El mensaje de la Verdad
Donde no hay amor o hay poco amor, no puede crecer nada.
No puede florecer nada.
Se da quizás un breve llamear
y después se extingue lentamente.
El amor es la mecha y
el combustible para nuestra vida
y nuestro quehacer.
Así, hemos de preguntarnos:
¿Es lo que hacemos sólo un llamear, o ha nacido del amor?
Debemos experimentar y vivir
que Dios está presente.
Esto lo viviremos sólo si una
y otra vez nos desconectamos
del trajín diario,
nos retraemos por un breve tiempo
y nos retiramos al silencio.
¿Quién es Dios?
Dios es creador.
Dios es fuerza; Dios es luz;
Dios es la inteligencia
universal infinita.
Dios es el caudal.
Dios es la vida.
Dios es la ley del amor.
Nosotros los hombres respiramos porque Dios es la vida en nosotros.
Dios está en el fondo
de nuestra alma. Él es la fuerza
y la ley del infinito.
La vida no puede cesar de vivir.
La vida es una corriente de luz
inagotable, de energía divina
que fluye de modo ininterrumpido.
Ninguna energía se pierde.
La vida es Dios, y quien cumple la
voluntad de Dios, vive. Él no sentirá
ni probará la muerte.
Quien está dispuesto a cuestionarse a sí mismo, a examinarse y reconocerse a fondo en las situaciones del día, sale ganando.
Deberíamos hacernos conscientes
de que ninguna persona puede dejar
en manos de otra su vida terrenal,
tampoco de ninguna religión externa.
El gran Espíritu llama
a cada persona
a que se haga más fina,
a que ennoblezca su carácter.
Rezar significa:
Sentir comprensión y
asumir responsabilidad.
¿Cuán a menudo andamos a la
búsqueda de que nos vaya bien?
No busques lo bueno fuera de ti,
está en ti. Y nuestro lema espiritual dice: Yo me transformo desde dentro
hacia afuera. Trabajo mi parte
tan humana para irme acercando a mi nueva imagen de cómo ser,
porque me hace bien
y porque me va bien. Yo soy libre.
Llenar nuestros pensamientos
con fuerza y vida significa
que ya por la mañana comenzamos
a afirmar a CRISTO en nosotros.
Deja libres a tus semejantes.
No les obligues a hacer
lo que tú deseas,
o tú mismo podrías hacer.
Es el Cristo de Dios quien me acompaña, quien está conmigo en el lugar de trabajo, quien está conmigo no importa lo que me sobrevenga. Él quiere que me reconozca en todo lo que me mueve, y lo purifique con su fuerza, de manera que surja el nuevo ser, la renovación de la vida, que viene desde el interior.
Pues vivir en Cristo hace feliz.
Vivir en Cristo es una ganancia en la vida que necesitamos enormemente, precisamente en nuestro tiempo, precisamente en este mundo sombrío.
Cristo llama:
Ven hacia Mí, hacia Cristo en ti.
Ven y confíate a Mí, al Cristo en ti.
Reza de corazón
y cumple tus oraciones.
Yo, el Cristo de Dios en ti,
te hago feliz, libre, sano.
La fe de acción significa:
Yo reconozco mi comportamiento egoísta, aquello a lo que me he atado,
a las cadenas del no querer soltar nada. Cambiaré este comportamiento mío.
Y quien lo cambia y cumple
paso a paso las enseñanzas de Jesús,
el Cristo, camina hacia adelante
y se transforma en el nuevo ser,
que es bueno. Y esto podemos
llevárnoslo con nosotros
a la eternidad.
A ma de corazón a tus semejantes.
Haz el bien y experimenta
la unidad del SER cósmico.
Experimenta la fuerza
de la naturaleza. Sé bueno para
con la Madre Tierra, con todo lo
que ésta lleva, y vivirás y caminarás siguiendo las huellas
y sobre las huellas de la luz interna.
Donde no hay carácter,
tampoco hay
consciencia del deber.
Nada asusta más a la parte contraria, es decir, al adversario
de Dios, que la unidad
y la comunidad. Pues éste dice:
separa, ata y domina;
y el Espíritu dice: une y sé.
No luches contra aquello
que te desagrada en tu prójimo.
De lo contrario recibirás
de ello mucho más
de lo que tú mismo ya tienes.
Retribuir con la fuerza
de la misericordia,
eso es grandeza.
En el agradecimiento está la fuerza.
En el agradecimiento está la ayuda.
Aunque aún nos resulte difícil,
dar las gracias de corazón nos confiere fuerza, ayuda, y nos hace sentir la cercanía de Dios.
Y en tanto nosotros dependamos
de otras personas, de si se alegran con nosotros, la alegría sólo se quedará en la superficie
esperando el consuelo
de nuestro prójimo
y, en última instancia,
la energía de nuestro prójimo.
Una frase del Señor:
Si no aprendéis a vivir,
tampoco aprenderéis a dar.
