ENTRENAMIENTO CUÁNTICO
Esto es un extracto del Libro “El secreto de la vida cuántica” del Dr. Frank Kinslow. Lo he extraído para que lo leáis y para que tengáis a mano dos elementos importantes en toda práctica: uno, el elemento motivador, el que os alienta cuando sentimos que nos caemos, y dos, un resumen de la práctica para leerla de vez en cuando, dado que en todas nuestras prácticas “incluimos” a través de nuestro ego determinadas “pinceladas” que creemos que son mejores, pero que a la postre se revelan como “entretenimientos fútiles” que el ego ha incluído para entorpecer el camino. Seguir el camino marcado y comprobado fehacientemente por el Dr. Kinslow y todos los que lo han seguido, es la mejor forma de obtener muy buenos resultados de esta sencilla, pero muy eficiente práctica, que además no requiere de mucho tiempo.
Una Eumoción es la prueba de que nos hemos sumergido en las aguas de la consciencia pura y de que hemos vuelto a emerger bañados en su influjo regenerador y armonizador. (Eumoción es una emoción beneficiosa).
Hemos asumido erróneamente que no podemos ser activos y estar sosegados a la vez, al mismo tiempo. Pero resulta que podemos ser activos por fuera mientras estamos sosegados por dentro. Sí, puedes nadar y guardar la ropa. Por el hecho de ser humano, en realidad puedes rejuvenecer mientras vives; puedes mantener un estado de paz interior sosegado mientras te implicas en tu rutina diaria.
La física cuántica nos dice que la vida tiene dos caras: 1) el campo de forma y energía, y 2) la Nada de la que todo procede.
Pues que resulta que la Nada no está vacía.
Todas las cosas de la creación —el polvo de estrellas y la antimateria, así como las mariquitas y los dulces sueños— existen en el mundo relativo de forma y energía.
Rodeando e interpenetrando el campo de la forma está la Nada. La Nada dispone de todos los componentes básicos para colmar nuestra existencia cósmica con una infinita multiplicidad de cosas, pero como Nada, todavía no han tomado forma. (Es ahí donde la combinación de creencia y verdad, pueden, literalmente, mover montañas).
Cuando se añade la idea de la Nada a la experiencia de la Nada, produce un efecto muy notable en nosotros. Acaba con el sufrimiento. Así es. La Nada elimina la angustia, la desdicha y el desasosiego. Equilibra cualquier tipo de discordia y fortalece el cuerpo y la mente. Es una auténtica panacea que cura cualquier enfermedad y locura de la humanidad. Y lo hace sin esfuerzo, eliminando la necesidad de luchar y esforzarse. Es lo que hay. Así que, cuando el ego asoma en busca de satisfacción a través de una nueva relación o un coche nuevo, sería mejor que se llevase a la Nada o acabará con algo que no quiere: sufrimiento.
No es que la paz expulse al temor y al sufrimiento: lo que ocurre es que no les permite existir en esa atmósfera propicia. La paz no es terreno fértil para el miedo.
¿Qué es la paz? Si la consideramos como una expresión de mayor o menor actividad mental, diríamos que paz es menos actividad, ¿verdad?
La actividad es energía, y la inactividad es ausencia de energía. La ausencia de energía es la Nada. Por lo tanto, la Nada es paz absoluta.
El problema es que añadir cosas es añadir energía, y añadir energía, como ya sabemos ahora, es algo que se opone a la paz. Esta es una cuestión muy importante. Si hallar paz fuese un proceso matemático, debería incluir la resta, no la suma.
Una vez que aprendas el sencillo proceso del Quantum Entrainment (QE), podrás curarte a ti mismo y a tus amigos, sin esfuerzo, de la aparente discordia de la vida cotidiana.
Matemáticamente, el proceso del QE opera por sustracción. Le ofrece a tu mente menos, menos y menos hasta que no queda Nada. Entonces —y esta es la parte buena de verdad–mantiene tu mente en ese nivel delicadísimo de creación, en el que mora tu Ser interior, mientras que al mismo tiempo le permite flotar suavemente de regreso al ajetreo de la vida cotidiana. Se tiene un pie en cada mundo, absorbiendo simultáneamente de los dos. Esta es tu clave para revelar la paz y eliminar el sufrimiento. ¿Ves qué fácil es? Una vez que aprendas este sencillo proceso en dos pasos, podrás crear paz y armonía vayas donde vayas y hagas lo que hagas.
