en el despertar es que debemos reconectarnos con la Presencia auténtica que somos para así poder funcionar a partir de este perfecto estado de alerta. Debemos “estar en este mundo pero no ser de él”; mantenernos de pie con nuestros pies firmemente puestos sobre la tierra, pero con nuestros corazones abrazando lo vibracional. A medida que el Sendero de la Conciencia se va revelando, nos pide que primero volvamos a entrar, conscientemente, en nuestro cuerpo físico, luego recuperar nuestra claridad mental, luego embarcarnos en el reto de despertar el potencial de nuestro cuerpo emocional al desbloquear todos los patrones energéticos inconscientes y disfuncionales que nutren nuestro comportamiento reactivo. Estos patrones emocionales disfuncionales son nuestro miedo, nuestro enojo y nuestra aflicción.
Para restaurar el equilibrio emocional debemos sentir estas condiciones energéticas. Eso es todo: “SENTIR”. Para lograr esto debemos anclar primero nuestra conciencia entrando en el cuerpo y sintiendo las muchas sensaciones físicas inherentes en su interior que hemos tratado de evitar. Sentir conscientemente las sensaciones físicas dentro de nuestro cuerpo automáticamente despierta la habilidad “de sentir” y, por ende, sirve de portal para volver a despertar la conciencia del cuerpo emocional. Es por ello que la presencia física debe ser activada primero. Para esto usamos la respiración consciente conectada.
Una vez que la presencia física queda activada debemos recuperar la claridad mental. La claridad mental consta de tres partes: Primero es la comprensión de que “somos responsables de la calidad de nuestras propias experiencias de vida. Segundo, es la comprensión de que el cuerpo emocional es el punto causal de la calidad de nuestras experiencias de vida. Tercero, es la comprensión de que únicamente equilibrando el punto causal de nuestra experiencia tendremos la posibilidad de manifestar, de manera auténtica, los procesos de pensamiento y las experiencias físicas externas. Una vez que recuperemos este nivel de claridad mental estaremos listos para dejar de pensar y rendirnos completamente a la capacidad de sentir. Este punto, en el que nos rendimos a nuestros sentimientos, es una parte crucial de nuestra jornada. Rendirnos a nuestro auténtico estado emocional vuelve a despertar nuestra conciencia del cuerpo emocional. “Sentir nuestro contento emocional como está ahora” es lo único que vuelve a despertar la percepción-sentida.
La limpieza emocional no tiene que ver, por tanto, con “salir de nuestras cosas para que podamos continuar con algo más”. Tiene que ver con activar un estado del ser en el mundo en el cual estamos funcionando desde el corazón como un punto causal que motiva todos nuestros pensamientos, palabras y obras. Cuando somos capaces de funcionar desde la percepción-sentida no necesitamos leyes. En donde existe el amor no hay cabida para la ley. Cuando podemos sentir las consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y obras, antes de ponerlas en acción, no estamos aceptando un comportamiento reactivo que lastima. Entonces, funcionamos desde un punto de amor auténtico y respeto por todo ser vivo. Nadie nos tiene que decir cómo comportarnos a través de nuestra experiencia de este mundo; nuestros corazones logran esta forma de conducirnos de manera automática. Despertar la percepción-sentida automáticamente nos transforma en seres humanos compasivos, amorosos, respetuosos y llenos de cuidados conscientes.
Esta no es la totalidad de los frutos que recibimos con la percepción-sentida; la percepción-sentida también activa la dicha auténtica. Hasta que estemos abiertos a sentir nuestro propio miedo, enojo y aflicción, no podremos conocer lo que es la dicha. Hasta que seamos capaces de abrazar nuestra propia incomodidad interna, erróneamente creemos que la dicha es un estado emocional que es opuesto a nuestro estado de incomodidad. Erróneamente creemos que la dicha es un estado emocional en el que somos “felices”. Pensar que la dicha es una emoción, y una “emoción feliz”, es algo incorrecto. La dicha no tiene que ver con sentirse bien; tiene que ver con sentir todo. La dicha es permitir que todos los sentimientos entren en nuestra conciencia sin censurar unos y favorecer a otros. La dicha no es felicidad y tampoco es una emoción; la dicha es “una relación consciente que tenemos con nuestro cuerpo emocional”. Solamente somos capaces de entrar en una dicha auténtica cuando damos fin a nuestra relación reactiva con nuestro cuerpo emocional.
