No preguntes
Al triste, no le preguntes la historia de su desgracia…
Sino dile que en ti, tiene un amigo.
Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto…
Sino dile que tu tienes un hombro,
un pañuelo, una sonrisa.
Al que anda tambaleante por la vida
no le analices por qué no ha llegado
nunca a ninguna parte…
Mejor dile que tu tienes una luz, un consejo,
y un bastón por si llegara a necesitarlos.
Al que anda sin templo, y sin oración
no le preguntes por qué es un descreído…
Mejor enséñale a Dios,
y mételo en el secreto de tu plegaria.
A esos que hacen un caos de su vida
no les preguntes que causa su confusión…
Mejor enséñales el rastro sosegado de la fé,
y el fluir constante de tu serenidad.
Al que anda dolido y agotado con su cruz,
no le preguntes por qué le pesa tanto…
Mejor ponlo en posición de que Dios se irradie sobre él…
Y ya poco a poco irá llegando la luz.
Al que se resiste a seguir, y se siente vencido,
no le andes por las normas,
las deducciones y los raciocinios…
Mejor dale la mano, y dile:”¡Voy contigo!”
No le preguntes a cada uno su necesidad…
Mejor demuéstrales que siempre hay un sueño
más asombroso que su mala suerte.
Zenaida Bacardi de Argamasilla