Sencillamente sin hacer Nada activas oleadas curativas de cambio que no sólo crearán ondas en tu propia vida sino por y para toda la creación. (Recordemos que todos somos sólamente Uno).
Como la mente sólo puede conocer formas como «pensamiento» y «emoción», y traducir lo que los sentidos captan del mundo exterior, ésta no puede experimentar directamente la Nada. La mente necesita una estructura a la que aferrarse. La Nada es informe y como verás (en realidad no lo verás), la Nada carece de cualquier experiencia. Así que vamos a ello, ¿te parece?
Los pensamientos proceden de alguna parte.
El pensamiento procede del orden implicado de Bohm, el «vacío», la Nada.
Me gustaría tomar prestada una analogía del Maharishi Mahesh Yogi (el gurú de la Meditación Transcendental) y comparar la mente con un estanque. Un pensamiento sería como una burbuja que se elevase desde el fondo del estanque, expandiéndose hasta explotar en la superficie. La superficie del estanque se asemeja al nivel consciente de la mente, donde nos hacemos conscientes del pensamiento. El fondo del estanque, de donde proceden las burbujas, se asemeja a la Nada que origina todas las cosas creadas.
Si podemos hacernos conscientes de un pensamiento más cerca de su origen, entonces podemos beneficiarnos de un pensamiento más energético y menos distorsionado. Todos podemos aprovecharnos de esto.
La fuente del pensamiento (La Nada) es un suministro de energía inagotable.
Ahora bien, podemos reírnos y burlarnos de teorías abstractas y filosofías raras (por ejemplo, lo que dice nuestra buena amiga y hermano Virginia: el cuento cuántico) hasta que se nos ponga la cara morada, pero eso no hace sino reforzar o debilitar las creencias. La experiencia es la madre de la ciencia. Nuestra tarea consiste en que tú obtengas esa experiencia. Así que empecemos.
Siéntate cómodamente y cierra los ojos. A continuación, pon atención a tus pensamientos. Síguelos allá donde te lleven. Limítate a observar cómo van y vienen. Tras haber observado tus pensamientos entre 5 y 10 segundos, hazte a ti mismo esta pregunta y luego permanece muy atento para comprobar qué sucede justo después de haber formulado la pregunta. Esta es: «¿De dónde vendrá mi próximo pensamiento?».
¿Qué ha pasado? ¿Se ha producido una pequeña pausa en tu pensamiento mientras esperabas el siguiente? ¿Te has fijado en el espacio, en una especie de intervalo entre la pregunta y el siguiente pensamiento? Bien. Ahora vuelve a leer las instrucciones y vuelve a hacer el ejercicio.
¿Has notado ahora un ligero titubeo en tu pensamiento, una pausa entre pensamientos? Si has estado atento inmediatamente después de hacerte la pregunta, deberías haber observado que tu mente esperaba que sucediese algo. El autor de El poder del ahora, Eckhart Tolle dice que es como un gato acechando el agujero de un ratón. Estás despierto, esperando, pero en ese intervalo no existen pensamientos. Puede que hayas oído decir que limpiar la mente de pensamientos requiere de muchos años de ardua práctica, pero tú acabas de hacerlo en cuestión de segundos.
Por favor, realiza este ejercicio varias veces más. Hazlo durante 2 o 3 minutos más, volviendo a hacerte la pregunta original o bien utiliza sustitutos, del tipo: «¿De qué color será mi próximo pensamiento?», o: «¿A qué olerá mi próximo pensamiento?». La pregunta no es lo importante, sino permanecer atento. Observa de cerca el intervalo cuando se produzca. La atención descubrirá el intervalo, el espacio entre pensamientos. Ese intervalo es el origen del pensamiento. Puede ser fugaz, pero no por eso deja de aparecer. Al irte haciendo consciente de manera asidua de esa pausa mental, ésta empezará a obrar milagros en ti.
Muy bien, ahora cierra los ojos y realiza el ejercicio de «detener el pensamiento» durante 2 o 3 minutos.