Nuestra voluntad para entrar de manera responsiva en un estado de conciencia de nuestros propios miedos, enojo y aflicción reprimidos es, por consiguiente, una parte crucial de nuestra jornada. Al permitirnos sentir nuestro miedo, nuestro enojo y nuestra aflicción estamos despertando nuestra habilidad de volver a sentir… sentir profundamente. Esta habilidad nos permite sentir lo que es la vida. La vida no es un pensamiento, un concepto o una idea. Y la vida tampoco es una circunstancia física. La vida, en su parte medular, es un sentimiento. A menos que nos “sintamos” vivos, estamos muertos. El aburrimiento es el síntoma de una persona muerta. A menos que nuestros corazones estén abiertos a las energías-en-movimiento que fluyen alrededor nuestro no estamos vivos; todavía no sabemos siquiera lo que es la vida. Por lo tanto, la buscamos mentalmente a través de nuestra comprensión o, físicamente, mediante “hechos” sin fin y acumulación de cosas. No podemos conocer el sentimiento de estar vivos mientras estamos escapando, inconscientemente, de la incomodidad que existe en nuestros corazones. No podemos saber lo que es la vida cuando estamos huyendo el momento en el que estamos pensando, equivocadamente, que hay algo más que nos va a salvar de este mundo.
Sin embargo, una vez que permitimos que todos los sentimientos entren, un proceso que, inicialmente, empieza con enfrentar conscientemente nuestro miedo, enojo y aflicción reprimidos, volvemos a despertar nuestra percepción-sentida. Mediante esta experiencia de percepción-sentida toda suerte de introspecciones empiezan a nacer en nosotros como el alba que nos libra de una larga y oscura noche. Una vez que dejamos de huir de nuestra incomodidad interna y, por el contrario, respondemos a ella como una manera de enseñarnos cómo sentir, la experiencia celestial que hemos anhelado aparece frente a nosotros. Este es un descubrimiento glorioso; que todo lo que estamos buscando está frente a nuestras narices. Darnos cuenta de esto permite a nuestra conciencia establecerse “en este momento”. Luego vemos, con azoro, que la experiencia de vida que antes nos aburría es, de hecho, la profunda experiencia espiritual que hemos estado buscando.
Cuando abrazamos todos los sentimientos de manera igual como comunicaciones vibracionales directas de Dios entonces podemos empezar a reconocer lo que realmente es nuestra experiencia de vida: una dádiva de Dios que nos permite tener una relación íntima con lo que sea que Dios es para nosotros. Es un “sentimiento”, no un pensamiento ni un acto físico, que nos permite interactuar directamente con el reino vibracional. La vibración tiene que ser sentida para ser conocida. Lo que sea que Dios es para nosotros tiene que ser sentido para ser conocido.
Cuando intentamos entrar en una “experiencia espiritual” yendo en círculos alrededor del corazón, nos estamos privando de los medios para despertar el vocabulario necesario para tener una comunicación directa con lo vibracional. Entonces podemos meditar durante mil años y aun así no tener una experiencia que sea real y duradera. En ese momento pensamos que la dicha es felicidad y seguimos corriendo tras de una condición emocional al tratar de escapar de otra. Este comportamiento reactivo causa un profundo conflicto interno dentro de nuestros corazones. De ahí que llamamos a aquello de lo que estamos huyendo “el demonio” y aquello hacia lo que estamos corriendo “nuestro salvador”. Y es cuando irradiamos esto hacia el exterior como un mundo en guerra consigo mismo.
No podemos aproximarnos a lo vibracional como una reacción de nuestra experiencia de vida y esperar lograr nada que sea real o duradero. La conciencia vibracional no es una ruta de escape; es un florecimiento orgánico de nuestra jornada humana, una jornada que honra el Sendero a la Conciencia.
Si un progenitor le da a su hijo o hija una cantidad de dinero, y la criatura lo hace a un lado y pide algo más, no es creíble que el padre le vuelva a dar más dinero a su vástago. Continuará cuidando de su pequeño, si el comportamiento reactivo de éste permite siquiera eso, pero ningún monto de dinero le será dado porque la dádiva todavía no puede ser apreciada. Sin embargo, si el padre o la madre le dan dinero a su pequeño y éste lo incrementa, cualquiera de ellos con gusto le dará más si sabe que el valor del regalo ha sido apreciado. De hecho, este padre o madre un día dará a ese pequeño todo lo que posee, sabiendo muy bien que será incrementado a través del aprecio.
El “aprecio” es una palabra de doble filo. Significa “estar agradecido por”, pero también contiene otra frecuencia. Cuando tenemos capitales en las bolsas de valores o acciones y éstas muestran aprecio, esto significa que aumentan su valor; crecen, se multiplican. Cuando apreciamos cualquier cosa estamos “aumentando su valor a través de nuestra gratitud por ella”. Nuestra experiencia de vida es una dádiva que nos es dada por nuestro padre o madre vibracional. ¿La apreciamos? Cuando la hacemos a un lado y elegimos buscar otra experiencia para salvarnos de este regalo, estamos reaccionando contra nuestro progenitor vibracional. Estamos mostrando una falta de madurez. Estamos siendo infantiles. El regalo de vida debe ser conscientemente desenvuelto, para ser apreciado, y esto solamente se logra cuando nos comprometemos totalmente a sentirlo en todas sus complejidades, dentro de nuestros propios y bellos corazones.
