Curación del Niño Interior – Cómo Empezar
Por Robert Burney
La Recuperación involucra traer a la conciencia aquellas creencias y actitudes en nuestro subconsciente, que están causando nuestras reacciones disfuncionales, para que podamos reprogramar nuestra defensa del ego, y así poder vivir una vida saludable y satisfactoria, en lugar de solo sobrevivir. Para poder adueñarnos de nuestro poder para hacer elecciones por nosotros mismos sobre nuestras creencias y valores, en lugar de reaccionar inconscientemente a las viejas grabaciones. La Recuperación es el surgimiento de la conciencia. Es iluminación, sacando a las actitudes disfuncionales y a las creencias de la oscuridad del subconsciente y hacia la Luz de la conciencia.
En un nivel emocional, la danza de la Recuperación es adueñarse de y honrar las heridas emocionales, para que podamos liberar la energía de la pena, el dolor, la ira, el terror y la vergüenza que nos han estado dirigiendo.
La vergüenza es tóxica y no es nuestra, ¡nunca lo fue! No hicimos nada por lo que sentirnos avergonzados, éramos niños pequeños. De la misma forma como nuestros padres eran niños pequeños cuando fueron heridos y avergonzados, y sus padres antes de ellos, etc., etc. Esta vergüenza por ser un humano que ha sido transmitida de generación en generación.
No hay a quien culpar aquí, no hay malos, solo almas heridas, corazones rotos y mentes confusas”. Cita de “Codependencia: La Danza de las Almas Heridas”
El trabajo con el niño interior es de alguna forma trabajo detectivesco. Tenemos un misterio por resolver. ¿Por qué he sido atraído por el tipo de personas con las que me he relacionado en mi vida? ¿Por qué reacciono en ciertas formas ante ciertas circunstancias? ¿De dónde provienen mis patrones? ¿Por qué algunas me veces me siento tan: impotente; solo; desesperado; atemorizado; enojado; suicida; etc.? El solo hecho de hacer este tipo de preguntas, es el primer paso en el proceso de curación. Es sano comenzar a preguntarse sobre las dinámicas de causa y efecto en nuestra vida
En nuestra codependencia, reaccionamos a la vida desde un blanco y negro, correcto e incorrecto, un paradigma de creencias que nos enseñó que era vergonzoso y malo estar equivocados, cometer errores, ser imperfectos, ser humanos. Formamos nuestra relación medular con nuestro ser y con la vida en la niñez temprana, basados en los mensajes que obtuvimos, el trauma emocional que sufrimos, y el modelo de los adultos a nuestro alrededor. Conforme crecimos, construimos nuestra relación con el ser, otras personas y la vida, en el fundamento que formamos en la niñez temprana.
Cuando teníamos 5 años, ya estábamos reaccionando a la vida a través del trauma emocional de las edades anteriores. Adaptamos defensas para tratar de protegernos y para satisfacer nuestras necesidades de supervivencia. Las defensas adaptadas a los 5 debidas al trauma sufrido en edades anteriores condujeron a más traumas cuando tuvimos 7, que entonces ocasionaron que ajustáramos nuestras defensas, que nos llevaron a heridas a los 9, etc., etc., etc.
La vergüenza tóxica es la creencia de que hay algo inherentemente equivocado en relación a quienes somos, a nuestro ser. La culpa es “cometí un error, hice algo incorrecto.” La vergüenza tóxica es: “Yo soy un error. Hay algo malo o equivocado en mi”.
Es muy importante comenzar a despertar a la Verdad de que no hay nada inherentemente equivocado en nuestro ser, es nuestra relación con nuestro ser y con la vida lo que presenta una disfunción. Y esa relación se formó en la niñez temprana.
La forma en la que uno comienza una curación del niño interior, es simplemente volviéndose consciente.
Volvernos conscientes de que el principio gobernante en la vida es la causa y el efecto.
Volvernos conscientes de que nuestra relación con nuestro ser es disfuncional
Volvernos conscientes de que tenemos el poder para cambiar nuestra relación con nuestro ser.
Volvernos conscientes de que fuimos programados con falsas creencias sobre el propósito y la naturaleza de la vida en la niñez temprana, y de que podemos cambiar esa programación.
Volvernos conscientes de que tenemos heridas emocionales de la niñez con las que es posible entrar en contacto y sanar lo suficiente, para evitar que dicten la forma como vivimos nuestra vida hoy.
Ese es el propósito de la curación del niño interior, dejar de permitir que nuestras experiencias del pasado, dicten la forma en la que respondemos a la vida hoy. Esto no puede hacerse sin volver a visitar nuestra infancia.
Necesitamos hacernos conscientes, para elevar nuestra conciencia. Para crear un nuevo nivel de conciencia que nos permita observarnos a nosotros mismos.
Es de vital importancia comenzar a observarnos, nuestras reacciones, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, desde un lugar desapegado de testigo que no avergüence.