¿Has acabado? Bien. ¿Cómo te sientes ahora mismo? ¿Notas algún tipo de relajación corporal? ¿Están los pensamientos más sosegados? ¿Sientes tranquilidad o paz? ¿Cómo ha sucedido algo así? Lo único que has hecho ha sido observar el intervalo entre pensamientos v automáticamente, sin esfuerzo, tu cuerpo se ha relajado y tu mente se ha sosegado. Eso es lo que ocurre cuando empiezas a funcionar y a vivir en los niveles más tranquilos de la mente. El cuerpo y la mente están íntimamente relacionados, y cuando la mente deja de pensar con tanta intensidad, el cuerpo se relaja y descansa. Ya sabes cómo conseguir que el cuerpo se tense y se ponga rígido, no tienes más que estresarte mentalmente. Cuello y hombros rígidos, dolores de cabeza, problemas digestivos, estreñimiento e hipertensión son dolencias físicas que resultan de una mente caótica y agitada. Acabas de descubrir cómo combatir el problema del estrés mental, emocional y físico en tres minutos. Algo notable, ¿no te parece? No es más que la punta del iceberg del QE, pero con este sencillo ejercicio puedes empezar a sentir el potencial de lo que puede ser abrazar la Nada.
Ahora, permíteme que te pregunte lo siguiente: «Cuando observabas el intervalo entre los pensamientos, ¿te preocupaba tener que pagar las facturas, preparar la cena o recordar el cumpleaños de tu esposa?». Desde luego que no. Tu mente estaba totalmente tranquila y liberada de preocupaciones. Es imposible ser totalmente consciente de la Nada y sentir miedo, ansiedad, remordimiento, culpabilidad o cualquier otra emoción discordante o destructiva. Si sólo te limitases a aprender esta lección tan convincente, serías capaz de modificar enormemente el curso de tu vida, dirigiéndote hacia un universo de mayor prosperidad, creatividad y amor. Pero es que hay mucho más.
Continuemos descubriendo qué otras perlas de percepción nos esperan a partir de este ejercicio tan revelador. En primer lugar, explícame qué había en el intervalo. ¿Qué has dicho? Un poco más alto, por favor… Ah, has dicho: «Nada». Así es, en el intervalo no había nada. No había forma, sonido, color, olor… ¡Nada! O bien podemos decir que en el intervalo había Nada, y también sería correcto. ¿Empiezas a percatarte de la magnitud de este simple descubrimiento?
Aquellos de vosotros que pensáis que sois vuestros pensamientos y emociones, vuestros recuerdos, esperanzas y temores, tal vez empecéis a vislumbrar otra cosa. Los pensamientos y emociones van y vienen. Son relativos y momentáneos. Tú, tu esencia es mucho más de lo que tu mente pudiera imaginar, y así acabas de demostrarlo.
¿Dejaste de existir cuando tu pensamiento se detuvo? ¿Entraste en coma o pasaste a un estado de inconsciencia? Desde luego que no. Seguiste ahí, ¿verdad que sí? Bien, si resulta que no eres tus pensamientos y que seguías ahí, ¿entonces, quién eres? Esa parece ser la pregunta adecuada, ¿no te parece? Si no sabes quién eres, todo lo que hagas carecerá de base, de fundamento. Pasas a convertirte en una persona con amnesia que intenta vivir su vida pero que en realidad no sabe quién es. Para plantarte con firmeza en los fundamentos de la vida, has de saber quién eres. Y puedo garantizarte que por encima de todo no eres una persona con pasado y futuro. Te sorprenderá descubrir que de hecho, eres ilimitado y que lo eres más allá del tiempo y de los problemas.
Veamos. Allí había Nada, pero tú seguías consciente. No había nada excepto consciencia. No consciencia de algo sino una consciencia pura de Nada. ¿Lo entiendes? ¿Ves hacia dónde vamos? Si no había nada excepto consciencia pura, entonces tú, necesariamente, debes ser esa consciencia pura. ¿Qué otra cosa podrías ser? .
¿Te parece imposible? Es un hecho incuestionable. Tu percepción directa ha revelado que eres consciencia pura. Así es. Antes de que el «yo» naciese y se convirtiese en la imagen que reconoces como tú mismo, existía la Nada solitaria y universal de consciencia pura. Detente y analiza la profundidad de esta realización durante un instante .
¿Te asombra tu propia inmensidad? ¿Sientes tu propia naturaleza ilimitada y omnipresente? Resulta liberador, ¿a que sí? .