No nos ayuda para nada huir de la experiencia de vida en la que estamos ahora hacia un “camino” espiritual o hacia una religión que nos promete librarnos de nuestro sufrimiento. No nos ayuda seguir a nadie que prometa tales cosas; se trata de una trampa y una ilusión. Solamente nos hará entrar en algo que no es auténtico, debilitará nuestra integridad y nos privará de experimentar la intimidad con nuestra esencia vibracional. Dicho comportamiento reactivo y poco auténtico nos hace hacer cosas tontas como ponernos “ropa espiritual” o adoptar extraños rituales y darnos sofisticados nombres Indios, cuando lo más cercano que estamos de ser una persona nativa de la India es el curry que comemos. Tal comportamiento reactivo, sin importar cuán sutil o espectacular, sin importar cómo lo disfrazamos con nuestros gestos de santidad, es siempre un intento para escapar de la incomodidad de nuestros corazones.
¿En verdad creemos honestamente que algún gurú nos puede salvar cuando solamente nosotros podemos sentir la condición de nuestro propio corazón? Otros pueden hacer cosas físicas a favor nuestro, como enviarnos una carta por correo. Otros también pueden hacer cosas mentales en nuestro beneficio, como ponerse de pie y hablar por nosotros en una corte legal; sin embargo, nadie puede sentir por nosotros. “Sentir” es nuestra responsabilidad del Alma. En virtud de que nadie puede sentir por nosotros, nadie puede sanar por nosotros. Solamente nuestra voluntad para responder a esa incómoda condición dentro de nuestros corazones restaura el equilibrio hacia el punto causal de nuestra experiencia y, por ello, permite que esta experiencia de equilibrio interno sea irradiada hacia nuestros pensamientos y circunstancias físicas. Sólo al lograr primero este equilibrio interno podemos entrar en una relación con nuestro cuerpo emocional que sea “auténticamente dichosa”.
La dicha significa que nos estamos permitiendo sentir todo. En este estado de rendición desarrollamos el profundo vocabulario llamado percepción-sentida que nos permite interactuar conscientemente con el reino vibracional. Esto lo podemos lograr solamente permaneciendo en el centro de la experiencia de vida en la que estamos ahora. Saber esto es la entrada metafórica a la crucifixión. Cuando nos damos verdadera cuenta de que nada más que rendirnos a lo que estamos sintiendo en cada momento nos asiste para este paso siguiente de nuestro despertar, es como tener nuestras manos clavadas. Cuando nos damos cuenta de que no existe ningún lugar al que ir para restaurar el equilibrio en nuestros corazones, que nos hemos rendido a los sentimientos inherentes en este momento, esto es como tener nuestros pies clavados. Entonces, nuestra única elección es reaccionar o responder. Si elegimos reaccionar sumamos cosas a nuestro sufrimiento y esto alarga la experiencia por la que invariablemente debemos pasar. Cuando respondemos, nuestro despertar a la conciencia del momento presente se desenvuelve orgánicamente a un paso que sea el más indicado para la belleza de nuestro florecimiento.
No hay absolutamente ninguna necesidad de agregar sufrimiento a nuestra experiencia como la única forma de conocer lo que Dios es para nosotros. La cantidad y la cualidad del sufrimiento que existe dentro de nuestro corazón equivale, en una proporción directa, a la cantidad de sentimiento que necesitamos tener para volver a despertar totalmente al vocabulario de la percepción-sentida. Cuando respondemos a este sufrimiento interno y vemos los frutos de dicha rendición no nos queda más que quedar boquiabiertos, permanecer en azoro ante la profunda experiencia llamada vida, en cuyo centro ya nos encontramos. A través de la sanación de nuestro propio sufrimiento, automáticamente apreciamos este momento, y toda la infinita complejidad de sentimientos se entrelaza y forma espirales que pasan a través. Esta apreciación hace que la experiencia sea más y más profunda, eternamente. Mediante el despertar de la conciencia del cuerpo emocional, a través de la percepción-sentida, nuestros corazones nos elevan hacia el abrazo íntimo de todo lo que hemos buscado. Todo lo que habíamos pensado que se había perdido, es encontrado, aquí mismo, ahora mismo. Entonces, nos aproximamos a una conciencia de nuestra esencia vibracional como una respuesta a lo que se nos ha dado, no como una reacción a ello; entonces se nos da más. Entonces, todo nos es dado.