Todos tenemos un crítico interno, una voz paterna crítica, que nos golpea con vergüenza, juicio y miedo. La voz del padre crítico se desarrolló para tratar de controlar nuestras emociones y nuestros comportamientos, porque obtuvimos el mensaje de que había algo malo en nosotros y de que nuestra supervivencia sería amenazada si hacíamos, decíamos o sentíamos las cosas “equivocadas”.
Es vital comenzar a aprender cómo quitarle el poder a esa voz crítica que nos avergüenza. Necesitamos comenzar a observarnos con compasión. Esto es casi imposible al inicio del proceso de la curación del niño interior, tener compasión por nuestro ser, ser Amorosos con nosotros, es lo más difícil de hacer.
Así, necesitamos comenzar a observarnos cuando menos desde una perspectiva más neutral. Convertirnos en un observador científico, un detective, el Sherlock Holmes de su propio proceso como fue. Tenemos que comenzar a ser ese detective, observándonos y preguntándonos de dónde proviene esa reacción, pensamiento, sentimiento. ¿Por qué me estoy sintiendo así? ¿Qué me recuerda esto de mi pasado? ¿De qué edad me siento en este momento? ¿De qué edad actué cuando eso sucedió?
Una de las cosas asombrosas sobre este proceso, es que conforme uno comienza a volverse más consciente de sus propias reacciones, también empezamos a volvernos más conscientes de otros. Comenzamos a ver cuando las personas en nuestras vidas están reaccionando como un niño pequeño, o adolescente, o lo que sea. Entre más conscientes nos volvemos de sus reacciones, más fácil es dejar de tomarnos su comportamiento como algo personal, lo que facilita desapegarnos de nuestras propias reacciones y observarnos.
Es un proceso asombroso y milagroso, que puede ayudarnos a cambiar nuestra relación con nuestro ser, con otras personas y con la vida. Volvernos más conscientes, más alertas sobre una nueva forma de mirarnos a nosotros mismos y a la vida, es el inicio de un proceso de aprendizaje para perdonar y Amar a nuestro ser.
Un detective siempre busca la causa y el efecto. Al volvernos un detective, resolviendo el misterio del por qué hemos vivido nuestras vidas como lo hemos hecho, podemos comenzar a liberarnos de nuestro pasado. Al hacer la curación del niño interior, podemos comenzar a aprender cómo estar realmente vivos, en lugar de solo sobrevivir y soportar.
Curación del Niño Interior – ¿Por qué hacerlo?
“Somos condicionados para ser emocionalmente disfuncionales por nuestros modelos, tanto paternos como sociales. Se nos enseña a reprimir y distorsionar nuestros procesos emocionales. Somos entrenados para ser emocionalmente deshonestos cuando somos niños.
Esta represión y deshonestidad emocional ocasiona que la sociedad sea emocionalmente disfuncional. Adicionalmente, la civilización urbana, ha ignorado completamente las leyes naturales y los ciclos naturales como el proceso de desarrollo humano. No existe una integración en nuestra cultura del proceso natural del desarrollo humano.
Como un solo ejemplo descarado de esto, consideren cómo las llamadas sociedades primitivas o aborígenes reaccionan a la llegada de la pubertad. Cuando una niña comienza a menstruar, se realizan ceremonias para celebrar su paso a la condición de mujer, para honrar su paso hacia su poder, para honrar su regalo milagroso de ser capaz de concebir. Los niños pasan a través de un entrenamiento y de ritos de iniciación para ayudarlos a hacer la transición desde la niñez a la madurez. Observen lo que tenemos en nuestra sociedad: la escuela secundaria, un grupo de chicos inseguros y temerosos que se torturan unos a otros por su confusión y miedo, y se unen en pandillas para tratar de encontrar una identidad.
Esta falta de integración del proceso humano natural de crecimiento causa trauma. En cada etapa del proceso de desarrollo fuimos traumatizados debido a un ambiente emocionalmente represivo y espiritualmente hostil en el que nacimos. Pasamos a la siguiente etapa incompletos y después fuimos vueltos a traumatizar, fuimos heridos otra vez.”
Cita de “Codependencia: La Danza de las Almas Heridas”
A pesar del llamado progreso en nuestras sociedades modernas, todavía estamos muy atrás en relación a la mayoría de las culturas aborígenes, en términos del respeto por los derechos individuales y la dignidad junto con cierto tipo de equilibrio con el bien del todo. (Estoy hablando aquí de las sociedades tribales aborígenes, no de las urbanizadas). En ningún lugar es esto más evidente en términos de nuestras relaciones con nuestros niños.