Gracias al ejercicio de «detener el pensamiento» has sido capaz de «entrar», por así decirlo, y observarte el pensamiento. Luego, mientras esperabas («como un gato acechando el agujero de un ratón»), observaste el intervalo entre los pensamientos. Reconociste que el intervalo era consciencia pura y que esa consciencia pura es tu esencia ilimitada: la base sobre la que se asienta la parte «yo» de ti. Si tú, que eres consciencia pura, eres realmente ilimitado, en ese caso no estás limitado por la mente. Tú, consciencia pura, deberías estar en todas partes, todo el tiempo, ¿no es cierto? .
Si adoptamos una perspectiva más amplia, podemos ver que somos reflexivamente reactivos. Incluso nuestros pensamientos actuales son una reacción a otros pensamientos, condiciones y estímulos, que los han precedido. Contemplar la solución de un problema complejo sigue siendo únicamente reaccionar a una línea de pensamiento previa con otro pensamiento. La manera en que reaccionamos depende por completo de nuestra disposición genética y de la huella ambiental. Si yo tuviese exactamente los mismos genes y estructura ambiental que tú, entonces sería tú. No tendría más remedio, ¿no te parece? Sería tú de todas todas. Y debería actuar y reaccionar como tú. ¿Dónde estaría entonces mi posibilidad de elegir ser distinto? Ya ves que carecemos de ese control que creíamos poseer
Es una gran ilusión que alimenta al ego y nos mantiene encadenados a la «rueda del karma» de causa y efecto.
Controlar en exceso, obsesionarse con pequeñeces y dar la tabarra constantemente no hace sino empeorar las cosas. Por raro que parezca, lo conseguimos todo al soltar. El esfuerzo y el control son contrarios a la satisfacción y la paz.
Cuando nos damos cuenta y aceptamos que tenemos algo menos de control sobre lo que pensamos y hacemos, comprendemos que la paz empieza a hacerse un hueco en nuestra mente.
Luchar para mantener el control nos mantiene agitándonos en la superficie de nuestras mentes como alguien que se ahoga en un océano de fuerzas enfrentadas.
Allí, en las quietas profundidades de la completa inmovilidad, nos asombramos al descubrir que todo está permeado de consciencia pura.
Nísargadatta, uno de mis santos favoritos del siglo XX, describe cómo se liberó del control en su libro Yo soy eso. A un buscador que se aproximó a él con el deseo de acabar con la lucha interior, le dijo cariñosamente: «Aunque la mente está centrada en el cuerpo y la conciencia está centrada en la mente, la consciencia es libre. Buscando infatigablemente me vacié, y con esa vaciedad, todo regresó a mí excepto la mente. Me di cuenta de que había perdido la mente irremisiblemente».
Esa es la meta del Quantum Entrainment (QE). El QE entretiene la mente y satisface las necesidades del ego a la vez que le muestra que no se requiere esfuerzo para obtener lo que ansiamos. De hecho, el esfuerzo dificulta cualquier tarea.
Cuando empezamos a vivir liberados del deseo de controlar, no sólo alcanzamos la paz interior, la meta de cualquier deseo, sino que externamente nos vemos recompensados de un modo que desafía el pensamiento convencional. Cuando empieza a desaparecer el deseo de cosas, se nos ofrecen esas mismas cosas sin pedirlas y sin esfuerzo por nuestra parte.
Practicando QE no tardaremos en aprender a dividirnos a nosotros mismos, con una mitad jugando mientras la otra observa tranquila.
Repaso del QE
—Siéntate cómodamente con los ojos cerrados y deja que tus pensamientos fluyan durante 10-15 segundos.
—Observa los pensamientos con sencilla inocencia, como un gato observando una ratonera.
—Con el tiempo, tus pensamientos se sosegarán, se detendrán o desaparecerán del todo.
—Continúa observando tranquilamente lo que sucede.
—No tardarás en sentir algo bueno, tu Eumoción.
—Ahora observa la Eumoción con una clara pero sencilla inocencia.
—Se volverá más intensa o cambiará dando paso a otra Eumoción, o bien regresarán los pensamientos.
—Sea como sea, limítate a observar cómo se desarrolla, como si vieses una película.
—Cuando abras los ojos, continúa con este sencillo proceso de observación inocente.
—Muévete por la habitación, interactuando lentamente con los objetos.
—Cuando te des cuenta de que la Eumoción se desvanece, no tienes más que fijarte en lo que sientes, volver a recordar tu eumoción. Siéntete en silencio mental durante unos instantes, y luego continúa explorando otro objeto.