Investigadores de la Universidad de Warwick (Reino Unido) aseguran que la psicoterapia de grupo, utilizada para tratar trastornos mentales como la depresión o la ansiedad, puede servir también para curar el dolor de espalda, según los resultados de una investigación publicados en el último número de la revista The Lancet’.
En concreto, el estudio contó con 600 pacientes con dolor crónico en la parte baja de la espalda, de quienes 400 recibieron seis sesiones de esta terapia cognitivo-conductual de hora y media en las que se les enseñó a cambiar su forma de ver las cosas y centrarse en los aspectos positivos.
En estas sesiones también practicaron técnicas de relajación y nuevas formas de mantenerse activos “superando el miedo a volver a lastimarse físicamente”, explicó la doctora Zara Hansen, partícipe de esta investigación, en declaraciones a la BBC recogidas por Europa Press. Los 200 pacientes restantes, por contra, recibieron la terapia convencional en estos casos a base de analgésicos y rehabilitación física.
Los resultados de este estudio revelaron que, tras sendos tratamientos, las personas que recibieron sesiones de psicoterapia tenían el doble de probabilidades de recuperarse de su dolencia, en comparación con aquellos que fueron tratados de forma convencional.
Además, cuando los investigadores analizaron el coste de ambos tratamientos detectaron que, al tener en cuenta la mejora en la calidad de vida del paciente, la psicoterapia era relativamente más barata.
Por otro lado, los investigadores resaltaron la importancia del hallazgo, ya que los tratamientos para el dolor de espalda que por el momento habían demostrado ser eficaces, no mantenían dicha efectividad a largo plazo.
En cambio, este estudio demuestra que “los pacientes pueden tener una mejora de hasta seis meses, que puede mantenerse hasta un año después de aprender a manejar su situación”, añadió Hansen.
De este modo, y aunque la investigadora niega que “todo el dolor de la parte baja de la espalda esté en la mente”, precisa que es un problema “físico” en el que influye “cómo el paciente lo entienda” a la hora de controlarlo.