Y aquel que no da desinteresadamente,
toma para sí, es pobre
y se empobrece aún más.
Ésta es la caída de este mundo.
¿Cómo podemos obtener confianza
si no confiamos ni siquiera en nosotros mismos, si ni nosotros mismos sabemos lo que pensamos?
Y si nosotros mismos no sabemos lo que pensamos, no sabemos entonces quiénes somos.
Y si no sabemos quiénes somos,
¿cómo podemos entonces dirigirnos a Dios, y cómo podemos entonces obtener confianza?
Tener confianza significa:
Confío y construyo mi vida en Dios.
Y si confío y construyo en Dios,
entonces tengo que quitar
mis aspectos humanos,
para poder construir sobre Él.
Sólo de esta manera crece
la confianza.
En todo el mundo no existe nada
que ennoblezca de forma
tan valiosa el carácter de una
persona, que armonice su ser,
le otorgue a su ánimo una consonancia pacífica, como el amor eterno, cósmico, que viene de Dios.
Las personas que se entregan al amor de Dios, regalan
a sus semejantes alegría altruista,
porque dan también altruistamente, sin esperar agradecimiento
ni admiración.
Ten entusiasmo por aquello que haces por Dios y tu prójimo,
aunque sea el trabajo más
insignificante, y así obtendrás otras cualidades que todavía están latentes en ti, pues tú eres más grande de lo que piensas.
¿En qué radica el experimentar
a Dios? Creemos que debería ser algo completamente pomposo, monumental. ¡Oh no! Se encuentra en el canto de un pájaro.
Se encuentra en el airecillo que sopla alrededor nuestro.
Se encuentra en la hierba
que acogemos conscientemente,
en el aroma de una rosa.
Y si de corazón nos hacemos conscientes de esto, comenzamos a dejar de pensar en nuestro pequeño mundo egoísta.
En el gran devenir cósmico,
todo lo que es puro cumple el mandamiento del amor.
Experimentar esto en el corazón
nos hace libres.
A la larga sólo está a nuestro servicio aquello que está al servicio
de todos.
Pensar y actuar como Dios quiere
hace a otros más felices
y les da más confianza,
y esto al mismo tiempo también regresa incrementadamente
a tu corazón.
No ocasiones daño a nadie,
sea persona o animal,
planta o piedra.
Dios no es sólo algo para las personas de edad. Dios está para
la juventud, Dios está para
los denominados adultos, Dios está para las personas mayores.
Dios está siempre presente
y se regala siempre del todo. Experiméntale y vívele siguiendo
a Jesús, y tendrás de modo consciente a tu lado
al mejor amigo.
Si los seres humanos se acogieran entre sí como deberían hacerlo,
todos serían responsables
por lo bueno en este mundo
y sería un beneficio para personas,
animales y para la naturaleza.
Una forma de robar consiste también en tomar la energía del prójimo, ocupándonos tanto tiempo con él
–aunque sea en pensamientos– hasta que nos preste atención y haga por nosotros lo que nosotros mismos no queremos hacer.
Libre es únicamente la persona
que vive de acuerdo con la ley universal del amor, de la libertad
y de la unidad.
La mansedumbre es también la humildad de retraerse y callar
cuando mi prójimo cree
que lo sabe todo mejor.
Puedo dar entonces una aclaración,
pero si él sigue creyendo que lo
sabe mejor, entonces callo.
Esto es también la humildad correcta, pues Dios sabe de todas las cosas.
No estamos solos. Cuanto más oscuro se hace en la Tierra, tanto más viene la luz de Dios. Abrámonos a la luz
y la recibiremos también
en los tiempos más oscuros y sombríos.
Dentro de la lealtad a una responsabilidad que se ha adquirido están el esmero,
la concentración y la actitud consecuente, la perseverancia para alcanzar la meta, y la hermandad.
Quien toma su vida en las manos, esto es, quien se propone una meta espiritual, se vuelve sensitivo. Se cuestionará a sí mismo cada vez más, preguntándose, p. ej.,
¿es esto que pienso, hablo o hago,
la vida, o es algo profano?
Es decir, ¿está en contra de la ley de Dios?
Jesús quería la religión interna,
la entrega al eterno gran amor
omnipotente, a la ley de la libertad,
de la belleza, de la justicia,
a la ley cósmica eternamente regente, que es Dios, y que está
en lo más profundo de cada alma
y de cada hombre.
El amor externo codicia,
el amor interno da.
¿Qué sería esta Tierra sin los animales?
¿Qué sería la Tierra sin las plantas?
A fin de cuentas, ¿podríamos vivir?
No podríamos vivir.
Tenemos que aprender lo que significa la unidad; entonces experimentaremos el lenguaje
de los animales, de las plantas, más aún, escucharemos la orquesta de la Madre Tierra. Entonces no torturaremos más a ningún animal. Las guerras cesarán, el que el hombre esté en contra del hombre. Nos volveremos amigos, seremos hermanos, hermanos y hermanas en el Espíritu del gran hermano, CRISTO.