Las civilizaciones modernas, tanto orientales como occidentales, no tienen más de una generación o dos fuera de la creencia de que los niños eran una propiedad. Esto, por supuesto, va de la mano con la creencia de que las mujeres eran una propiedad. La idea de que los niños tienen derechos, individualidad, y dignidad, es relativamente nuevo en la sociedad moderna. La creencia predominante y fundamental, como ha sido manifestada en el trato de los niños, ha sido que los niños son extensiones de, y herramientas para ser usadas por, sus padres.
Una idea muy explícita sobre las creencias básicas fundamentales de las actitudes occidentales hacia los niños, la comparte una pionera en el concepto del niño interior, Alice Miller, en su libro El Drama del Niño Dotado. Ella comparte cómo los Filósofos Alemanes del Siglo 19, quienes establecieron los fundamentos para la psicología moderna, enfatizaron en la importancia de acabar con la “exuberancia” de un niño. En otras palabras, el espíritu de un niño debía ser abatido con el fin de controlarlo.
Los niños deben ser vistos pero no escuchados. Evita la vara y malcría al niño.
Es solo en la historia muy reciente, que nuestra sociedad ha reconocido apenas el abuso a un niño como un crimen, en lugar de un derecho inherente del padre. El concepto de una paternidad sana como una habilidad por aprender, es muy nuevo en la sociedad.
Cualquier sociedad que no respeta y honra la dignidad humana individual, será una sociedad que no satisface las necesidades esenciales de sus miembros. Las sociedades patriarcales, que denigran y degradan a las mujeres y a los niños, son disfuncionales en su esencia.
Formamos nuestras relaciones centrales con nosotros y con la vida, y por supuesto con otras personas, en la niñez temprana, en reacción a los mensajes que obtenemos por la forma como somos tratados y el papel modelo de las otras personas en nuestras vidas. Después no tenemos ningún entrenamiento ni ceremonias de iniciación, no hay un proceso culturalmente aprobado de aflicción, para ayudarnos a dejar ir el viejo paradigma y aprender una relación diferente con nosotros y con la vida. Así, construimos sobre el fundamento que se estableció en la niñez temprana.
Como adultos, reaccionamos a la programación de nuestra niñez. Sostener que nuestras heridas emocionales de la niñez no han afectado nuestras vidas adultas, es ridículo. Pensar que nuestra programación temprana no ha influenciado la forma como hemos vivido, es caer en una negación al extremo.
Debido a que los estándares sociales sobre lo que constituye el éxito son disfuncionales, muchas personas puede ser señaladas como “los que se elevaron sobre” su pasado para ser un éxito. Son esas personas, que son supuestamente exitosas, las que están dirigiendo al mundo. ¿Qué tan buen trabajo creen que están haciendo?
Son nuestros líderes mundiales, reaccionando en base al miedo y la inseguridad de sus niños interiores, y el sistema de creencias disfuncional que soporta la civilización, quienes nos han dado la guerra y la pobreza, billonarios y mendigos.
Mi libro, Codependencia: La Danza de las Almas Heridas, evolucionó de una charla que di en 1991. En la charla, declaré que un día me gustaría hacer una calcomanía que dijera “Trabaja por La Paz Mundial, Sana a tu Niño Interior”. Si llegué a imprimir las calcomanías cuando publiqué mi libro. Esta es, yo creo, una Verdad esencial. Nunca tendremos paz mundial, o una sociedad civilizada basada en el respeto y la dignidad, por no decir el Amor, hasta que podamos sanar nuestra relación con nosotros lo suficiente para aprender a Amar y respetar nuestro ser.
No podemos amar a nuestros vecinos como a nosotros, si seguimos juzgando y comparando a nuestro ser con ellos, con el fin de sentirnos bien sobre nosotros. No podemos tener una sociedad que satisfaga las necesidades emocionales y espirituales esenciales de sus miembros, mientras estemos reaccionando a la vida en alineación con reglas de interacción que aprendimos en la secundaria.
Todos estamos conectados, no separados. Todos somos valiosos y merecemos ser tratados con dignidad y respeto, en lugar del concepto de valía de las sociedades enfocadas en ganar dinero, pasando sobre y encima de nuestros compañeros humanos, sin hablar de la destrucción del planeta en el que vivimos.
Es a través de sanar nuestras heridas del niño interior, que podemos aprender a respetarnos y a Amarnos, para que sepamos cómo tratar a otros con respeto y Amor. Es a través de sanar a nuestro niño interior, como podemos salvar a nuestro planeta y evolucionar hacia una sociedad que satisface las necesidades esenciales de sus miembros.
La curación del niño interior no es una moda pasajera ni es psicología popular. La curación del niño interior es la única forma para empoderarnos y dejar de vivir la vida en reacción al pasado. Hemos estado ignorando la historia y la hemos estado repitiendo durante siglos. Si vamos a tener una oportunidad para revertir los patrones auto-destructivos de la humanidad, tiene que venir de individuos dispuestos a sanarse. Al sanar las heridas de nuestro niño interior, podemos cambiar al mundo.